lunes, 17 de agosto de 2009

DREAM WITHIN Ch.14

By Chekie Girls



Cap. 14




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Ambos muchachos temblaron abrazados cayendo de rodillas sobre la hierba a la vez que una silueta aparecía tras los matorrales...

-No quiero que me coma un oso na no da!-
-Yo tampoco aun soy muy joven para morir!-

En ese momento un silencio los envolvió, Ryuichi abrió con temor un ojo hallando ante ellos lo que parecía ser la presencia de Hiro y K, este ultimo los miraba expectante.

-Jajajajajajajajajajajajaja....- Ryuichi deshizo el abrazo tendiéndose en el suelo a la vez que reía sonoramente. Con una mano se sujetaba la barriga mientras que con la otra señalaba a los recién llegados.

-Que pasa Ryuichi?- preguntó el rubio llevándose una mano a la cabeza.
-Jajajajaja Shu-chan creía que erais un oso que nos iba a comer jajajaja...- la voz de K hizo que Shuichi abriera los ojos alcanzando a ver que no había oso alguno.

-Uf menos mal.- suspiró aliviado con la mano sobre el pecho.
-Jeje lo ves Shuichi? Lo que yo te decía, no hay oso na no da.-
-Pero pero... si tu también creías que era un oso!-
-OK, OK, no hay oso verdad Hiro?- dedicó una mirada traviesa al pelirrojo que permanecía tras él algo distraido.
-Eh? Si, claro...- sonrió forzadamente intentando disimular el rubor en su rostro y su estado de incredulidad ante lo ocurrido anteriormente.
-Eto... donde estabais Hiro?- pregunto Shuichi acercándose a su amigo.
-Pues... estábamos...-
-Teníamos algo que hacer verdad Hiroshi?- K le pasó un brazo sobre los hombros consiguiendo que el muchacho se tensara mas.
-Si, eso es.-
-Uhm? Si tu lo dices...- Shuichi se encogió de hombros ante la afirmación de su amigo.

De repente un pez apareció ante los ojos de los tres haciendo que retrocedieran unos pasos debido al susto. Pronto descubrieron que era Ryuichi el que sostenía al animal por la cola.

-Que es esto Ryuichi?- pregunto el rubio.
-La cena no da.-
-OK! Debemos cenar bien, mañana embarcaremos rumbo a Sindhar!.-


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Al día siguiente emprendieron rumbo nuevamente, llegando esta vez a un pueblecito pesquero donde tomarían un barco en el puerto, el cual los llevaría hasta Sindhar.

-Que barco mas grande!- Shuichi abrió los ojos con sorpresa, él ya había montado en barco, concretamente cuando fue llevado al reino de Ilion, claro que aquella vez habían tomado una ruta totalmente distinta, en un barco mucho mas pequeño y solamente proveído para el trasporte de esclavos.

-Viajaremos aquí hasta llegar a Sindhar, es el ultimo tramo del viaje.- explicó K disponiéndose a subir al barco.

Shuichi volvió la vista atrás por un momento, cada vez estaba mas lejos de Yuki, cada vez veía mas lejos los recuerdos que había construido respecto a él. Pero tenia que hacerlo, era necesario, para ambos. Sin pensarlo mas subió al barco siguiendo a los demás, los cuales ya habían acomodado sus respectivos caballos en el lugar indicado para el trasporte de animales. En una hora el barco había zarpado, dispuesto a llevarlos a su destino.

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Habían trascurrido 3 días desde que Shuichi y los demas embarcaron, Eiri y Tatsuha habían conseguido llegar al mismo puerto donde su esclavo había tomado el barco con rumbo a Sindhar...

-Que demonios esta diciendo?- Eiri tomó entre sus manos el cuello de la camisa del hombre con quien ”conversaba”, consiguiendo que aquel centrara su mirada en los ojos dorados que brillaban furiosos.

Apretó el agarre provocando que el embarcadero tragara saliva asustado.

-Cálmate hermano, este hombre no tiene culpa de que tu esclavo se haya escapado.- Tatsuha se encontró de inmediato con aquellos fríos ojos que le dedicaban una mirada como el hielo. –eh... no hay otro barco que nos pueda llevar, es urgente.- preguntó nervioso presionado por la mirada del rubio sobre él.
-Si me suelta les puedo explicar.- Eiri soltó al hombre, dejando que este recobrara algo de aire y suspirara aliviado para seguidamente comenzar a hablar.
-Habla.- ordeno el rubio.
-No hay forma de llegar a Sindhar si no es en esta embarcación, y ya les digo, no zarpa nuevamente hasta dentro de 12 días.-
-Tiene que haber otra forma de llegar, no puede zarpar un único barco cada tanto tiempo!-
-Es esperar o ir nadando...- el hombre se encogió de hombros.
-Pues si que esta mala la comunicación entre ambos países...- dedujo Tatsuha tranquilamente. –espera un momento!.- los otros dos lo miraron, lo mismo se le había ocurrido una buena idea... lo cual era mucho suponer. –Entonces... si a los 12 días que quedan para que el barco zarpe le sumamos los 5 días de viaje en este...- comenzó a hacer cuentas con las manos. –buaaaaaaaaaaaaaa! no veré a my honey Ryuichi hasta dentro de 17 días!.- las miradas de ambos hombres se centraron incrédulas sobre Tatsuha quien estaba a punto de comenzar a llorar.

Eiri ignoró a su hermano y al hombre, dándose media vuelta para marcharse de allí cuanto antes, tenia que encontrar la manera de viajar hasta Sindhar en menos de 12 días.

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Después 5 días al fin estaban a punto de tocar tierra, el barco había echado anclas, dando por terminado el ultimo tramo de su viaje. Shuichi jamás pensó que volvería a su lugar de origen, a su pueblo.

Su corazón latía con fuerza al observar a la gente, al reconocer las túnicas y turbantes que complementaban las vestimentas en Sindhar, al ver los altos edificios de ladrillos de barro cocido que conformaban las calles; al ver como el palacio se alzaba imponente entre la ciudad.

Sintió como una mano se posaba firme en su hombro, al girarse se topó con la mirada cálida de un Ryuichi serio, y detrás de él se hallaban Hiro y K esperándoles para desembarcar.

Pronto se vieron entre la multitud, el ruido era aturdidor y el calor penetraba por su piel calentando sus cuerpos, al igual que la arena del desierto se colaba imperceptible entre sus ropas ligeras.

Hiro estaba impresionado ante tanta actividad desarrollada en aquel puerto, Sindhar era un reino abrumador. Jamás pensó que algún día visitaría ese lado del mundo, aunque mas de una vez le había pasado por su mente volverse un caballero andante.

El recorrido desde la entrada de la ciudad hasta las grandes puertas que encerraban el palacio fue toda una procesión; un mar de pétalos rojos y amarillos derramados desde las edificaciones mas altas danzando con el suave viento, y las risas de los niños junto al bullicio de los súbditos conformaban una alegre melodía de bienvenida.

El rey Ryuichi regresaba a su reino, regresaba para tomar su puesto como sucesor del trono de Sindhar. Debía presentarse ante los ancianos consejeros para luego tomar su puesto como sultán, después de todo había pasado bastante tiempo fuera de Sindhar.

Ya estaba cerca de las puertas del palacio, K iba detrás de Ryuichi con Hiro y Shuichi, que volvían a compartir el mismo caballo, para alivio del joven esclavo y por cuestión de protocolo respecto a la posición del sultán.

Pronto dieron con las grandes puertas doradas que daban la entrada al palacio, adentrándose bajo el gran arco de mármol, siendo recibidos por una gran cantidad de sirvientes que de inmediato se encargaron de los caballos y el equipaje.

Los cuatro hombres caminaron tranquilamente por un largo pasillo, adentrándose en el palacio hasta encontrar dos bifurcaciones.

-Eh dispuesto para ti y para Hiro dos habitaciones en el pasillo aledaño a mis aposentos, hacia el norte del palacio, allí nadie les incomodara. Pasare esta noche por ti para que me acompañes a la fiesta de bienvenida Shu-chan.- Explicó Ryuichi guiñándole el ojo al de cabellos rosados. –nos vemos luego na no da!- se encaminó por el pasillo derecho con Kumagoro sobre su cabeza.

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Al llegar la noche la música podía oírse por los alrededores de palacio, llenando a su vez el interior de este con las misteriosas melodías. Ryuichi había ido en busca de Shuichi, aquella noche se divertirían en la fiesta, haría que el joven esclavo se sintiera a gusto en aquel lugar.

Hiro, Shuichi, K y Ryuichi se dirigían conversando alegres por un largo pasillo iluminado por varias antorchas y cargado por ese aroma tan embriagador compuesto de múltiples fragancias de flores exóticas.

El salón de fiesta se había llenado de mucha más algarabía al ingresar por el umbral el rey junto a sus amigos. Había comida por todas partes, música, bebida, y alegría.

Era tan exagerada y ostentosa la forma en que estaba decorada la sala, casi toda estaba cubierta de velos de múltiples colores y diseños que dividían la sala dándole un toque de misterio. Lo tambores comenzaron a sonar al ritmo de la algarabía, seguido por cuernos y laúdes intensificando lo místico del ámbito. Aquellas tonadas exóticas inundando el ambiente en una música cálida y erótica la cual seducía incitando a moverte al ritmo de la palpitante melodía.

Hermosas bailarinas danzaban cubiertas con faldas de suaves y traslucidas telas con cintos de lentejuelas; adornadas con hermosas cadenas y pulseras de oro y plata. Pieles aceitunadas cubiertas de escarcha y tatuajes de henna repartidos por sus cuerpos felinos, ojos misteriosos resaltados con negro. Danzaban ondulando sus cuerpos en forma sensual y sus manos moviéndose a modo de invitación.

Shuichi no pudo evitar sonrojarse al ver aquellos movimientos, recordando inmediatamente aquella vez que él mismo bailo para Yuki, aquella ultima noche que pasaron juntos. Movió la cabeza intentando sacar esos pensamientos, no quería parecer triste aquella noche, se divertiría, disfrutaría de aquella fiesta en la que seguramente no abría sorpresas desagradables.

-Discúlpenme un momento, enseguida vuelvo.- Ryuichi se alejó del resto seguido de K, debía presentarse ante parte de la corte, mas tarde podría divertirse tanto como quisiera.

Shuichi asintió ante las palabras del joven rey, quedándose con Hiro en aquel lugar. Enseguida una suave sonrisa se dibujó en su rostro, tomó alegremente el brazo de su amigo pidiendo que lo acompañara a sentarse sobre los almohadones cerca de los músicos. Así hicieron. Ambos chicos tomaron asiento en aquellos cómodos almohadones, oyendo encantados la música que invadía el lugar, mirando curiosos e interesados cada uno de los instrumentos que los músicos manejaban. Esa era una de las cosas que ambos compartían con alegría, la pasión por la música, a pesar de el estilo de vida que había escogido llevar el pelirrojo.

Una hermosa muchacha de cabellos violetas recogidos en un perfecto moño con piedras preciosas incrustadas en él, y luciendo un vestido color crema de numerosos encajes y detalles, se acercó a los chicos que encantados oían la música que le regalaban. Shuichi abrió los ojos al notar como alguien se había parado frente a él, comprobando con alegría que se trataba nada menos que de su antigua ama, la princesa Noriko.

-Princesa!.- de inmediato se levantó consiguiendo que Hiro saliera de su “trance” e hiciera lo mismo ante la hermosa muchacha.
-Vaya, así que era verdad, me lo habían dicho, pero me parecía algo casi imposible.- sonrió al ver al que durante tantos años había sido su esclavo. –te tenemos de vuelta en palacio.- con su dedo índice tocó la punta de la nariz del pequeño, dedicándole un gesto cariñoso, consiguiendo que este sonriera tímidamente.
-Eto... si.-
-Y quien es tu amigo?- dedicó una mirada interesada al pelirrojo.
-Nakano Hiroshi.- contesto el aludido. Con suma educación hizo una reverencia ante la princesa, notándose perfectamente que había pertenecido a la corte de algún reino.
-Si, este es Hiro, es muy amigo mio.-
-Shu-chan!- el de ojos violetas volvió a quedar sobre los almohadones en el momento en que Ryuichi saltó sobre él, ignorando cualquier conversación de este con su hermana.
-Ah, Ryuichi, ya estas de nuevo. Ya vas a empezar a tirarte encima del pobre chico?- Noriko tomó al joven rey de las orejas, consiguiendo que liberase al otro.
-Noriko-chan nunca me dejas que me tire encima de Shuichi! Quiero jugar con él na no da!-
-Si, si, juega con él, pero no te lo cargues!- lo soltó haciéndolo caer al suelo.
-Ite! Eso duele eres mala!- le hizo burlas abrazando a Kumagoro.
-Lo que tu digas...- se encogió de hombros volviéndose a mirar a Shuichi que permanecía junto a Hiro.

El pelirrojo ni siquiera se había sorprendido ante la especial relación entre los hermanos, cosa que ya no le extrañaba demasiado después de haber conocido al joven rey y al rubio de las armas...

-Nos veremos por aquí Shuichi, me quedare unos días en palacio. Ah! es verdad, no lo sabes.- sonrió ante un extrañado Shuichi. –hace poco contraje matrimonio con mi prometido, te acuerdas de las cosas que te contaba verdad?- le guió el ojo consiguiendo que el joven esclavo se sonrojara ante tales recuerdos. –jajajajajaja. No has cambiado en nada.- llevó una mano hasta acariciar la mejilla del pequeño. –diviértanse en la fiesta.- con una cálida sonrisa se alejí de allí.

-Esa chica era tu ama Shuichi?- pregunto Hiro.
-Eto... si, lo era.- sonrió nervioso.
-Parece muy buena persona, me pregunto por que se desprendería de ti...-
-Vamos a bailar na no da!- tomando la mano de Shuichi lo jaló para llevarlo hasta el centro de la sala, el de cabellos rosados a su vez, consiguió tomar la manga de la camisa de Hiro, indicándole que él también los acompañara.

Shuichi comenzó a moverse con soltura alrededor de Hiro aplaudiendo suavemente con las manos avivando la algarabía como si tal fogata fuese con sus alegre risa.

El pelirrojo sonrió al ver a su amigo mas repuesto. Desde que habían comenzado el viaje acompañados de Ryuichi y K había comenzado a sanar mas rápido, el sultán siempre le hacia reír con alguna de sus niñerías, era increíble que un hombre con semejante posición fuera tan, tan, tan despreocupado, esa era la palabra. Realmente se asemejaba mucho al pelirosa pero Ryuichi tenia cambios de personalidad asombrantes, hoy lo había comprobado y además que tenia cierto sentido de posesión para con Shuichi que le incomodaba un poco, pero no se podía hacer nada al respecto.

Quizás no debería quejarse tanto después de todo era él el que había planteado esa solución para acabar con los problemas de su amigo, así como también se había planteado que de catalogar el lugar no apropiado para el bienestar de Shuichi lo alejaría de allí de inmediato... pero todo se había vuelto un caos.

-Venga Hiro muévete.- ordeno Shuichi jalándole nuevamente de la manga.

Hiro sonrió ante el ceño del pelirrosa al notarlo tan distraído. Ese baka era muy especial y ese halo de inocencia y extraña sensualidad lo hacia un imán para con casi todas las personas, hasta a él lo había llegado a confundir en el pasado. Quizás no debería preocuparse tanto, Shuichi había mejorado mucho, aunque sabia que la marca que Yuki había dejado en él tomaría su tiempo antes de borrarse.

-Hiiirooo!- lloriqueo el de ojos violetas.

-Ah! si, pero Shuichi yo no se bailar eso -respondió algo avergonzado al notar algunas miradas curiosas en ellos.

-Bueno imita a los demás, pero muévete.- dijo el pequeño sacando juguetonamente la lengua.

Hiro lo había mirado exasperado y de pronto comenzó a moverse un poco amarrándole el ritmo a la música, cosa que no era nada difícil ya que esa música parecía colarse en uno hasta provocar sus movimientos.

El pelirrojo ya le había agarrado el ritmo y estaba bailando alegremente con Shuichi y Ryuichi que se había hecho el dueño de la “pista”. Sin inhibiciones de ningún tipo, de repente se hallaban un grupo bailando todos juntos hasta el punto en que ya no sabias con quien habías comenzado a bailar y cientos de bebidas habían pasado por sus manos, casi todas con un toque picantes y deliciosas.

En una de las vueltas que dio se tropezó nuevamente con el peligrosa, que estaba bailando junto a una odalisca, le hizo mucha gracia el sonrojo de Shuichi. Entonces se topó con un par de ojos azules, intenso azul. Sintió como sus mejillas se calentaban.

K miraba interesado y divertido al pelirrojo, cuando lo había visto bailando con Shuichi no se lo podía creer, y luego verlo bailando en grupo le había incitado a acercarse pero no es que Hiroshi fuera su presa... y ahora que el muchacho se percataba de que el lo estaba observando se había quedado quieto y sus mejillas se ruborizaban graciosamente. Le complacía tener ese efecto en el pelirrojo.

Los ojos del rubio brillaron al ver como Hiro se alejaba entre la multitud seguido de Shuichi. El de cabellos rosados decidió ir a sentarse un rato con su amigo, ya que nuevamente, Ryuichi había tenido que acudir a presentarse ante algunos de los presentes. Se encaminaron hasta una de las mesas preparadas con la comida, sentándose en un espacio que encontraron entre dos hombres.

Cuando tomaron asiento nada mas fue presentarse y todo comenzó a fluir libremente, uno de ellos era del reino vecino y otro era el capitán de la flota de Sindhar.

Hiro miraba con aspecto reticente la comida, habían algunas cosas que se veían del asco a ser sinceros y otras si que se veían realmente apetitosas. A la final se decidió por una especie de pastel con una dudosa combinación de vegetales y una salsa blanca y otra roja se esparcían tentadoras por encima.

Cuando los dos hombres y Shuichi se fijaron en el platillo que había tomado Hiro y acababa de introducirse en la boca, palidecieron, a escasos momentos el rostro del pelirrojo cambiaba de blanco a rojo y de rojo a un verde y de verde nuevamente a rojo.

Shuichi inevitablemente comenzó a reírse a carcajadas mientras Hiro consumía cuanta bebida le pasara al frente y mecía su mano contra su boca abierta tratando de apagar el fuego de la comida picante en su lengua.

- No!- grito el pelirrosa preocupado al ver la pequeña botellita transparente que le pasaron al pelirrojo, pero este inevitablemente se había bebido el contenido en cuestión de segundos.

Shuichi le miró expectante y con algo de miedo, Hiro se mordió el labio inferior mientras su cara se tornaba roja y ahora en vez de sentir el picante en la boca lo que sentía era el calor trepando por cada uno de sus poros y arder su rostro.

-Que fue eso que bebí? -se deslizó la voz ronca del pelirrojo.

-Jarak.- respondió Shuichi preocupado por su amigo. -Te sientes bien Hiro?-

-Si... solo tengo algo de calor.- respondió este secando el sudor de su frente.

Una mano dio unas palmadas contra su espalda y al voltearse el pelirrojo se topó con la mirada ambarina del hombre sentado a su lado, el cual le miro indescifrable mientras le sonreía.

-Shu-chan! Por que dejaste de bailar na no da?- nuevamente el joven rey tiró del brazo del pequeño para sacarlo a bailar.
-Espera, es que Hiro...- trató de detenerlo, pero se quedó mas tranquilo al ver como el rubio de la melena se acercaba a su amigo con un vaso de agua.
-Vamos a bailar!- y así se dispusieron a bailar de nuevo.

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La noche estaba transcurriendo divertida, Ryuichi bailaba encantado con Shuichi y con Kumagoro claro, el conejito no podía faltar en la fiesta. Pero aquello fue interrumpido por su hermana la cual se había acercado a la pareja dispuesta ha que su hermano le hiciera caso en lo que tenia que decirle.

-Ryuichi, tienes un momento?-
-Ahora estoy bailando na no da.-
-Ryuichi, ti-e-nes-un-mo-men-to?- recalcó la princesa con un tomo mas de orden.
-Estoy bai...-
-Que vengas conmigo!- ante la mirada de varias personas se alejó de allí arrastrando a un Ryuichi en plena pataleta, dejando a Shuichi con una mueca de nerviosismo en su rostro.


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El murmullo de la fiesta de dejaba oír en los jardines de palacio, al igual que la voz de la joven princesa...

-Pero hermano en que estabas pensando? Como se te ocurre traer de nuevo a ese muchacho?- Ryuichi jugaba tranquilamente con Kumagoro, casi ignorando las palabras de la princesa. –Ryuichi! Escúchame!-
-Eh?- se volvió centrando su mirada inocente en la muchacha.
-Tienes que devolverlo con su amo, que diría nuestro padre?- el joven Rey dejó de jugar con el peluche para tornar su mirada a una casi desafiante.
-Nuestro padre ha muerto, ahora soy yo el rey de este reino, y como tal haré lo que quiera.-
-Pero no lo comprendes? Es que no recuerdas el verdadero motivo por el que nuestro padre lo alejó de aquí?-
-No me hagas recordarlo... poner como excusa su color de cabello... es vergonzoso.- apretó los puños con fuerza. –pero eso ya no importa, quiero que Shuichi se quede, y si él esta conforme, se quedará.-
-Ryuichi, sabes lo que supone de nuevo verdad? No creo que sea buena idea, después de haberte olvidado de él...-
-Jamás me olvide de él, solo aparenté haberlo hecho.- la princesa se vio reflejada en la intensa mirada azul del joven rey, esa mirada que pocas veces mostraba y la cual denotaba decisión y seguridad.
-De cualquier manera no creo que...-
-He dicho que se queda.- se dio media vuelta dejándola con la palabra en la boca.
-Esto no puede acabar bien... pero haz lo que quieras, como haces siempre...- se marchó de alli dejando a su hermano solo.

Ya sabia de sobra que cuando a Ryuichi se le metía algo en la cabeza no era fácil hacerlo cambiar de idea, tenia las cosas muy claras y sabia lo que se hacia, a pesar de aparentar todo lo contrario.

Ryuichi suspiró, a pesar de que su hermana ya había contraído matrimonio con su prometido y gobernaba junto a su marido un pequeño reino situado al norte de Sindhar, aun seguía visitándolo muy a menudo, y como no, comportándose como su fuera su madre mas que como si fuera una hermana.

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Hiro iba caminando con tranquilidad por el pasillo que daba al jardin, respirando el aire fresco de la noche. Aire aromatizado con los olores de las especias y maderas... ese olor era intoxicante... tan intoxicante como el de cierto rubio...

Se había tomado unas cuantas copas de *Jarak y su cuerpo estaba ardiendo, aquellas gentes del oriente si que tomaban cosas fuertes y comidas picantes.

Lo habían dejado ir con renuencia de la fiesta, el prefería irse de allí antes de encontrarse con K en ese estado. Había descubierto que la presencia del rubio lo ponía nervioso y aun mas después de aquel beso. Había descubierto tantas cosas en tan pocos días...

Era el ambiente, era la música, era la alegría... era el ardor. ¿Cuantas vueltas había dado ya? Se había perdido nuevamente. Una sonrisa juguetona se dibujó sus labios, ya estaba igual que Shuichi con aquel sentido de orientación tan pésimo.

Unos cuantos pasos mas y salió del pasillo oscuro a través de arcos dorados sembrados de múltiples florecillas de piedras preciosas llegando a un espacio redondo. Era alguna especie de jardín, a la mitad se hallaba una gran fuente, iluminada con pequeñas velas colocadas encima de hojas de loto esparcidas arriba del agua, danzando levemente al ritmo de la suave corriente.

Se repartían varias aberturas alrededor de las paredes, algunas pequeñas con floreros repletos de rosas y orquídeas, y otras aberturas mas grandes repletas de cojines rojos, dorados y blancos, dando la apariencia de una cama. En los palacios orientales abundaban cantidades de habitaciones para todo uso al parecer.

Un bostezo escapo de la boca del pelirrojo, al ver aquella cama su sueño había aumentado, era como si la cama dijera "ven". Cerro sus ojos aspirando el aroma, concentrándose en él. Olía a cuero, a rosas, a sándalo y especias, a... que era eso?... era un olor fuerte, como a pólvora...

Y el aliento caliente de alguien acariciando su oído, poniéndole de inmediato a la defensiva. Pero "ese" alguien no le permitió darse la vuelta sino que lo acorraló de inmediato contra la pared, atrapando sus brazos obligándole a cruzarlos sobre su espalda, presionando su cuerpo y su rostro contra la fría pared haciéndole lanzar un suave quejido de dolor.

Y la boca nuevamente se acerco a su oído, lamiendo su oreja, haciéndole temblar, mientras rubios y lacios cabellos se colaban por su cuello produciéndole un suave cosquilleo.

Suspiró algo mas tranquilo al percatarse de quien era su “acosador”. Pero no por eso se calmaba por completo, que pretendía acorralándolo de esa forma contra la pared?.

-K, ¿que sucede?- preguntó con voz ronca Hiro.

El rubio aspiro el aroma ácido del pelirrojo, recostándose contra él, descansando su cabeza contra su hombro.

-Hiro-kun.- ronroneo el rubio, depositando un beso en la piel descubierta del cuello del pelirrojo.

Hiro se tensó por varios segundos cuando sintió el beso en su cuello, estremeciéndose, y al minuto siguiente sintió un apretón mas fuerte en su cuerpo antes de ser soltado. K dio dos pasos hacia tras, esperando a que el pelirrojo se diera la vuelta.

Hiro se sintió libre e incomodo, nunca en su vida había dudado en darle la cara a alguien, y mucho menos a otro hombre. Agarrando aire se dio la vuelta, fijando su mirada en los ojos azules, fogoso y persistente azul.

¿Como enfrentar aquello?. Era una decisión difícil, realmente difícil, y aun mas complicada por la eléctrica corriente de pasión que transitaba por su cuerpo, calentándolo al estar en presencia del rubio.

Podía dejarse llevar... Podía negarse a ello... Pero sólo tenía que ver a K para comprender que lo suyo era una batalla perdida.

-Que es lo que quieres de mi?- se atrevió a preguntar sosteniendo con mas decisión la mirada del rubio.

-Quiero tantas cosas de ti Hiro.- contestó K con una sonrisa. -Pero esta noche te quiero a "ti"... solo a ti...-

Y eso era todo lo que se hablaría por esa noche. K atrajo nuevamente al pelirrojo depositando un suave beso en sus labios, acariciándolos luego con su lengua. Quería saborear su boca ácida nuevamente, lo ansiaba desde el día en que lo había probado por primera vez. Amaba la expresión de entrega que mostraba en sus fantasías mas fuertes. Anhelaba oírlo gemir, suplicar por él.

Rodeó con sus manos la cintura de Hiro apretándolo fuertemente contra si, haciéndole gemir, momento que aprovechó para introducir su lengua en su boca, probando nuevamente la esencia fresca.

Acariciándose ambas lenguas en una entrega mutua, en un duelo sin ganador. Pronto los brazos de Hiro abandonaron las manos de K para enroscarse en su cuello, volviendo mas profundo el beso. Y las manos del rubio se desplazaron por la espalda del pelirrojo, acariciándole con algo de rudeza, con algo de ternura, con decisión.

K lo acorraló nuevamente contra la pared, presionando su cuerpo contra esta, comenzando a despojarlo de su camisa, haciendo temblar al pelirrojo con el toque de la yema de sus dedos sobre toda la extensión de su pecho, con el frotar de sus dedos en ese punto particularmente sensible que eran sus pezones, agitando su respiración con cada beso regado en su cuello.

Hiro había comenzado a desvestirlo con algo de desesperación, casi rasgando su camisa, deseoso de explorar también el cuerpo del rubio. Depositando suaves besos sobre los hombros de K y restregando su mejilla contra su cuello en un claro gesto de sumisión.

K sonrió divertido ante la reacción del pelirrojo y una de sus manos se aferró a su cadera, mientras la otra se deslizaba desde el comienzo de su espalda hasta su nuca, haciéndole gemir, posesionándose de su boca húmeda en un beso hambriento que fue respondido por Hiro con la misma pasión, con la misma intensidad.

La mano del rubio bajó nuevamente recomenzando la tarea de desvestir al pelirrojo. Quitándole el pantalón con extraña suavidad, acariciando al mismo tiempo la piel liberada.

Hiro apartó su boca de la de K explotando en un coro alto y bajo de gemidos al sentir el frió acariciar su cuerpo completamente desnudo,
gemidos que aumentaron mas cuando una de las manos de K se deslizó de forma constrictora alrededor de su miembro. El pelirrojo estiró lo poco que podía su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, perdiéndose en la dura y caliente corriente de placer que recorría su cuerpo.

El rubio sonrió al sentir la impaciencia de Hiro en los movimientos ansiosos de su cuerpo contra su mano y sus facciones transfiguradas por el placer, brindando una imagen dócil. Era increíble lo complaciente que era el pelirrojo en ese estado de excitación, dejándose tocar, dejándose llevar fuese cual fuese la dirección.

Pasó su lengua por el cuello del pelirrojo, deleitándose con el ronroneo de los gemidos que brotaban de su garganta.

Advirtiendo que su erección no iba a aguantar mas oprimida dentro de sus pantalones, llevó una de las manos de Hiro hasta la orilla de su pantalón provocando que el pelirrojo saliera de su sopor y lo mirase algo avergonzado por perderse en su propio placer. El rubio sonrió ante la cara sonrojada de Hiro, el muchacho era simplemente adorable.

Ante la mirada hambrienta de K el pelirrojo comenzó a desabrochar sus pantalones lentamente, no estaba muy seguro de que hacer después, bueno si sabia lo que debía hacer... y también sabia lo que venia después de aquello y eso le daba un poco de miedo, a pesar de estar disfrutando aquel juego.

Ahora el rubio acariciaba despacio su miembro y no parecía con muchas ganas de acelerarlo hasta que el no avanzara en lo que sea que tuviera que avanzar. Hiro se sintió desesperar, primero debía calmarse, pero como calmarse si el muy bastardo no lo dejaba concentrarse con las caricias en su miembro, con los besos en su cuello; y su cabello haciéndole cosquillas en el pecho... Debia dejar la vergüenza a un lado.

Decidido desabrochó el pantalón y metió de golpe la mano, tanteando hasta que consiguió el miembro de K... duro, tan duro como el acero, algo que lo llevó a pensar nuevamente en la seguridad que tenia de que realmente quería que aquello pasara.

Un fuerte apretón en su miembro lo hizo gemir, un gemido que pronto se convirtió en un suspiro al tiempo que una corriente de ardor recorría nuevamente su cuerpo, su boca buscó ansiosa la del rubio mientras deslizaba suave sus dedos por toda la extensión de la palpitante erección. No sabia si estaría bien continuarlo, pero si sabia que lo necesitaba.

K continuó con caricias mas ardientes y atrevidas sobre Hiro, mientras este seguía también acariciando el miembro del rubio, turnándose a ratos con los testículos provocando mas de un gemido ahogado que era recibido deliciosamente en su oído o en su boca. Pero ya no aguantaban mas, el pelirrojo sentía que iba a explotar en cualquier momento, sentía como aquella espiral de placer amenazaba con tragárselo.

El movimiento se hizo mas rítmico, mas intenso, mas necesitado por ambas partes. K gimió en forma ronca permitiendo al pelirrojo sentir brevemente una caliente sensación resbaladiza deslizarse en su mano. El rubio obligo a Hiro a sacar su mano de su pantalón, parando al mismo tiempo las caricias y justo cuando Hiro iba a protestar K puso un dedo sobre sus labios callándolo.

El pelirrojo lo miro con el ceño fruncido mientras el rubio terminaba de quitarse el pantalón tirandolo a un lado para seguidamente acercarse a él tomando los brazos de Hiro y colocándolos sobre su cuello.

-Sostente con firmeza.- dijo K sonriendo.

El pelirrojo obedeció sintiendo como el rubio lo alzaba por la cintura obligándole a cruzar las piernas alrededor de su cintura para que se apoyara mejor. Nuevamente sintió la dura y fría sensación de la pared contra su espalda, temblando ante la frialdad repentina contra su piel, y ante cierto "algo" que rondaba su trasero.

Hiro suspiro y fijó su mirada en los ojos azules del rubio, quien le sonrió con deseo antes de acercar dos dedos a su boca, acariciando sus labios, mojándolos seguidamente en su boca para bajarlos haciendo que la respiración del pelirrojo se agitase al sentirlos deslizarse por su trasero, tocando su abertura rodeándola suavemente con la punta de sus dedos.

De pronto lo sintió presionado dentro, demasiado fuerte, haciéndole lloriquear, volviéndose suave, K comenzó a masajear lentamente en círculos, dejando que Hiro se acostumbrase a la invasión.

-Relax Hiro, estas muy tenso.- sonrió mientras depositaba un beso en el cuello del pelirrojo.

Hiro se sonrojó violentamente ante esas palabras, iba a replicar pero el rubio movió mas adentro ambos dedos tocando cierto punto que lo hizo tensarse aun mas antes de sentir chispeantes punzadas de dolor transformándose en placer en segundos, comenzó a moverse contra aquellos dedos, arqueándose contra K, frotando la piel de su abdomen contra el rubio, le resultaba casi imposible quedarse quieto ante la salvaje explosión de pasión que estalló en su cuerpo.
Necesitaba tocar, ser tocado, necesitaba hacer algo.

Sus manos inquietas se apretaban fuertes contra la espalda de K y sus talones golpeaban hacia delante al rubio pidiéndole algún tipo de alivio, alivio que le había negado antes.

-K... Por favor...- gimió Hiro.

K no iba a aguantar mas tampoco, esa manera que había encontrado el pelirrojo de frotarse contra él lo estaba enloqueciendo, sacó sus dedos y en un movimiento rápido y suave comenzó a penetrarlo, besándole al mismo tiempo con vehemencia.

Hiro enterró sus uñas en la espalda del rubio rompiendo la piel, y un leve gemido brotó de su garganta que fue absorbido por K.

El rubio empujó un poco mas, adentrándose en la estrecha abertura, sintiéndose envuelto en el intenso calor y en la deliciosa presión de los músculos del pelirrojo, comenzando a gemir junto a Hiro.

Pronto Hiro comenzó a moverse contra sus caderas, gimiendo desenfrenadamente contra su boca, hacia rato que el beso se había roto por necesidad de tomar mas aire de lo normal, pero aun ambas bocas seguían unidas compartiendo el aliento y los gemidos.

K comenzó a mover sus caderas en un ritmo intercalado, una penetración fuerte y profunda y otra penetración suave y delicada acariciando su interior. Su mano deslizándose repentinamente sobre el miembro de Hiro, provocando mas rasguños en su espalda, rasguños que le excitaban increíblemente.

El pelirrojo se sintió explotar al sentir los dientes de K marcando su cuello, sus músculos internos apretaron salvajemente al rubio al tiempo que sentía como su propio clímax estallaba en la mano de K, y sintió como este se enterraba lo mas profundo que podía dentro de si estallando en su propio orgasmo casi al mismo tiempo que el gemía roncamente en su oído.

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Un brillo intenso se dejó ver en los ojos azules a la vez que estos se reflejaban en el agua de aquella fuente cuando se detuvo ante ella, ese lugar le traía un bonito recuerdo de tiempo atrás. Sintió alguien acercarse, unos pasos indecisos tras de si. Ryuichi permaneció quieto, aun mirando su reflejo en el agua. Sabia perfectamente quien podía ser, solo él desprendía ese aroma tan peculiar que se mezclaba con el de los jazmines que flotaba sutilmente en el ambiente. Esbozó una sonrisa afirmando su sospecha al hallar esos grandes ojos violetas reflejados en él agua.

-Imaginaba que eras tu no da.- se volvió hacia el joven esclavo con una mirada inocente. –te has divertido en la fiesta?-
-Eh, si, pero me habéis dejado solo! Hiro también se fue.- se cruzó de brazos con un gesto de enfado lo cual le pareció bastante gracioso al joven rey.
-Lo siento Shu-chan, es que Kumagoro quería salir a tomar el aire no da-
-Eto... yo... quería hablar contigo.- murmuró sosteniendo la mirada del rey tímidamente, casi con algo de temor.

Ryuichi cambió su expresión a una mas seria, no le parecía un buen momento para andar con juegos, sin duda alguna había algo importante que Shuichi quería decirle, de lo contrario el chico no se mostraría tan nervioso ante él. Se sentó en el borde de la fuente, invitando al de cabellos rosados ha hacer lo mismo.

-De que querías hablarme?-
-Yo... quiero agradecerte todo lo que has hecho por mi, y que dejes que me quede aquí, en tu reino.-
-Ya sabes que siempre fuiste muy importante para mi Shuichi, y los seguirás siendo.-
-Lo se, tu también lo eres para mi, fuiste la primera persona que no me trató como un esclavo, si no como persona, por eso...- hizo una pausa para tomar aire mientras Ryuichi lo miraba esperando a que continuase. –...quiero que seas mi amo.- los ojos violetas dedicaron una mirada sincera el rey, consiguiendo que este se sobresaltara ante la petición del muchacho.
-Estas seguro de eso?- Shuichi respondió asintiendo con la cabeza, perdiendo la mirada en otra parte mientras los ojos azules lo miraban a él atentamente. –hay una razón para eso verdad?-
-Yo... ya se que no puedo conseguir la libertad, aunque ya lo intenté una vez.- sonrió al recordar aquella vez que intentó huir de los guardias y lo acabaron pillando, cuando conoció a Yuki. –tampoco quiero volver a Ilion con... él... Tu eres la única persona que puede ayudarme.- su mirada se volvió a encontrar con la de Ryuichi. -ayúdame a ser fuerte, a olvidarme de lo que siento por Yuki- colocó ambas manos sobre el pecho de Ryuichi, mirándolo fijamente, dejando ver en sus ojos como las lagrimas empezaban a empaparlos.
-No te hace falta de mi ayuda para ser fuerte Shuichi, tu ya lo eres. Puede que no lo aparentes ni lo sepas, pero escondes mucha fuerza en tu interior.- le sonrió con ternura, tomando las manos del joven esclavo entre las suyas.

Shuichi apartó la mirada avergonzado, se sentía estúpido por lo que acababa de pedirle, se sentía ridículo, quizás no debió hacerlo, pero en ese momento se sentía impotente, incapaz de estar sin Yuki, necesitaba alguien que lo ayudara a olvidarlo, aunque fuera un poco egoísta por su parte. Pero sabia de sobra lo que Ryuichi sentía por él, lo sabia desde hacia mucho tiempo, desde que el mismo rey se lo confesó. Quizás después de los meses ese sentimiento había cambiado, pero no, él sabia que no había cambiado en absoluto, esos ojos azules seguían mirándolo de la misma manera que entonces, cuando él era el esclavo de su hermana.

-Jamás debí dejar que te marcharas.- la voz del rey lo sacó de sus pensamientos, volviéndose a mirarlo, hallando de nuevo ese brillo especial en los ojos azules. –seré tu amo Shuichi.- le sonrió llevando su mano a la cara del chico para apartar un mechón rosado de esta y colocarlo tras la oreja, depositando a su vez una bonita flor blanca entre el cabello.

El joven esclavo bajó la mirada esbozando una tímida sonrisa a la vez que sus mejillas se sonrojaban levemente ante la intensa mirada y la acción de aquel hombre. Enseguida sintió como la mano de Ryuichi acarició su mejilla para seguidamente tomarlo de la barbilla y levantar su rostro levemente, consiguiendo que este lo encarase de nuevo con esos ojos violetas que tan hermosos le parecían.

Sintió la respiración del rey rozar contra sus labios en el momento en que este se acercó lentamente para intentar besarlo. Shuichi se apartó sobresaltado, consiguiendo que la flor cayera al suelo, consiguiendo que Ryuichi se apartara de él.

-Yo... aun no estoy...-
-Entiendo.- sonrió sutilmente. -No te voy a obligar a hacer algo que no quieras, esperare a que estés preparado.- se levantó para alejarse caminando entre los jardines, siendo observado por los ojos violetas.

Shuichi lo vio alejarse, perdedse entre las numerosas flores; se agachó recogiendo del suelo la que Ryuichi le había puesto en el cabello, la observó entre sus manos. Era una bonita flor de color blanco, de largos pétalos, los cuales alcanzaban su forma mas bella al llegar la noche.

-Soy mas fuerte de lo que aparento...- susurró con una leve sonrisa.

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Eiri fingía cenar en la posada de turno por ese día. Sentía las miradas curiosas sobre su persona, en estos momentos debia agradecerle a los dioses las costumbres tan rigidas de la monarquia, las personas lo miraban y se preguntaban quien era él, si supieran que era un príncipe de seguro ya estaría de vuelta al palacio, su padre debía de estar buscándolo.

Necesitaba marcharse de allí cuanto antes pero al parecer todo estaba en su contra, su hermano sentado a su lado lo veía extraño.

Tatsuha jamás pensó que vería a su hermano sentir cariño por alguien y al parecer un cariño muy grande, porque salir del reino y emprender un viaje tan largo como ese era algo sorprendente, algo que aun no podía asimilar viniendo de Eiri.

-Hermano.- El rubio miró a Tatsuha con desgana, con que le saldría esta vez? –he pensado que quizás alguna de estas personas sepan como llegar a Sindhar en poco tiempo.- La mirada de Eiri sobre su hermano se volvió mas intensa, incluso podría decirse que interesada. –bueno.. la mayoría de los aquí presentes son piratas, quizás sepan...- Eiri se levantó de repente con dirección a una de las mesas.

Se acercó a un grupo de extraños allí sentados en el rincón del lugar, bebiendo y riendo escandalosamente. Los hombres enmudecieron en el mismo instante en que algo que parecía un mapa apareció sobre su mesa, encontrándose seguidamente con unos preciosos ojos dorados que los miraban intimidantes.

-Quiero ir a este lugar.- apuntó Eiri sobre el mapa.

Los extraños quedaron con una cara de sorpresa ante el hombre rubio que se les había acercado. Uno de los del grupo, un hombre de cabellos castaños y tez bronceada vestido con ropas de pirata se acercó curioso fijando la vista en el mapa.

-Eiri que haces?- preguntó Tatsuha acercándose a su hermano, lo que menos quería en ese momento era meterse en algún lío con esa gente.
-A Sindhar?- interrumpió incrédulo el pirata.
-Si, necesito ir urgentemente a ese reino.- contestó impasible el rubio ante la mirada preocupada de su hermano.
-Lo siento pero no puedo llevarte allí.- dijo enfrentando la mirada fría que los ojos dorados le dedicaba. -veras, en este momento hay una transición de poderes, hay un nuevo Rey, lo que quiere decir nuevas leyes.-

Eiri cerró los ojos mientras suspiraba molesto, al parecer su suerte no era una de las mejores últimamente. Llevaban tres días estancados en ese puerto esperando a que algún barco se dignara a embarcar en dirección a Sindhar, pero ningún maldito barco zarparía hasta dentro de 2 semanas, y 2 semanas era mucho sin saber de su esclavo; obviamente le perdería la pista.

-Es obvio que no llegaremos antes de un mes.- gruñó Tatsuha arrepintiéndose de haberle sugerido la idea del pirata a su hermano. -Así que ya déjalo Eiri, mejor busquemos en otro lugar.

-Dije que yo no podía llevarte, pero no dije que no conociera a alguien que pudiera hacerlo.- dijo burlón el pirata.
-Entonces...?- preguntó Eiri analizando al pirata.
-Entonces si quieren los llevare con un amigo, si se puede decir mas honorable que yo.- sonrió sarcástico. -y que podría llevarlos a Sindhar por un buen precio.-
-¿Cuanto?- preguntó Tatsuha.
-Ummm no podría decírtelo aun, primero debemos ver a mi amigo, luego hablaremos de costos, vamos?- cuestiono el castaño levantándose de la mesa mientras le guiñaba el ojo a los chicos.


Una hora mas tarde se hallaban en una de las zonas mas concurridas y decadentes del puerto. Frente a ellos se encontraba una casa grandísima de unos 3 pisos, en la entrada se hallaban dos mujeres riéndose y coqueteando con cuanto hombre y mujer pasara por la calle, invitándolos a entrar allí.

-Este es el lugar.- anuncio el pirata.

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Ryuichi entró en su habitación, cerró la puerta dejando escapar un hondo suspiro en el silencio de aquel lugar. Se acercó a la cama dejando a Kumagoro sobre esta, sentándose en el borde. Apoyó los codos sobre sus rodillas, llevándose las manos a la cara, enterrando parte de los dedos en el cabello que caía algo revuelto sobre sus ojos azules. Los recuerdo vinieron a su cabeza sin esperarlos...


//Un hermoso sonido se dejaba oír por los jardines de palacio, se acercó guiado por el hermoso canto, por la voz de aquel ángel que había conseguido embelesarlo. Con cada paso se aproximaba mas al lugar de donde procedía la hermosa melodía, esta se mezclaba con el sonido del agua que escapaba de una fuente en medio de los jardines de palacio.

Dibujó una sonrisa al hallar en aquel lugar al muchacho de ojos violetas, al esclavo de su hermana. Cuando su padre lo adquirió solo le pareció un esclavo como cualquier otro, pero aun asi, le resultaba bastante divertida su manera de ser, tan cabezota e inocente a la vez. Pero como esclavo que era no merecía un trato especial, aunque todo cambió el día en que lo oyó cantar por primera vez, desde ese momento supo que lo había cautivado. A partir de entonces intentó ganarse la confianza del chico, jugaba con él, se divertían juntos haciendo varias travesuras de las cuales después recibían una buena reprimenda por parte de la princesa. Aunque a decir verdad, a esta le encantaba ver a su esclavo y a su hermano tan unidos, eran demasiado parecidos, y eso le resultaba bastante divertido. “Tan iguales y tan distintos a la vez” eso era lo que siempre les decía.

Shuichi se giró asustado, buscando con la mirada a la persona que se aproximaba a él, hallando inmediatamente a Ryuichi con su inseparable conejito de peluche entre los brazos.

-Me has asustado.- Sonrió con calma al comprobar que se trataba del joven príncipe.
-Esa canción es muy bonita na no da.-
-La has escuchado?- preguntó avergonzado. No era la primera vez que Ryuichi le oía cantar, pero en concreto con aquella canción sintió algo de vergüenza.
-Si. A Kumagoro también le ha gustado.- movió al peluche hasta ponerlo frente a la cara de Shuichi.
-Gracias, pero... creo que no es demasiado buena, no consigo expresar lo que quiero.- tomó el trozo de papel entre sus manos mirando perdidamente las frases escritas en él.
-Déjame ver!.- con una sonrisa de niño le quitó el papel y procedió a leerlo. –mmmm... es una bonita canción de amor no da. Pero...- dedicó una mirada esta vez penetrante al joven esclavo. –... le falta sentimiento.- le devolvió la canción.
-Sentimiento?- Ryuichi asintió afirmando la pregunta del pequeño. –y como puedo conseguir que tenga sentimiento?-
-Shuichi... te has enamorado alguna vez?.- el joven esclavo respondió sonrojándose, apartando la mirada de los ojos azules que lo miraban con acecho. Con nerviosismo negó con la cabeza. –cuando lo estés, entonces podrás escribir una buena canción de amor.- le sonrió llevando una mano hasta acariciarle la mejilla y guiar la cara del chico para verse reflejado en los ojos violetas.

-Pero... tus canciones... tu consigues que tengan sentimiento...- Ryuichi sonrió divertido, le parecía algo realmente encantador la inocencia de ese chiquillo. Shuichi abrió los ojos sorprendido al caer en sus propias palabras. -... entonces tu...-
-Estoy enamorado de alguien...- acortó la distancia entre ambos, acercando los labios al oído del chico. –...de ti.- dejo escapar en un susurro.

Por fin le había confesado lo que sentía, jamás pensó en hacerlo, pero aquellas palabras salieron solas de su boca y él no quiso hacer nada por retenerlas. Observó divertido la cara del pequeño, este se le había quedado mirando como si hubiera visto un fantasma, incapaz de decir una sola palabra, totalmente ruborizado. Apartó la mano del rostro del joven esclavo, haciéndole volver a la realidad.

–Me gustaría que llegaras a ser mi esclavo, algún día...-//



-Quien diría que después de todo acabarías siéndolo.- esbozó una sonrisa melancólica tomando a Kumagoro entre sus brazos, mirando al conejito ausentemente.

Se sentía feliz por la petición del pequeño, aunque sabia perfectamente las razones que lo había llevado a ello, pero aun así había aceptado. Tenia que darle tiempo para acostumbrarse a esa situación, a olvidar a esa persona que lo había enamorado, y a amarlo a él. Ryuichi sonrió abiertamente para si mismo, como su fuera un quinceañero enamorado al que acaban de corresponder; en cierto modo Shuichi le había pedido ayuda para llegar a amarlo, estaba impreso en sus palabras, como un mensaje subliminal que solo ellos dos entendían. Conseguiría que Shuichi sintiera lo mismo por él, esta vez no dejaría que se fuera de su lado.


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*El jarak es una bebida alcohólica muy fuerte, tiene como 90º de alcohol y se mezcla con un poco de agua adquiriendo un color blanquecino

Notas de Cathain:

Bueno, creo q a la final no pudimos subir el cap. 14 antes de que se acabara el año ~.~ pero acá esta, con remuneraciones y todo ^^;; espero que lo hayan disfrutado y que cierta chica (notita de Saiyi: esa chica es Cucha ^_^) le haya gustado el lemon entre Hiro y K =p y nada le dedico este cap. a Tira-misu por ser tan buena amiga ^.~ y a Ana por preocuparse por mi ^^

Notas de Saiyi:

Por fin!! Pense que nunca subiríamos este cap. ^_^u cuanto antes queremos tenerlo listo mas se nos complican las cosas ^_^u bueno, pues con todo el jaleo de las navidades y todo eso al final nos fue imposible subirlo antes, pero aki esta, por fin!!! Y pedazo de lemon k ha escrito cath verdad??? Jijijijijiji eto... me va a kitar el puesto la niña ^_^u pues k mas digo??? A si!! Ha mencionado alguna vez k mi pareja favorita es Ryuichi y Shuichi??? XDDDDDDDDDDDDDDDDDDD k lindos!!! ^_^ k pasara a partir de ahora??? Sorpresa!! Esperemos k podamos actualizar prontito ^_^u muchos besos y gracias por seguir leyendo este fic ^_^

Notas de Ai:

Por fin!! nos costo tenerlo listo pero al final aki esta ^^ espero
que os haya gustado y intentaremos subir los proximos capitulos con
mas rapidez ^^U y uff Cath , Saiyi tiene razon la has desbancado con
ese lemon jajaja Saiyi a ver si puedes superar esto XDD k sepais k esto
de liar a Ryuchi kon Shu no me gusta nada (notita de Saiyi: kien ha dicho k los vamos a liar??? Ya kisiera yo... ) preferiria k se liara el Shu
kon Kumagoro pero nooo * no me hacen caso! >.< muchas gracias a todos
los k nos han dejado review ^^ y nos vemos en el proximo capitulos muakaaa

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