lunes, 17 de agosto de 2009

DREAM WITHIN Ch.12

By Chekie Girls



Cap. 12




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Desde hacia ya algunas horas se había quedado allí observándolo todo y observando nada, perdido en los colores de las hermosas flores que se hallaban ante si. Por un momento una suave sonrisa invadió sus labios al recordar como las había adquirido.

Fue algo extraño ciertamente; él estaba hojeando algunos libros y de pronto se dio la vuelta y tumbó el jarrón repleto de orquídeas, unas extrañas y exóticas flores llamadas orquídeas*. Una flor pequeña y de perfectos y ovalados pétalos blancos salpicados con suaves pigmentos rosados.

Solo la imagen de cierto esclavo pelirosa pudo venírsele a la mente al ver aquellas magnificas flores, pero inmediatamente sintió una punzada en el pecho, mal presagio. Pagó los daños y convenció al dueño para que le permitiera llevarse las orquídeas e inmediatamente se dirigió al palacio...

Había sido derrotado por su cobardía nuevamente, porque como mas podría llamársele a aquello? Se había vuelto a palacio con el corazón en la boca por su esclavo ¿y se había dignado a buscarlo nada mas volver?. No, aun no. Solo por ese estúpido miedo de sentir "aquello" por alguien mas nuevamente. Era algo inaceptable y totalmente innegable.

Ya el manto nocturno había cubierto el cielo y la oscuridad reinaba completamente en la habitación, era una noche sin luna, una noche sin flores, una noche sin Ángeles...

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Alguna estrella perdida se dejaba ver aun sobre el cielo, apenas había amanecido cuando Hiro salió de su habitación dejando a Shuichi dormido sobre su cama. El muchacho de cabellos rojizos se dirigía a los establos. Con paso firme se acercó a uno de los mozos que allí trabajaba desde antes que saliera el sol.

-Se le ofrece algo?- Preguntó el mozo lo mas respetuosamente que sabia.
-Si, quiero que prepares y ensilles mi caballo, lo quiero listo para dentro de un par de horas.-
-Si, claro, lo tendrá listo.-
-Gracias.- Se dio media vuelta para alejarse de allí con semblante serio y sin decir nada mas. Aun tenia que preparar varias cosas antes de salir.

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Sus ojos se abrieron lentamente dejando entre ver el color violeta de estos. Comenzó a examinar aquel lugar, tenia la esperanza de que todo lo ocurrido el día anterior hubiese sido un mal sueño, pero el dolor que volvió a su cuerpo cuando se movió un poco sobre la cama, le confirmó una vez mas que aquella pesadilla había sido real.

Con dificultad se incorporó quedando sentado, recargando su espalda sobre los almohadones de la cama. Observó como varias partes de su cuerpo estaban vendadas, dejando varias heridas leves al descubierto, y como estaba vestido por unos ropajes que no le pertenecía. Entonces lo recordó, recordó como Hiro lo había sacado de aquel lugar tan horrible, como a pesar de sus gritos y suplicas por que se apartase de él, su amigo había acudido a ayudarlo.

Enseguida Yuki vino a su cabeza, estaba preocupado por él, quería verlo, asegurarse de que esos desgraciados no le habían dañado, asegurarse de que estaba bien. Pero aun así, no quería que Eiri lo viera a él, no en ese estado, no después de lo que le habían hecho.

-Yuki... yo tengo la culpa de todo, no quiero que sufras, por eso yo... por eso...- Susurró a la vez que con manos temblorosas cubría su rostro que comenzaba a ser bañado por las lagrimas que luchaban por salir.

El sonido de la puerta abriéndose le hizo sobresaltarse, por un momento temió que fueran esos tipos que volvían a por él, pero su cuerpo se relajó un poco al ver entrar a Hiro, quien lo miró con una sonrisa algo forzada para tratar de esconder un poco su preocupación, en ese momento lo que Shuichi necesitaba era apoyo, y no mas caras de preocupación.

-Veo que estas despierto, podrías haber dormido un poco mas.- Se acercó al chico e hizo intento de colocar una mano en la cabeza de este en muestra de cariño, pero desistió de hacerlo en el mismo momento en que Shuichi hizo un gesto huyendo de él.

Ya se lo imaginaba, no importaba que fuera él, que fueran amigos, al fin y al cabo hacia poco que se conocían, era normal que después de lo que le había ocurrido Shuichi reaccionara de esa forma con él.

-Co... como esta Yuki?- Susurró con la voz entrecortada, sin atreverse a mirar fijamente a Hiro.
-…l esta bien, pero es por ti por quien tienes que preocuparte, y si no lo haces tu, lo haré yo en tu lugar.- Dejó caer sobre la cama toda la ropa de Shuichi que había podido coger de su habitación, el chico dedicó una mirada perdida a las prendas. –Vístete, tenemos que salir temprano, antes de que haya mas movimiento en palacio.-
-Salir? Aun quieres que te acompañe al pueblo?- Sonrió tristemente.
-Shuichi, escúchame.- Hiro se sentó a su lado, sabia que aquello iba a ser muy difícil para el chico, pero tenia que hacerlo, por su bien. –Voy a sacarte de aquí, de este reino.- Sus ojos violetas se abrieron de par en par a la vez que su mirada se centraba en la de Hiro. –Se que es muy duro para ti, pero... es lo mejor, si te quedas esos tipos acabaran matándote.- El silencio se prolongó unos segundos, de nuevo apartó su mirada del pelirrojo, perdiéndola en algún punto de la habitación a la vez que las lagrimas clamaban por salir.
-Yuki lo sabe?-
-No, el no esta enterado de nada.- De nuevo sus miradas se cruzaron.
-No le digas nada, no quiero que se entere.- Hiro lo miró con sorpresa, de todas las reacciones posibles por parte del chico, esa era la que menos esperaba. –No quiero separarme de Yuki, pero si no lo hago acabaran por hacerle daño y no quiero eso! No quiero interponerme mas en su camino, quiero que sea feliz, y se que conmigo jamás podrá serlo.-
-Shuichi...-

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Una vez que lo hubo ayudado a subirse al caballo, Hiro hizo lo mismo colocándose tras de Shuichi, permitiendo que el cuerpo aun débil del chico descansara sobre su pecho.

-Estas listo?- Shuichi quedó en silencio con su mirada fija en la fachada de palacio, en concreto en la ventana que daba a la habitación de su amo. Apretó sus puños con fuerza, dejando escapar un hilo de voz.
-Si.- Hiro emprendió el camino con Shuichi sobre su caballo. -Hiro por que? Por que tiene que pasar todo esto? Se que solo soy un esclavo y él es un príncipe, pero... por que no puedo amarlo? Es que soy malo por hacerlo?-
-No Shuichi, no eres malo, son ellos los que están equivocados, no tu.-

Una lagrima solitaria resbaló por su mejilla a la vez que veía como se alejaba cada vez mas de palacio, como se alejaba de Yuki... entonces recordó como se conocieron, como llego a palacio y acabó convirtiéndose en su esclavo y en algo mas que eso. Recordó su primer beso, su primera vez; Eiri había sido y era la persona mas importante de toda su vida, la persona a la que amaba y a la que le tenían prohibido amar. Sintió como el corazón le dio un vuelco y como las lagrimas comenzaron a escapar descontroladas de sus ojos tan llenos de vida que en ese momento parecían no haberla tenido nunca.

-YUKI!!!!- Un impulso lo obligó a intentar bajar del caballo y salir corriendo para volver, pero los brazos de Hiro que sujetaban las riendas rodeando su cuerpo le cortaron el camino devolviéndolo a la realidad, no pudiendo hacer mas que observar como todas sus ilusiones se desvanecían ante sus ojos bañados en lagrimas.

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Eiri se había levantado temprano, por alguna razón aquella noche la había pasado inquieto, sin poder conciliar el sueño. Sabia perfectamente que le había pedido el día anterior a su esclavo que no lo molestase a menos que el lo llamara, pero aun así le parecía bastante extraño no haberlo visto en todo el día por palacio, tan revoltoso como de costumbre, y mucho mas extraño le parecía que a pesar de su petición no hubiera ido a buscarlo.

Se acerco a un par de guardias que andaban por allí cerca, los hombres hicieron una respetuosa reverencia ante el príncipe, el cual preguntó con tono serio y decidido por su esclavo.

- Nosotros le hemos visto esta mañana príncipe Eiri.- contestó un guardia alto y de ropas azules, un centinela.
- Es inconfundible con ese cabello rosa que tiene.- rió por lo bajo otro guardia, con armadura y ropas plateadas, callando inmediatamente ante la cortante mirada de Eiri.
- ¿Donde le habéis visto?.- Preguntó serio el rubio.
- Pues, se ha marchado antes del alba con uno de los caballeros de la corte, parecían no tener intención de volver.- respondió nuevamente el de ropajes azules.

Ante esta respuesta Eiri sintió una presión en su pecho, a la vez que su corazón se aceleró, la misma sensación que sintió el día anterior cuando vio esas flores. Su esclavo se había ido sin su permiso. Probablemente para no volver, podría ser eso posible? Shuichi finalmente había decidido huir? jamás lo pensó tan cobarde.

Sentía la furia crecer en su interior revolviéndose en su estomago como una serpiente, nublando su cordura momentáneamente. ¿Quién? ¿Quién se había atrevido? y ¿Porque Shuichi se había ido con un desconocido?.

- Quien?...- susurró preguntando. -Quien se lo ha llevado?.- preguntó nuevamente en un tono de voz audible.
- Hiroshi Nakano, su alteza.- dijo el de la armadura.
- Y porque demonios ustedes han dejado que sacaran a mi esclavo del palacio sin mi permiso!!!- estalló el rubio asustando a los guardias ante si y provocando que las miradas curiosas de algunos súbditos se posaran en su persona. -Porque?! demando saber el porque de semejante estupidez.-
- Porque lo vimos en muy mal estado su alteza.- contestó serio el guardia de azul. -su esclavo parecia muy enfermo, como si alguien le hubiera golpeado fuertemente.-

Eiri cambió su expresión de furia a una de sorpresa y por que negarlo? También preocupación. Habían golpeado a Shuichi? Quien podía haber hecho algo tan horrible? Maldita la hora en que dejó que su estupidez le nublara la razón. Lanzó una mirada seria a los guardias.

-Que nadie se entere de esto, si me entero que alguno de ustedes dos ha abierto la boca serán desterrados de la peor forma habida.- sentenció Eiri antes de darse la vuelta y marcharse apresurado.

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- Príncipe Eiri.- saludaron los guardias con una reverencia antes de abrir la puerta que daba paso a la sala común, donde generalmente se hallaba la corte cuando no tenían reuniones, fiestas de te y ridículos espectáculos para saciar su banalidad.

Aspirando profundamente y acentuando su ceño se adentró con paso decidido en la "jungla" buscando a su padre. Se topó con muchísimas miradas interesadas, él no solía compartir mucho con la corte. En muy raras ocasiones se había presentado en aquella sala, y las pocas veces que lo había hecho era para discutir asuntos serios.

Su prometida también estaba allí, emocionada y sonrojada al verlo entrar por aquella puerta, pensando que quizas él iba a buscarla, cuando el jamás había estado interesado en ella, porque solo era un dolor de cabeza. Apresurando el paso cruzó rápidamente por el umbral que lo llevaría directamente a las habitaciones privadas de su padre.

- Buenas tardes príncipe Eiri.- saludó el consejero de su padre, haciendo una reverencia y marchándose ante una seña del rey.
- Buenos dias Eiri.- saludó con una amable sonrisa.
- Buenos dias.- respondió por inercia.
- A que se debe tu visita hijo, estas preocupado por la boda?.- inquirió el rey contemplando lo distraído que se hallaba su hijo mayor.
- Que hay del honor padre, de la moral?.- preguntó el rubio, tanteando el terreno.
- A que te refieres Eiri?.- preguntó el rey con un tono serio, analizando con la mirada a su hijo.
- Solo a eso, al significado que poseen aquellos valores y que nadie practica.- sentenció dándose la vuelta mientras observaba por la ventana a unos perros negros correr por el jardín jugueteando.
- Eiri! como te atreves...- intentó hablar, indignado y confundido por el comentario de su hijo
- Mi esclavo esta desaparecido.- le cortó el rubio dándose la vuelta y mirando con frialdad a su padre. -Nadie ha sido capaz de darme una respuesta satisfactoria al respecto.-
- Que tu esclavo ha desaparecido? Pero como es posible eso Eiri?- preguntó recordando su conversación con Tohma, de seguro el rubio tenia algo que ver con eso.
- En realidad no sabes nada padre?.- volvió a insistir Eiri al ver que su padre había titubeado.
- Al parecer alguien casi lo mata.-
- Yo... no se. No lo se Eiri.- respondió sintiéndose aun mas fatigado.
- Tu siempre has dicho que todo ser viviente, sea esclavo, gitano, príncipe, comerciante y sirvientes están bajo el velo de Dios, siempre me has enseñado que debe tenérseles respeto. Aun no tengo claro lo que ha ocurrido, pero estoy seguro que tiene algo que ver con esa estúpida boda. Ahora, me pregunto que tal amanecerá mañana tu conciencia.- dijo Eiri antes de marcharse de la habitación bajo la preocupada y sorprendida expresión de su padre.


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El sol ya se había puesto, llevaban todo el día en el camino, tan solo una parada para comer algo. Hiro andaba perdido en sus pensamientos, Shuichi le había dado el ultimo empujón para salir definitivamente de Ilion. Sentía que ya no podía seguir viviendo allí, se había vuelto tan monótona y rutinaria su vida en aquel reino, el ambiente se había tornado sofocante. No se había marchado antes solo por una promesa hecha a su padre. El le había prometido que se convertiría en un buen caballero, aunque sus sueño fuera la música, el quería ser lo mismo que su padre, pero el hombre se había opuesto radicalmente a que él estudiara para ser músico, recitando continuamente que la vida de un músico era como la de un gitano, solo que mas honesta y honorable, nunca había lugar seguro, ni fama eterna para los músicos. Un músico era solo un simple aficionado. Asi que desde sus doce años se había dedicado por completo a su entrenamiento en el oficio de la caballería.

Pero ahora... El había huido del palacio, donde tenia un encantador puesto en la corte y además gozaba del privilegio de ser uno de los caballeros mas confiables del rey. Nada de aquello le satisfacía, era odiosa esa vida. No llevaba ni un día fuera del palacio y ya se sentía libre y sin ningún peso encima, hasta había desaparecido su preocupación por que alguien pudiera hacerle aun mas daño a Shuichi. Su pobre amigo que había tenido que sufrir tanto por el amor de nada mas, y nada menos que el príncipe Eiri. Ahora solo debía llevar a Shuichi a cualquier lugar lo mas lejos posible de Ilion y de esa pandilla.

Shuichi descansaba sobre el pecho de Hiro, hacia largo rato que se había quedado dormido. El pelirrojo detuvo su caballo, observó la vista que se exponía ante él, a lo lejos se podía divisar las luces de una ciudad. Al menos esa noche podrían pasarla bajo techo antes de llegar a su destino.

Shuichi abrió los ojos despacio al sentir como Hiro lo movía un poco para despertarlo. Sus ojos violetas se descubrieron ante los del otro para enseguida volver su mirada hasta perderla en algún lugar.

-Ya hemos llegado?-
-Aun no, estamos cerca, pero pararemos para pasar la noche en esa ciudad.- le indicó el lugar con un gesto. –Tenemos que comer algo y dormir.- Volvió a poner en marcha a su caballo. –aunque tu dormirás poco, te has llevado casi todo el camino dormido, no creo que tengas mucho sueño.- Sonrió tratando de animar a su amigo.

Su expresión volvió a ser seria al mirar como Shuichi seguía con su mirada perdida. Sabia que esa situación era muy difícil para su amigo, pero aun así sabia que Shuichi era fuerte, y que no dejaría que lo ocurrido le hundiera, tan solo necesitaba algo de tiempo.

Una vez entraron en la ciudad, encontraron una posada donde poder pasar la noche, el propietario parecía muy amable. Después de mostrarles su habitación, los condujo hacia el comedor, donde les proporcionó una mesa con su correspondiente comida.

-Esto esta bastante bueno, pruébalo Shuichi.-
-No me apetece.- Volvió la cara a un lado.
-Eh? Pero si no has comido nada, vamos, come un poco.- le acercó uno de los platos.
-No, no tengo hambre.-
-Shuichi, llevas todo el dia sin comer nada, vas a caer enfermo.- Su tono fue un poco severo, a lo que el chico respondió con indiferencia.
-Me da lo mismo.-
-Deja de hacer el tonto y come algo!-
-Te he dicho que no quiero!.- se levantó a la vez que daba un golpe sobre la mesa, provocando que los allí presentes se volvieran a mirarlos.
-Shuichi...- Puso su mano encima de la de su amigo tratando de calmarlo y de calmarse le mismo, pero Shuichi la retiró en un gesto de desprecio.
-Déjame en paz!- Salió de allí lo mas rápido que pudo, a pesar del dolor que aun sentía en su cuerpo.

Hiro permaneció sentado, lo mejor seria dejarlo solo un rato. Se cubrió el rostro con las manos y suspiro con preocupación.

Entró en la habitación dejando que la puerta diera un portazo. Se dejó caer sobre la cama, sintiendo el dolor de su cuerpo de nuevo, el cual no hacia mas que recordarle todo lo ocurrido. Apretó sus puños golpeando sobre la cama, rompiendo a llorar en ese momento.

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Abrió la puerta, al fondo de la habitación hallo a Shuichi, estaba asomado a la ventana, dejando que el aire fresco chocara en su rostro, dejándolo secar la humedad de las recientes lagrimas. Hiro se apoyó en la puerta cerrándola tras de si, provocando que Shuichi se volviera un momento a mirarlo para enseguida volver a fijar sus ojos en las luces de la ciudad.

-Shuichi yo...- se acercó quedando a escasos pasos de él. –Lo siento, se que estas mal, y es normal que no tengas ganas de comer, pero...-
-Hiro... soy yo el que te debe una disculpa, se que intentas ayudarme y yo te lo estoy poniendo muy difícil.- Suspiró pesadamente. –pero esto es muy duro para mi.-
-Lo se.-
-No quiero olvidarme de Yuki, por que él es lo mejor que me ha ocurrido en toda mi vida, pero... no quiero que su recuerdo me haga daño.- Se volvió a mirar al pelirrojo que lo escuchaba en silencio. –pero no se si podré conseguirlo...-
-Claro que podrás.- Puso una mano sobre el hombro del chico. –Yo estaré contigo, te ayudare en todo lo que pueda.- le sonrió dulcemente recibiendo como respuesta una sutil sonrisa pero sincera por parte de Shuichi.
-Gracias, eres mi mejor amigo.-

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En ese momento del día cuando esperaba cualquier cosa menos lo que buscaba, apareció la oportunidad... ahí en la cámara vacía estaban ellos, aquellos cuatro miserables que habían actuado contra su esclavo, aunque a ciencia cierta no sabía en que forma, claro estaba que habían tocado algo suyo, habían tocado a su esclavo y eso era mas que suficiente para darle una paliza a esos tipos. Porque ninguno de los sirvientes, especialmente si eran mujeres, se equivocarían al señalar a Aizawa, y mucho menos a mentir al príncipe. Tan solo respondían a lo que le preguntaban con lo que sabían.


- Ah! Aquí estas...¿has encontrado ya lo que buscabas?...te noto inquieto...nada común en ti.- dijo el moreno al ver a Eiri dirigirse hacia el con semblante serio.
- ¿Y tu que sabes?...¿Me espías acaso?- Le respondió elevando al voz.
- Destacas "majestad"...destacas. - respondió entre risas Aizawa-

Un ambiente tenso se levantó de inmediato a la par del silencio y una mirada cortante del príncipe hacia sus divertidos súbditos da paso a su salida de la habitación.

- mmhh-mhh.. .espera, se donde está lo que buscas, los rumores corren...- Eiri se volteó a mirarlo con una ceja arqueada para después responderle sarcásticamente.
- ¿Y tu que demonios podrías saber de lo que busco?... cuando no puedes sostener tu aliento y tu espada al mismo tiempo.-
- se de otras cosas...de las que tu no sabes aún...y no porque no quieras...- dijo burlón Aizawa
-Lo que quieras decir dilo de una de vez y dejad las insinuaciones idiotas.- enfurecido el príncipe lo agarró por el cuello de su camisa. -o preferís acabar esta discusión con espadas en lugar de palabras?-
- Uuuuhhh...que miedo le tenemos al príncipe...nos amenaza con su ágil espada...jajaja.- se burló el moreno.

Cansado de estupideces lo zarandeó lanzándolo al suelo y sacó su espada tomándolos por sorpresa, inmediatamente dos caballeros sacaron sus espadas y se lanzaron contra el príncipe, quien les refutó con un movimiento ágil con la suya. El moreno permanecía a un lado nervioso mientras se desarrollaba el combate.

Choques de espadas resonaban por toda la habitación, con dificultad el rubio logró derrotar al primero de ellos, el de cabello negro, mientras era lastimado seriamente su brazo izquierdo con un profundo corte de parte del castaño, quien aprovechándose de su debilidad golpeo hacia su otro brazo encontrándose con la espada de Eiri, que al hacer aquel esfuerzo perdió el equilibrio y cayo al suelo. Sintiendo de inmediato el frió filo de una espada.

Aizawa con movimientos pomposos y sobrados se acerco Eiri, sintiéndose increíblemente satisfecho y lleno de poder al ver a su enemigo derrotado ante sus pies.

- No debes preocuparte Eiri, tu esclavo nos complació a mi y a mis amigos a la perfección, es muy bueno en las labores sexuales, es lo que se llama "satisfacción garantizada".- dijo en tono venenoso y burlón Aizawa, regocijándose con la expresión del rubio.

Eiri respiro profundamente. Una sonrisa con tinte desquiciado se dibujo en sus labios, mientras apretaba fuertemente su espada en su mano derecha; golpeando la punta de la espada que amenazaba su cuello poniéndose de pie inmediatamente y dándole un fuerte golpe con la empuñadura de la espada al castaño tumbándole contra el suelo. Luego de esto se lanzó contra el rubio, quien jamás pensó tener tan buenos reflejos como para poder defenderse aunque fuera del príncipe Eiri.

Ninguno de esos sujetos iba a morir, por lo menos no hoy, no iba a mancharse las manos con semejante escoria, había una peor tortura para aquel delito que ellos habían cometido. No podía controlar su ira, solo podía dar estocada, tras estocada rompiendo las defensas del cuarteto de inútiles, lastimándolos físicamente, el máximo daño que podía causarles dentro de los parámetros establecidos en un duelo.

Todo sucedía tan rápido, era una forma segura de descargarse. Aquellos malditos habían abusado de su esclavo. Maldita violación, malditos aquellos seres asquerosos por atreverse a tocar a ese chico inocente. Como se habían atrevido? Su espada se rompió con un choque violento contra la de su oponente. Eiri se abalanzo contra el rubio, dándole una fuerte patada en el estomago dejándole sin aire.

No podía evitarlo, necesitaba desahogar su frustración con alguien. La imagen de su esclavo sonriendo volvía a su mente, recordándole constantemente que era su culpa aquello, que si el hubiera estado allí podría haberlo salvado. Que si él jamás le hubiera hecho el amor involucrándose de una manera tan intima con ese chiquillo, eso jamás habría sucedido. Si, porque era hacerle el amor y no solo sexo. Porque era algo mas que satisfacer sus deseos, aunque todo hubiese comenzado con ese propósito.

Solo quedaba Aizawa. En vez de disminuir ante su descargo, su rabia solo crecía cada vez mas. De un golpe en la mejilla tumbo a Aizawa, el peor de todos, el cobarde, el único que quedaba en pie. Sentándose encima empezó a golpearlo con todas su fuerzas, impidiendo que cualquiera de los golpes del moreno lo afectase, aunque esto no era necesario, porque el maldito solo intentaba huir.

Golpeó y golpeó, salpicándose aun mas con la sangre sucia de aquellos cobardes. Pudo escuchar la burbujeante risa de su esclavo retumbando en su cerebro. Dejó de golpear al hombre bajo si mientras lanzaba un grito que contenía toda su frustración, apretando sus manos fuertemente, enterrándose las uñas lastimándose.

Soltó un suspiro y con lentitud se levanto de encima de Aizawa para darle una patada en las costillas antes de darse la vuelta. Recogió los trozos de su espada rota y se acomodó las mangas de la camisa, escondiendo las manchas de sangre.


Ahora solo le faltaba hablar con quien posiblemente encontraría ninguna respuesta satisfactoria, pero el era el centro de todo, siempre inmiscuyéndose en su vida. Metiendose en todo. Siempre Seguchi Tohma era el responsable, sintiéndose el dueño de sus actos y de escoger a las personas que podían estar a su alrededor. Creando insistentemente aquella burbuja de cristal para protegerlo, quien le había dicho a Tohma que el era un débil y frágil chiquillo? Estaba dispuesto a llegar al fondo de todo ese asunto.

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A la mañana siguiente los rayos del sol entraban traviesos iluminando el rostro de Shuichi que aun dormía. Hiro lo observaba desde hacia un rato.

Shuichi se desperezó abriendo los ojos lentamente, enfocando ante si el rostro sonriente de su amigo.

-Hiro! Me has asustado!- se incorporó sobre la cama de un salto. Cosa que provocó una risita en el pelirrojo.
-Lo siento, es que estabas muy mono dormido y te estaba mirando.-
-Que?- Se sonrojó ante las palabras de su amigo que no hacia mas que sonreír divertido.
-Jajajaja. Veo que estas de mejor humor.- le revolvió el pelo. –estaba a punto de despertarte, ya es algo tarde y tenemos muchas cosas que hacer.-
-Uhm... me dormí muy tarde anoche.- se llevó una mano a la cara restregándose los ojos con el puño cerrado.
-jeje, no me extraña, después de todo lo que dormiste ayer durante el camino...- El sonido del estomago de Shuichi les interrumpió. –Vaya, parece que tienes hambre.- Shuichi asintió sin atreverse a mirar a Hiro directamente a los ojos por lo ocurrido la noche anterior debido a la comida. –Entonces vamos, desayunaremos e iremos a dar una vuelta por la ciudad antes de marcharnos. Que te parece?-
-Me parece bien.- Sonrió ante su amigo.

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Había bastante ambiente aquélla mañana en la ciudad, los comerciantes exponían sus numerosos productos ante los ciudadanos que se disponían a comprarlos.

Shuichi iba tras de Hiro, lo miraba todo con curiosidad, deteniéndose en cada uno de los puestos, preguntando para que servia cada una de las cosas que veía en ellos y que no conocía. El pelirrojo lo miraba con una sonrisa, al menos había conseguido animarlo un poco. Volvió la mirada a un lado para hallar en aquella dirección un puesto que le parecía interesante.

-Eh Shuichi, vamos a mirar aquello.- Shuichi lo siguió aun con los ojos clavados en el puesto que observaba anteriormente. –veras como te gusta lo que voy a enseñarte, es mas, te regalare uno, seguro que te sienta muy bien.- Al no escuchar respuesta alguna por parte del chico, Hiro se volvió y descubrió que Shuichi ya no iba tras él.

Miró alrededor y lo divisó entre un grupo de personas que miraban atentamente a unos malabaristas que actuaban en mitad de la plaza.

-Este chico...- se acercó a él poniendo una mano en su hombro, a lo que Shuichi respondió sobresaltándose a la vez que se volvía a mirarlo. –Soy yo Shuichi.- El chico de ojos violetas sonrió tranquilo. –No te muevas de aquí, quiero comprar algo, no tardo.-
-Vale, aquí te espero, pero no tardes, tienes que ver esto, es muy interesante.- Hiro se alejó de allí sin perderlo de vista.

Se acercó al puesto que había visto anteriormente, en el vendían varias clases de telas, y prendas hechas con ellas. Observó unos cintos que le parecieron bastante bonitos. Le compraría uno a Shuichi.

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Shuichi observaba a aquellas personas embobado, era increíble que se ganaran la vida de esa forma. Pensó que quizás podría hacer el lo mismo con sus canciones.

-pero si no tengo talento...- sonrió tristemente al recordar las palabras de Yuki.

Una presencia a sus espaldas le hizo que un escalofrío lo recorriera entero, no se atrevió a mirar atrás, pero la voz que se dejó oír le hizo hacerlo.

-Creías que no te encontraría verdad?- Un hombre alto de cabellos largos se dejó ver ante él. –Se acabó el juego.- Lo cogió cargándolo sobre su hombro mientras Shuichi pataleaba y gritaba que lo soltara.
-Que esta haciendo? Déjeme en paz! Yo no lo conozco!-
-Ya basta, debemos volver al reino, tienes obligaciones que cumplir, que clase de rey eres?-
-Pero... pero... yo no soy ningún rey!-
-Ok, seguiremos jugando, pero cuando lleguemos a nuestro reino.-

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Después de un rato decidiéndose, Hiro escogió un cinto de un tono celeste pálido, de una fina seda. Tomó el paquete donde se lo habían envuelto y se encaminó a buscar a su amigo. Se acercó a donde estaba el “espectáculo” al parecer había acabado, las personas aplaudían y depositaban dinero en una cajita a los pies de los malabaristas. Después de buscar a Shuichi entre la gente descubrió que el chico no estaba allí.

-Dios, Shuichi, donde te has metido?-

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Una vez retirados del mercado, el hombre lo soltó en el suelo, Shuichi se colocó bien la ropa con un gesto de fastidio.

-se puede saber que diablos le pasa? No se a quien estará buscando pero yo no soy esa persona!-
-A no?-
-No!-
-Uhm...- Lo miró con desconfianza a la vez que observaba como varios mechones de pelo rosados se dejaban ver, ya que estos no los cubría el turbante que llevaba.

El hombre llevó una mano hasta la tela de este, y con un suave tirón lo desenvolvió dejando al descubierto el cabello despeinado.

-no, no eres Ryuichi.-
-ya te lo estaba diciendo! Yo no soy Ryu... espera un momento...-
-entonces quien eres tu?-
-Soy Shindou Shuichi, pero buscas a...-
-one moment plis! Ya se quien eres!- Shuichi lo miró confundido, en que idioma le había hablado aquel hombre tan extraño? –tu eres ese chico del que tanto me ha hablado Ryuichi, el antiguo exclavo de la princesa.- Sonrió satisfecho por su deducción.
-que? Entonces... a quien estas buscando es al príncipe Ryuichi?-
-Yes. Mas exactamente al rey Ryuichi, su padre murió hace poco y el como heredero se ha convertido en el rey.-
-Pero si lo estas buscando eso quiere decir que... El esta aquí?- Unió sus manos con un gesto de felicidad y los ojitos brillantes.
-Yes, tengo que encontrarle para volver al reino, siempre hace lo mismo, desaparece para que me entretenga buscándolo, le gusta jugar al escondite.-
-jeje, si lo se, yo jugaba mucho con él.- sonrió. –te ayudare a buscarlo!-

ambos se pusieron en marcha hasta llegar de nuevo a la plaza, divisando de lejos a Hiro con cara de preocupación y mirando de un lado a otro con un paquete en las manos.

-Oh! Alli esta Hiro.- de pronto recordó donde debía estar esperando a su amigo. –oh, dios...Hiro!- gritó haciéndole señas en el momento en que el pelirrojo miro en su dirección.
-Shuichi!- se acercó corriendo al verlo, -Estas bien?- vio al hombre que lo acompañaba, al cual le dirigió una mirada de desconfianza. –mas te vale no haberle hecho daño.- K se señaló a si mismo con gesto interrogante.
-Eh... no Hiro, no pasa anda, es solo que ha habido una confusión.- Rio nervioso.

Una vez le explicaron lo ocurrido a Hiro, este se dirigió al hombre mas alto.

-Lo siento, pensé que lo querías secuestrar o algo.-
-No problem, todo arreglado.- le dio un golpecito en la espalda a lo que Hiro sonrio nervioso, pensó que mejor seria hacerse a migo de ese hombre... seguro que sus enemigos no debían pasarlo nada bien...

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Después de un buen rato buscando a Ryuichi, se sentaron a descansar en unos escalones que había por allí cerca, cuando varias personas pasaron a su lado hablando.

-que ocurre?-
-un muchacho esta cantando en la plaza.-
-pero eso no es nuevo, muchos muchachos cantan en la plaza.-
-si, pero este lleva un conejito de peluche rosa con el que habla.-
-en serio? Tengo que verlo.- se alejaron de allí.

-Ryuichi...- K se levantó tomando entre sus manos lo que parecía ser un arma de fuego*. Shuichi y Hiro lo miraron asustados.

Al llegar de nuevo a la plaza, se abrieron camino entre la gente que observaban la escena divertida. Aplaudían encantadas al chico que cantaba y mantenía conversaciones con un conejito rosa al que llamaba Kumagoro. Varios de los allí presentes dejaron caer varias monedas en una cestita que sostenía el conejito entre sus patitas, a lo cual el peluche daba las gracias amablemente.

-Eh tu!- El rubio se colocó en primera fila ante el joven que se volvió a mirarlo al igual que las demas personas.
-Oh K! Ya me has encontrado! Mira cuanto dinero na no da!- le mostró la cestita con las monedas que había conseguido.
-si, hay mucho dinero ahí.- miró la cesta con algo de asombro, para enseguida volver a recobrar la compostura. –se acabó el juego, debemos volver.- Ryuichi vio como un par de personas se asomaban con algo de miedo por detrás del rubio, enseguida reconoció a una de ella.
-Shuichi!- Dejó caer la cesta al suelo provocando que las monedas quedasen esparcidas por el mismo. –Eres tu Shu-chan! Cuanto tiempo na no da!- se lanzó al cuello del chico quien sonrió algo nervioso ante el abrazo tan efusivo.
-Jamas cambiara.- K se encogió de hombros para después agacharse a recoger las monedas del suelo colocándolas de nuevo en la cesta.
-Deja que te ayude.- Hiro hizo lo mismo, eso le ayudaría a ganar puntos para que ese tipo tan extraño no usara nunca esa extraña arma contra él...
-Shu-chan pero que haces tu aquí? Pensé que no te volvería a ver.- Lo volvió a abrazar con alegría.
-Es muy largo de contar.- por un momento se entristeció.
-oh! Espera un momento.- le puso a Kumagoro entre los brazos para que lo sujetara y se dirigió a K que ya había recogido todas las monedas con la ayuda de Hiro para quitarle la cesta de las manos al rubio.

Seguidamente se acercó a un par de niños que portaban una cesta con flores esperando a ser compradas.

-Quiero que me vendáis todas las flores que pueda comprar con esto na no da.- Los niños se sorprendieron al ver tanto dinero junto, con aquello podría comprar la cantidad de la cesta hasta 3 veces.
-pero señor este dinero...-
-eh? No es suficiente?- comenzó a contar las monedas.
-No, no es eso, es demasiado dinero... le sobrara mucho aunque compre todas las flores.- le explico el chico.
-ah! No importa na no da. Me llevo todas las flores entonces!- Ryuichi cogió las flores haciendo un ramillete con ellas y le extendió a los niños la cesta con el dinero.
-espere, su cambio.- Ryuichi se volvió de nuevo hacia los niños.
-a vosotros os hace mas falta que a mi, quedaos con el.- les sonrió amablemente con expresión adulta y se alejó de allí con las flores bajo la mirada de felicidad de los niños.

Se acercó de nuevo a donde lo esperaban los demás, quienes habían visto el gesto de Ryuichi para con los niños.

-Toma Shu-chan, es para ti.- le extendió las flores provocando en Shuichi un leve sonrojo.
-gra... gracias...-
-Ryuichi tenemos que marcharnos ya.- le advirtió K.
-Ya? Pero yo quiero estar con Shuichi!- sus ojitos se nublaron de lagrimas a la vez que comenzaba a hacer pucheros.
-bueno la verdad es que...- Hiro se dispuso a hablar. –pensaba que Shuichi podría volver a vuestro reino....- Shuichi lo miro con algo de sorpresa, ya sabia que Hiro quería sacarlo de alli, pero no tenia ni idea de que pretendía llevarlo de nuevo con su antigua ama.
-si!!! Shuichi vendrá conmigo!- lo volvió a abrazar con entusiasmo.
-yo... no quiero molestar.-
-claro que no molestas! Volveremos a jugar como hacíamos antes na no da! Pero esta vez...- sus ojos azules le dedicaron una intensa mirada. –...seré yo el que me ocupe de ti, y no mi hermana.- Shuichi solo pudo bajar la vista casi escondiendo la cara entre las flores para que el otro no notara el evidente sonrojo en sus mejillas. –entonces que? Te quedaras con Ryu-chan y Kumagoro na no da?-
-si, claro...- Sonrió con tristeza, de nuevo había venido a su mente la imagen de Yuki y todo lo vivido junto al rubio.
-bien, pero ahora debemos partir.- K paso un brazo sobre los hombros de Hiro quien lo miro algo nerviosos al verse tan cerca de aquel hombre. –tu también te vienes verdad?- lo miro quedando relativamente cerca del pelirrojo, a lo que este respondió asintiendo a la vez que intentaba apartarse un poco de él.
-entonces pongámonos en marcha na no da!-


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* No son orquideas comunes, son otra especie, algo fuera de lo comun. imagen:
http://www.4elsalvador.com/images/orquideas%204.jpg parecidas a esa pero de los colores q describi, es q si me pongo a buscarla ahorita el fic se queda para otro dia ^^;; /Notita de saiyi: son preciosas ^_^/

* pues bien, hemos decidido que K lleve a su lado su armamento habitual... sabemos k esa epoca no existia ese tipo de armas... pero quedaba mas al estilo de K de esta forma XDDD y lo hemos kerido respetar ^_^ además, k seria del rubio americano sin su inseparable mágnum???? XDDDDDDDDDDD
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Notas de Cath:

Bueno al fin el cap. 12 ^^ en este cap. no tengo ni inspiracion para las notas >.< es imposible, voy a cazar a mi musa nuevamente... Bueno perdon por lo de la violacion, ya saben saiyi no tuvo la culpa, yo la escribi y ai-chan fue la autora intelectual del crimen. Y ya no haremos sufrir mas a Shuu, bueno solo un pokito pero no daños severos ^^;;



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Notas de Ai:

holaaaa, komo estais? ^^ muchas gracias por todos los reviews que nos habeis dejado ^^ significan mucho para nosotras :D espero que os haya gustado este capitulo y k alguna vez me llegueis a perdonar por haber violado a shu de una manera tan salvaje ._.

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