lunes, 17 de agosto de 2009

DREAM WITHIN Ch.15

By Chekie Girls



Cap. 15



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Al adentrarse en la casa fueron recibidos inmediatamente con una copa de vino tinto y con besos por parte de las mujeres en la entrada.

La casa estaba decorada por dentro con grandes cortinas de terciopelo rojo y azul que separaba las habitaciones "privadas" y en la primera planta se hallaba decorado con una fuente de mármol que tenia en el centro una hermosa estatua de un pequeño ángel desnudo de cabellos rizados y sostenía un gran jarrón del cual se derramaba el agua. Había algunos faroles de colores verdes y blancos colgados de las columnas.

Después de la fuente se encontraban de inmediato unas escaleras que se dividían en dos las cuales conducían a distintas alas de la casa. Montones de mujeres con poca o casi nula ropa se arremolinaban en la entrada y en el inicio de las escaleras ofreciendo generosas vistas de sus cuerpos. Era mas que obvio que se hallaban en un burdel.

Una mujer ya entrada en años les dio una cálida bienvenida preguntándoles que tipo de gustos tenían, ofreciéndoles su "mercancía"

Eiri observó aquel lugar indiferente a lo que allí se hallaba, había accedido a dejarse guiar por aquellos hombres con la esperanza de encontrar cuanto antes a su esclavo, y si era necesario estar en aquel lugar para conseguir algo de información sobre como llegar antes el reino de Sindhar, lo estaría el tiempo que fuera necesario. Volvió la mirada hacia Tatsuha, este vibraba en excitación, tenia las manos unidas y los ojos brillantes, de seguro a su mente pervertida le encantaba ese lugar.

Recorrieron el lugar detrás del pirata, envolviéndolos el ambiente cálido y azucarado de la casa. Las voces y risas de los clientes se volvían un eco sobrecogedor que llenaba el ambiente acompañado por una rápida y contagiosa música que provenía de un piano y algunos violines.

Pronto se encontraron frente a una puerta de madera al final del pasillo.

-Espérenme aquí -dijo el pirata antes de cruzar la puerta.
-No te parece fascinante este lugar?.- preguntó Tatsuha a su hermano observando embobado las hermosas mujeres que agitaban sus manos saludándolo incitantemente desde la baranda que estaba frente a ellos.
-No.- respondió el rubio secamente mientras veía como su hermano les devolvía el saludo a dichas muchachas.
-Que aburrido eres Eiri. Porque no nos divertimos después de charlar con el tipo que nos va a llevar a Sindhar?- con total confianza pasó el brazo por encima de los hombros de su hermano consiguiendo pro parte de este una mirada de "quita esa mano o te la corto" -Anda Eiri mira que necesitamos descansar y relajarnos un poco.- apartó la mano de encima del rubio para tirar de la manga de este con cara inocente.
-No estoy de humor para estas tonterías.- con un gruñido se deshizo de un movimiento de la mano de Tatsuha que hasta ese momento le había sujetado de la manga de su camisa. -sabes perfectamente para que hemos venido aquí.-

Los ojos dorados se cruzaron en aquel momento con la mirada de unos hermosos ojos verdes que pertenecían a una de las muchachas, la cual se había asomado por una de las puertas requiriendo la atención de ambos hermanos..

-Pasen.- les indicó la muchacha en un todo algo tímido al encontrarse con los intimidantes ojos de Eiri.

Al entrar se toparon con los dos hombres sentados en una mesa cercana a la ventana. Uno de ellos era el pirata que los había llevado hasta allí y el otro era un hombre alto y de contextura fuerte, cabellos azabaches y ojos negros, el sujeto en cuestión se hallaba a medio vestir, solo con los pantalones, las botas y la camisa desabrochada.

-Bienvenidos.- saludo mostrando una sonrosa algo malévola. -Mi amigo me ha comentado que ustedes necesitan viajar urgentemente al reino de Sindhar, cierto?-
-Si.- contestó Yuki sosteniendo sin temor alguno la mirada oscura del hombre. -Necesitamos ir lo mas pronto posible a Sindhar no importa el costo.-
-Perfecto.- habló nuevamente el sujeto. -Dos bolsas de oro serán suficientes, los llevaremos hasta el puerto en una semana, están de acuerdo?- preguntó el hombre de cabellos negros.
-Porque tanto tiempo?.- preguntó Eiri con semblante serio, consiguiendo que el hombre soltara una risita.
-Porque tengo que recoger mi mercancía antes de embarcarme hasta Sindhar. Lo tomas o lo dejas. No encontraras a nadie que te haga una oferta mejor que la mía.- Eiri se mantuvo en silencio, apretó los puños con fuerza y seguidamente dejó escapar un hondo suspiro. -Bien.- el hombre dio por hecho que el trato había sido aceptado. -Entonces nos veremos en una semana en el muelle, el barco del final con el nombre "Minerva".-

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Las respiraciones agitadas invadían en aquel momento la estaña habitación y aquel olor tan peculiar seguía presente en ella. Sobre la cama descansaba el cuerpo de Hiro que se encontraba bocabajo, sus cabellos rojizos se esparcían revueltos sobre los numerosos cojines, algunos mechones caían sobre su rostro pegándose en este debido al sudor. Sentía como su cuerpo poco a poco se iba relajando tras el estado de excitación al que se vio sometido momentos antes gracias a K, quien aquella noche lo hizo suyo mas de una vez.

Sintió nuevamente los sensuales labios de su rubio amante sobre la piel de su espalda, subiendo despacio por ella, acariciándola con soplos y sutiles roces. Hiro se revolvió un poco entre las sabanas. Momentos antes aquel hombre lo había poseído de una manera sumamente apasionada, lujuriosa, pero las caricias que en ese momento recibía eran totalmente distintas.

Cerró los ojos, deseaba sentir de nuevo las sensaciones de minutos atrás, la excitación que le causaba el roce con aquel cuerpo. Aquel extraño hombre le había mostrado los secretos del sexo, lo que la pasión y el deseo podía dar de si en una sola noche. Jamas se pensó envuelto en una situación como esa, con otro hombre. Pero K tenia algo que lo atraía, algo sumamente interesante que le hacia desearlo y que nada mas importase.

-Ah!- gimió suavemente cuando los labios del rubio se posaron sobre su cuello ofreciéndole un mordisco ansioso de mas.
-Te quedan fuerzas para seguir el resto de la noche?- le susurró K de manera sumamente erótica.
-Puede que aquel día me ganaras, pero no pienso dejarme vencer por ti en la cama.- dejó escapar una risita a la vez que se daba la vuelta para dedicarle una mirada desafiante a los ojos azules que lo miraban quemándolo.
-Ok, como quieras.- atrapó los labios del muchacho en un nuevo beso cargado de pasión.


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Yuki caminaba por el pasillo mas alejado, quería irse de aquel lugar cuanto andes, pero su hermano había decidido quedarse un rato, así que decidió volverse solo a la posada, ya tenia lo que quería, no era necesario permaneces mas tiempo allí.

-Una semana...- susurró absorto en sus pensamientos.

Eran ya varios días de viaje y aun no llegaba a su destino, le parecía algo sumamente lejano el momento en que volviera a ver a su esclavo. Y todo eso suponiendo que estaba en lo cierto y el muchacho se encontraba en el reino de Sindhar... de lo contrario, todo aquello habría sido en vano. Sonrió irónicamente para si mismo. Todo aquello parecía una burla del destino, del maldito destino que los había llevado a aquella situación.

Se detuvo para apoyar su cuerpo sobre la barandilla, recostándose un poco contra ella. Entonces creyó sentir unos cálidos brazos rodear su abdomen en un abrazo tranquilo, y un aroma dulce e intoxicante colarse por su ropa, por su piel, invadiendo sus sentidos. Mientras una cabeza se hundía en su espalda para luego acercar su aliento hasta su cuello y sentir unos suaves y tiernos labios lamer y mordisquear levemente su oreja encendiendo sus deseos reprimidos.

-Shuichi...- gimió suavemente cerrando los ojos.

Maldito subconsciente que lo jodía con esa fantasía. En los dos últimos días había sido presa de imágenes y sensaciones que le llegaban con solo oler algo dulce y floral que se pareciera a la esencia de su esclavo o con solo ver alguna que se asemejaba la de él... necesitaba tenerlo a su lado nuevamente.

Al darse vuelta su mirada se fijó en una mujer exuberante de cabellos castaños que caminaba hacia él, vestida solo con un corsé turquesa que realzaba su figura y una falda negra cubría sus piernas hasta sus rodillas entreabriéndose al caminar permitiendo una vista a sus muslos.

La mujer se acercó hacia él y lo tomó de la mano.

-Sígueme...- dijo con tono sensual a la vez que le guiñaba el ojo.

Eiri la miro, detallando aun mas su figura mientras se dejaba guiar, quizás no seria tan mala idea "relajarse" como bien le había sugerido su hermano.

La mujer lo condujo hasta una habitación y lo guió hasta la cama donde le hizo sentarse en el borde, colando sus manos entre los botones de la camisa del rubio a la vez que se sentaba sobre su regazo.

Los ojos dorados seguían los movimientos de la mujer que tenía pegada a él, tenía sus brazos rodeándole el cuello, sus labios en el mismo y su cuerpo se movía contra él en un intento para excitarle. Las manos de la mujer recorrieron el pecho del príncipe, llegando a perderse bajo la fina tela de la camisa de este, ocasionándole un sobresalto debido a la frialdad de aquellas finas manos. Unas manos totalmente distintas a las de su esclavo, las cuales siempre estaban cálida y lo acariciaban con dulzura.

Eiri cerró sus ojos y lanzó un suave suspiro al sentir como una mano fría se deslizaba dentro de su pantalón. En un impulso tomo a la mujer por la barbilla y fijó sus ojos en los cafés de ella, la mirada de ella estaba llena de lujuria, de vació, solo un deseo carnal se asomaba allí... totalmente opuesta a la mirada llena de vida e inocencia de Shuichi. Inmediatamente se levantó dejando caer a la mujer en el suelo, quien lo miro incrédula ante lo que acababa de hacer.

-No me interesa.- dijo con voz fría mientras se acomodaba la ropa y se dirigía a la salida.
-Perdón?!- gritó la mujer indignada.

Sin obtener respuestas lo siguió hasta el pasillo donde aferró su mano al brazo del rubio con la tácita exigencia de una respuesta. El rubio arqueó la ceja y fijó su mirada fiera en ella.

-Que no me interesa acostarme contigo.-
-Nunca nadie me ha dicho que no.-
-Siempre hay una primera vez.- contestó con sarcasmo e indiferencia.

Ella frunció el ceño molesta e intentó acariciar al rubio pero este le tomo fuertemente de las muñecas impidiéndole el contacto.

-Dije que no.- la soltó molesto y buscó dentro de su ropa un bolsita pequeña de cuero y la lanzo al piso. -Alli tienes el dinero por tus servicios y ya déjame en paz.-

Sin una mirada atrás, la mujer de cabellos castaños que había quedado muda de la impresión, solo rompió a llorar y gritar maldiciendo al rubio logrando captar las miradas de las personas que se "divertían" en ese pasillo.

Eiri salió de aquel lugar apresuradamente, alejándose de allí, respirando agitadamente. Se llevó una mano a la cabeza a la vez que cerraba los ojos y se recostaba sobre una pared. De nuevo la vida le hacia daño, como aquella vez en su pasado, ahora lo hacia sufrir de nuevo. Y todo por un chiquillo que un día se cruzó en su vida y le hizo ver la verdad de las cosas. Los sentimientos olvidados que una vez llego a tener por aquel que fue su maestro volvían a aflorar por una persona a la que el creía totalmente distinta a la que un día le hizo daño. Se llevó una mano a la cara, cubriendo sus ojos dorados que brillaban mas de lo normal dejando asomas alguna lagrima solitaria. Después de tanto tiempo volvía a sentir miedo.

-No pensé que te marcharías, que tu también me harías daño, Shuichi.-



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Shuichi llevaba mas de una hora dando vueltas por los jardines de palacio, andaba de un lado a otro, mirándolo todo y absorto en sus pensamientos. Ya habían trascurrido varios días desde que llegó a palacio, en los cuales había estado muy entretenido con su nuevo amo, quien intentaba animarlo jugando con él en todo momento, menos cuando este tenia que realizar alguna labor como sultán del reino. Pero aun así, el conejito de color rosa le hacia compañía como lo estaba haciendo en aquel mismo instante. Se sentó bajo la sombra de un árbol y perdió su mirada en los ojitos negros de Kumagoro.

-Tienes suerte Kumagoro, tu no tienes que decidir ciertas cosas.- una sonrisa melancólica se dibujó en su rostro.
-Que es lo que tienes que decidir?-
-Buaaaaaaa! Hiro!- se sobresaltó al oír la voz de su amigo y verlo tras él. –por que me estas asustando siempre?-
-Jajajaja, por que me gusta ver la cara de idiota que pones cuando te asustas.- le revolvió el pelo con cariño a la vez que se sentaba a su lado.
-No me despeines!- con un gesto de enfado se llevó ambas manos a la cabeza para peinarse un poco.
-Y esto?- señaló al conejito de peluche que había quedado sobre las piernas de Shuichi. –como es que lo tienes tu?-
-Eh... Ryuichi me lo dejó, para que no estuviera solo. Por que últimamente tu me descuidas.- se cruzó de brazos con un claro gesto de enfado infantil en su rostro.
-No seas tonto, sabes que eres muy importante para mi.- le guiño un ojo consiguiendo que el pequeño se sonrojara. –jeje, sigues sonrojándote como siempre.–
-Eres malo Hiro! Me haces sonrojar a propósito!- abrazó a Kumagoro con un gesto inocente, intentando esconder la cabeza tras el peluche.
-Shuichi... puedo preguntarte algo?- el joven esclavo cambió su expresión a un gesto de confusión, por que ese cambio tan repentino? Después de cruzarse con la mirada de su amigo asintió en respuesta. –por que le pediste al Rey Ryuichi que fuera tu amo?-
-Que? Como lo sabes?-
-Esas cosas se saben cuando estas en palacio...- Shuichi se mantuvo en silencio. -Se puede saber por que no me dijiste nada?- le dio un golpecito en la cabeza consiguiendo romper el ambiente tenso que se había producido segundos antes con su pregunta.
-Ite! Hiro no baka!.-
-Si soy un baka, me lo has dicho muchas veces, pero no cambies de tema!.- lo miró seriamente de nuevo acercando su rostro al del esclavo.
-Es que... te estuve buscando la noche de la fiesta para contártelo pero tu no aparecías por ningún sitio! Además, casi no te he visto en estos días por aquí! Donde te metes? Me abandonas como siempre! Ya no me quieres!- el chico de cabellos rosados mordió la orejita de Kumagoro como había visto hacer tantas veces a Ryuichi.
-Eh... vale, la culpa es mía...- disimuló tratando de cambiar de tema. –pero dime, por que lo hiciste?-
-Por que es lo mas conveniente.- respondió soltando la oreja del conejito, Hiro lo miró confundido. –si voy a vivir en este reino nuevamente, pensé que lo mejor seria ser el esclavo del rey. Además, conozco a Ryuichi desde que yo era prácticamente un crio, siempre nos hemos llevado muy bien, y lo aprecio mucho.-
-Esa es la única razón?- Shuichi quedó en silencio y bajó la cabeza. –Shuichi... respóndeme.- el de cabellos rosados negó a la pregunta del pelirrojo.
-También lo hago para... olvidarme de Yuki..-
-Me lo imaginaba.- suspiró. –Y crees que eso esta bien?-
-Yo... hasta aquella anoche pensé que volvería a ver a Yuki, en el fondo tenia la esperanza de que vendría a buscarme.- sonrió tristemente. –pero me he dado cuenta de que eso es algo imposible. Creo que si consigo sentir por Ryuichi lo mismo que el siente por mi, podré olvidar a Yuki.-
-Shuichi, no puedes obligarte a amar a alguien por mucho que aprecies a esa persona.- El joven esclavo quedó en silencio, pensando en las recientes palabras de Hiro.

Cerca de ellos se escuchó las pisadas de alguien, ambos se volvieron encontrándose con lo que parecía ser Ryuichi corriendo a toda velocidad hacia ellos.

-Shuichiiiiiiiiiiii!-
-Pero que...- al verlo venir a toda velocidad hacia ellos, Hiro se apartó aterrorizado del camino de “aquello”, evitando que lo arroyara, pero sin poder evitar que el joven rey quedara encima de Shuichi y ambos en el suelo.
-Shu-chan! Cuanto tiempo sin verte na no da! Te cuidó bien Kumagoro?- tomó al conejito en brazos mientras seguía sobre Shuichi bajo la forzada sonrisa de Hiro.
-Si, me ha cuidado muy bien.- sonrió intentando poner buena cara mientras se reponía del reciente golpe.
-Espera, te ayudare a levantarle no da.- se quitó de encima ofreciéndole su mano para ayudarlo.
-Gracias...-
-Shu-chan ,vienes con Kumagoro y conmigo a un sitio?-
-A un sitio?-
-Yo me voy ya, tengo algunas cosas que hacer, nos vemos Shuichi.- se despidió Hiro haciendo un gesto con la mano dedicado a su amigo y una reverencia dedicada al rey quien pareció no saber por que el joven hacia eso.
-Ryuichi... a donde vamos?.- preguntó en un susurro el de ojos violetas, consiguiendo en su voz un tono algo tímido.
-Kumagoro quiere darte una sorpresa Shu-chan.- contestó poniendo al conejito sobre la cabeza del esclavo quien sonrió en respuesta.

Con Kumagoro sobre su cabeza y con Ryuichi tirando de su mano, Shuichi siguió al joven de ojos azules hasta que llegaron al jardín donde aquel día le había pedido que fuera su amo.

-Shuichi.- pronuncio Ryuichi saboreando el nombre, lanzándole una mirada ardiente, una mirada capaz de desnudar su alma tanto como su cuerpo.

-Si?- el muchacho se sobresaltó, estaba tan metido en sus pensamiento, recordando su petición en aquel mismo lugar que no pudo evitar sonrojarse al ver aquella mirada y esa voz dirigida a él.

-Quiero mostrarte un lugar que te encantara no da.- habló nuevamente mostrando esta vez un tono mas infantil. -Pero es una sorpresa.- sonrió ante el gesto de incertidumbre del pequeño.

Los ojos violetas se clavaron mirando con asombro el pañuelo de seda negra que Ryuichi sacó de dentro de la túnica que lo cubría desde sus hombros hasta casi llegar al suelo.

El joven rey se acercó a Shuichi, inclinándose hacia él, provocando que algo se revolviera en el interior del esclavo cuando tuvo los penetrantes ojos azules sobre los suyos. Entonces sintió como los brazos de Ryuichi rodeaban su cabeza y una fina tela negra cubría sus ojos. El de ojos azules ató el pañuelo en la noca del otro, asegurándose de que este no tuviera visión alguna.

Después tomó su mano nuevamente y lo jaló hasta atraerlo un poco mas hacia él. El pelirrosa no se atrevía a preguntar nada, sentía que seria una falta a su amo. Después de todo las leyes para los esclavos en su reino no eran iguales que las de Ilion...

Ryuichi pasó su brazo izquierdo sobre la cintura del chico, atrayéndolo totalmente hacia su cuerpo, sobresaltando a este en el proceso.

- No tengas miedo Shuichi, no voy a hacerte nada malo.- susurró suavemente en el oído del pequeño. -Solo déjate llevar. Confías en mi verdad?- esta vez su tono de voz fue algo mas relajado, mas inocente. Shuichi asintió en respuesta.

Suspiró antes de comenzar a caminar guiado por el cuerpo de su amo, se sentía expuesto y vulnerable, la piel erizada por las sensaciones, las cuales le sobrecogían por completo. …l estaba completamente seguro de sus sentimiento hacia Yuki... Pero ese hombre siempre había tenido el poder de hacerlo sentir así, hacerlo sentir extremadamente vulnerable y confundido; y mas cuando decidía adoptar su postura seria y dominante.

Se dejó guiar por él sin miedo alguno, a pesar de aquellos sentimientos tan contradictorios, Ryuichi siempre conseguía hacerlo sentir seguro, hacerlo sentir bien. Esa era una de las razones por las que le había pedido que este fuera su amo.

La mano del joven rey se aferró mas a la cintura del pequeño, sintiendo ese frágil cuerpo sumamente cerca de él. Sentía la necesidad y el deber de protegerlo, de asegurarse de que nada ni nadie volvería a dañarlo. Asegurarse de que si el chico permanecía a su lado, podría llegar a ser feliz.

Ryuichi aminoró el paso, indicando al pequeño que bajara unas escaleras. Shuichi sintió un escalofrío recorrerlo cuando creyó saber donde lo había llevado su guía. Había oído hablar de aquel lugar dentro de los jardines de palacio, pero jamás había estado allí. Al finalizar el tramo de escaleras se detuvieron, el de ojos azules volvió a respirar la esencia dulce y toxica que desprendía el pequeño antes de desatar el pañuelo cubriendo inmediatamente los ojos violetas con sus manos.

-Maaa Ryuichi déjame ver ya.- gruñó con impaciencia mientras tomaba las manos del otro para quitárselas de los ojos, lo cual provocó una sonrisa por parte del rey ante la reacción de su esclavo.

- Eres muy impaciente Shuichi.- susurro sobre su cuello haciéndole cosquillas con su respiración a la vez que descubría los ojos del pequeño.

- Wow.- fue lo único que pudo decir este al ver el paisaje frente a si.

Era como una pequeña jungla encerrada allí, había una cascada frente a si por la cual bajaba el agua en un suave e impaciente torrente cayendo estruendosa sobre el pozo. Habían palmeras y cientos de flores sembradas por doquier encerrando una delicada tienda construida con madera lleno de grandes almohadones y algunas mesas pequeñas repletas de frutas y vino. Una habitación de descanso rodeada de un pequeño oasis.

- Te gusta? -pregunto el de ojos azules.

- Este lugar es magnifico Ryuichi, nunca había estado aquí!. Aunque...- se detuvo para mirar a Ryuichi quien le devolvió la mirada sonriendo. -...ya había oído hablar de este sitio.-

-Bueno es que es un lugar de acceso limitado Shu-chan, por eso nunca has estado aquí no da- sus facciones se suavizaron sacando de nuevo de algún sitio al conejito. –yo quería haberte traído aquí cuando eras el esclavo de mi hermana na no da, pero ella no me dejaba!- se cruzó de brazos enfadado después de zarandear a Kumagoro en el aire ante la divertida mirada del esclavo. –pero ahora que eres mi esclavo...- de nuevo aquella mirada penetrante en su rostro hizo que la de Shuichi se tornara nerviosa.

-Y que hacemos aquí?- preguntó cortando las palabras de su amo, se había puesto tan nervioso que la voz le salió sola, aunque al momento se arrepintió de sus propias palabras.

Ryuichi se percató de ese gesto por parte del pequeño, no quería asustarlo, si no todo lo contrario. Quería conseguir que se sintiera bien en ese lugar, con él. Con ese pensamiento esbozó una amable sonrisa, dándose media vuelta para adentrarse mas en aquel lugar.

Shuichi lo siguió, se acercaron a la cascada, Ryuichi la contemplaba tranquilamente, disfrutando de la hermosa vista. El joven esclavo no se atrevía a decir nada, veía a su amo tan concentrado que cualquier palabra podría resultar incomoda. Tan solo se sentó sobre la hierba, cerrando los ojos para dejar que el relajante ambiente se posesionara de él.

- Me agrada este lugar como sitio de descanso.- la voz del joven rey rompió el silencio, consiguiendo que Shuichi se sobresaltara y centrara su mirada en él. -quería que lo conocieras ya que vendremos a menudo a este lugar cuando estemos juntos.- se volteó encontrándose con los ojos violetas que lo miraban expectantes. -y donde no seremos interrumpidos.- acentuó las ultimas palabras con intensidad, acercándose a Shuichi para ponerse de rodillas frente a él.

Shuichi quería salir corriendo de allí lo mas rápido que le dieran sus piernas. Aquella tranquilidad en el ambiente se había tornado a una atmósfera llena de intimidad que lo hacia sentirse incomodo y avergonzado.

Ryuichi extendió su mano ante el pequeño ofreciéndosela, a lo que este dudo antes de tomarla. Cuando sus manos se unieron, el joven rey trazo una línea suave con su dedo índice desde la muñeca hasta los dedos del pequeño, acariciándolos, provocando una respiración algo agitada en el joven esclavo.

-Shuichi, quiero pedirte algo no da.- sonrió tranquilamente ante el pequeño que lo miraba algo confundido. –quiero que cantes para mi.-

Las palabras del joven rey consiguieron que el cuerpo de Shuichi temblara inevitablemente. Precisamente aquello era lo que siempre había querido oír de boca de Eiri, y ahora era Ryuichi el que se lo pedía. Volvió la cara a un lado, inclinando un poco la cabeza de manera que los mechones rosados que se dejaban caer sobre su frente cubrían sus ojos violetas que brillaban a punto de dejar escapar un par de lagrimas.

Ryuichi se percató de la actitud del pequeño, quizás no debió pedirle aquello, pero quería volver a oír su voz susurrar delicadamente cada melodía, cada palabra. Entonces sacó a Kumagoro poniéndoselo al pelirrosa sobre las rodillas, atrayendo la mirada del esclavo sobre el peluche.

-Kumagoro te ayudará a cantar na no da.- su tono inocente y aniñado consiguió que Shuichi lo mirase y le mostrara una sonrisa.

Poco a poco fue entonando una suave melodía, llena de sentimiento, de dulzura. Sus ojos violetas miraban fijamente a su amo, aquellos ojos azules le devolvían la mirada con una dulce expresión totalmente infantil; como la de un niño al que le están cantando una nana para dormir. Shuichi se sintió mas tranquilo, las notas de la canción salían espontáneamente de su garganta acompañada de una sutil sonrisa. Hacia tanto que no cantaba... y esta vez lo hacia para Ryuichi, aquel que le enseñó lo hermosa que podría llegar a ser una canción si dejabas aflorar todos tus sentimientos en ella.

Ahora comprendía lo que el joven rey le dijo una vez; “cuando te enamores podrás escribir una bonita canción de amor”. No quería pensar en eso, en el causante de que la letra de sus canciones tuvieran mas sentimiento. Tenia que centrarse en la realidad, ahora Ryuichi era su amo, él mismo se lo había pedido, no estaría bien pensar en alguien mas. Sus pensamientos se vieron interrumpidos y su voz tembló cuando se percató de la mirada de Ryuichi.

Esta vez lo miraban fijamente unos ojos tan profundos como el océano, de un azul intenso y un brillo casi lujurioso en ellos. Nervioso bajó la mirada, centrándola en el peluche el cual sujetó con fuerza entre sus brazos. Por que esa mirada lo confundía de aquella manera? Le encantaba estar con Ryuichi, jugar con él; le había gustado desde siempre. Pero cada vez que lo miraba de esa forma conseguía ponerlo nervioso.

En un momento sintió como la mano del joven rey lo sujetaba de la barbilla, seguidamente lo único que pudo ver fueron de nuevo los intentos ojos de este. Ryuichi estaba tan cerca de él que incluso podía sentir su respiración. Hizo un esfuerzo por seguir cantando, sentía el corazón latir agitadamente, sus brazos se aferraron mas al peluche apretándolo contra su pecho y el rostro de Ryuichi se acercó mas al suyo.

En un intento de librarse de aquella intimidante mirada, bajó la vista hasta encontrar en su camino los sensuales labios del rey, los cuales comenzaron a moverse lentamente, consiguiendo que de ellos escapara el susurro de una canción. Shuichi se detuvo, volvió a mirar a su amo directamente a los ojos, dejándose arrullar por la suave melodía que ahora escapaba de entre los labios de Ryuichi.

Cuando se quiso dar cuenta tenia los ojos cerrados, disfrutando del cosquilleo que le producía la respiración del joven rey sobre su cuello y de la sensación de tranquilidad de aquellas palabras entonadas en su oído.

Cada palabra de la canción era entonada cada vez mas lentamente, algo entrecortada. Shuichi no pudo evitar suspirar como respuesta a la caricia de aquellos labios sobre su cuello, a la suavidad de la mano del joven rey sobre su mejilla sonrojada.

Soltó a Kumagoro dejándolo caer al suelo, llevó sus manos ahora libres al pecho de su amo, colocándolas sobre este con algo de timidez, sintiendo el latir de su corazón bajo estas. Las palabras seguían siendo susurradas cerca de su oído, intercaladas con suaves besos sobre su cuello, consiguiendo que se le erizara la piel.

En un momento se halló recostado sobre la hierba, sentía a Ryuichi a su lado, esta vez la mano del joven rey se deslizó desde la cara del pequeño hasta el pecho de este, acariciando suavemente la bronceada piel que quedaba expuesta tras abrir un poco la camisa. Los labios de Ryuichi dejaron el cuello para besar delicadamente las mejillas del pequeño. Sentía como este sujetaba con fuerza la tela de su camisa entre sus manos temblorosas, como su respiración se había hecho mas irregular y acelerada.

Retiró un poco su rostro del de Shuichi, con su mano libre acarició los cabellos rosados, observando un momento el rostro sonrojado del esclavo que seguía con los ojos cerrados, como si temiera abrirlos, observando como esos labios invitaban a ser besados. Entonces sus sentimientos pudieron mas que cualquier otra cosa. En ese momento sus labios no entonaron una bonita melodía, si no un dulce beso sobre los de Shuichi.

El joven esclavo se sobresaltó cuando los labios de su amo se posaron sobre los suyos, rozándolos con cariño. Enseguida sintió como estos se movían buscando un contacto mayor. Con algo de timidez abrió un poco su boca, sintiendo con mas firmeza el sabor de la de Ryuichi.

Cerró los ojos con fuerza, intentando escapar de los pensamientos que comenzaban a invadirlo, intentando borrar la presencia de Yuki en su mente.

Ryuichi acarició aquellos labios saboreándolos, tratándolos con dulzura, incluso con inocencia. Hacia demasiado tiempo que tenia esos sentimientos pro el joven esclavo y jamás se atrevió a besarlo antes. En aquel entonces sabia que Shuichi solo sentía amistad y un gran respeto hacia él, quizás por esa razón no se había atrevido a hacerlo. Pero esta vez era diferente, Shuichi quería olvidar su amor por Yuki, por eso le pidió que fuera su amo. Sintió que aquello era el empujón que le faltaba, la señal para que lo hiciera. Ryuichi profundizó el beso bajo ese pensamiento, haciéndolo mas apasionado, entrando con su lengua en la boca del chico, descargando una especia de rabia retenida en sus pensamientos.

Si tan solo hubiera intentado besarlo antes de que se lo llevaran de su reino... aquel día que le confesó sus sentimientos, quizás nada de eso habría ocurrido, quizás Shuichi se habría enamorado de él, pero cuando se dio cuenta ya era tarde. Otra persona había parecido en la vida del pequeño robándole su amor, a pesar de ser el en cierto modo el primero en la vida del joven esclavo.

Shuichi se movió inquieto presionando con sus brazos sobre el pecho de un Ryuichi que se había vuelto mas apasionado, cuyas carisias se habían vuelto mas intensas y ahora recorrían deseosas el cuerpo del pequeño desde su pecho hasta su vientre.

-Ryuichi... para.- dijo en el momento que el otro dejó sus labios libres para besar nuevamente su cuello. –no... no quiero seguir...- lloriqueó dejando caer sus brazos pesadamente uno a cada lado de su cuerpo.

Aquel beso se había vuelto algo violento, ya no eran las suaves caricias con las que el joven rey había conseguido hacerlo estremecer minutos antes, ahora eran mucho mas intensas, mas demandantes.

-Por favor... déjame, yo... no puedo hacer esto.- Ryuichi se detuvo de inmediato ante las palabras y el llanto del pequeño.

-Shuichi...- se incorporó observando el rostro sofocado y humedecido del esclavo, el movimiento agitado de su pecho, el miedo en su mirada. –yo... lo siento no quería forzarte.-

El pequeño se incorporó secándose las lagrimas, tomando enseguida a Kumagoro para abrazarlo.

-Yo lo siento, pero no puedo, no puedo darte lo que deseas.- bajó la mirada avergonzado ante su amo.

Las manos de Ryuichi tomaron el rostro del chico, consiguiendo que este lo mirase nuevamente.

-Lo que deseo es que estés conmigo.-

-Pero...-

-Asi esta bien.- sonrió amablemente. –Kumagoro se quedara contigo hasta que te sientas mejor no da.- se levantó dándole la espalda a Shuichi que no se atrevía aun a mirarlo. –puedes irte si quieres, te veré en la cena.- comentó tranquilamente dirigiéndole una mirada al pequeño quien solo asintió con la cabeza y se marcho de allí dejando a Ryuichi con una sonrisa en su rostro se pronto se volvió melancólica. –Ya sabia que no iba a ser fácil...-

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Shuichi llegó corriendo a su habitación apartando de su camino a todos los sirvientes que le entorpecían. Cerró la puerta apoyándose en ella, dejándose caer en el suelo con la respiración agitada y las mejillas aun sonrojadas. Abrazó a Kumagoro escondiendo el rostro tras el peluche.

-Que puedo hacer? Ryuichi es muy bueno conmigo, no esta bien que me porte así con él. ahora soy su esclavo, yo mismo se lo pedí. Pero... no puedo... no puedo hacer eso. Hiro tiene razón, no puedo obligarme a amarlo.- sollozó enterrando mas la cara en el conejito. –ya se que jamás volveré a ver a Yuki, seguro que esta muy tranquilo sin mi, sin que le moleste con mis cosas.- sonrió tristemente esta vez mirando la sonrisa del peluche. –seguro que no le ha importado que me marchara, y seguramente ya... se habrá casado.- sin poder evitarlo las lagrimas rodaron por sus mejillas hasta mojar la tela del conejito.

Shuichi se sobresaltó cuando se dio cuenta que estaba llorando, se secó la cara con ambas manos y se levantó del suelo.

-Eso ya acabó, a partir de ahora las cosas serán diferentes.- esbozó una sonrisa tratando de convencerse a si mismo.

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Tras una larga semana de espera, por fin habían tomado el barco que los llevaría a Sindhar. Aquella semana se hizo interminable para ambos al igual que los dos días que duro el viaje por mar.

- Bien hasta aquí nos trajo la marea jóvenes.- dijo el capitán del barco señalando un pequeño bote preparado para acércalos hasta el puerto.
- No va a acercarse mas?.- preguntó con curiosidad Tatsuha.
- Este no es mi destino por el momento camarada.- sonrió de nuevo el capitán pasando un brazo por los hombros del moreno.

En el transcurso del viaje Tatsuha se había hecho muy amigo del capitán y de la mayoría de la tripulación, compartiendo las noches de farra y juego.

- Apresúrate Tatsuha.- habló Yuki frunciendo el ceño al pasar junto a los hombres en dirección al bote.

El moreno se abstuvo de responderle a su hermano mayor. Últimamente estaba de un huraño que era mejor no alterarlo, definitivamente estaba realmente interesado en su esclavo. "Eiri coraza de hielo" ahora era Eiri sin nada mas que un sentimiento poderoso atormentándole. Gracias a Shuichi quizás pudiera hacer realidad alguna de sus fantasías con Ryuichi. Su cara adquirió una sonrisa boba y viciosa.

- Adiós.- dijo Tatsuha corriendo a abordar el bote antes de que el rubio le quitara los remos al marinero y se fuera el solo.

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El día había amanecido oscuro y lluvioso. Las gotas de agua comenzaban a penetrar en la tela oscura de las largas capas y turbantes de fina seda que lucían ambos príncipes procedentes del reino de Ilion. Se habían ataviado con ellas tratando pasar desapercibidos.

-Démonos prisa.- indicó Eiri a su hermano para que lo siguiera.

Se escabulleron por uno de los múltiples laberintos del reino, acercándose a la calle principal por donde pasaban las caravanas de mensajeros de otros reinos, las cuales finalmente se reunirían con el sultán y el consejo de sabios.

Como si fueran dos mas de los mensajeros se unieron a la caravana y Tatsuha tal cual ciudadano entabló una rápida conversación en aquella lengua extraña junto a uno de los hombres que iban caminando, al parecer un guardia.

Yuki se acomodó mejor el bendito turbante al notar como se acercaban a la entrada del palacio. Al estar entre toda esa gente se sentía un poco inseguro, era una completa locura, pero tenia que reconocer que la idea de su hermano estaba funcionando.

Cuando lograron penetrar los muros inquebrantables del palacio aprovechando un momento de distracción y se escabulleron por uno de los pasillos vacíos.

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Aquella mañana K se había despedido de Hiro para salir a toda prisa rumbo a la sala donde se celebraría una importante reunión, si se hubiera entretenido 5 minutos mas seguramente hubiera llegado tarde, y aquello era una falta de respeto enorme ante el sultán y más aun tratándose de su hombre de confianza.

Hiro había observado divertido como el rubio se había alejado de allí con arma en mano para quitar de su camino a cualquier "estorbo" que le impidiera llegar a tiempo a su destino.

Las voces de uno de los guardias algo alterado atrajo la atención del pelirrojo, quien se volteó a mirar de donde venia el jaleo.

-Deténganse! Los mensajeros no pueden acceder al interior de palacio!.- insistía el guardia mientras caminaba a paso ligero tras los dos hombres que habían entrado.
-Que ocurre?- Hiro alzó la voz mientras caminaba hacia ellos.

Al acercarse se detuvo sorprendido al reconocer a aquel que tenia frente a sus ojos. No podía ser, como era posible que el príncipe Eiri estuviera en aquel reino? Es mas, venia acompañado de su hermano, el príncipe Tatsuha.

-Ya veo que he acertado al venir aquí, demasiado evidente.- El rubio miró intensamente al pelirrojo, mostrando una expresión triunfante en sus dorados ojos.
-Yo me ocupare de esto.- sin dejar de mirar al príncipe, indicó al guardia que se retirase de allí. Este obedeció.
-Dónde esta?- Hiro se mantuvo en silencio ante las palabras de Eiri. -Dónde esta mi esclavo?.- insistió alzando esta vez algo mas la voz.
-Eso ya no es asunto tuyo.-
-No eres nadie para decirme lo que es asunto mío o lo que no.- Eiri recibió una mirada de indiferencia por parte del muchacho. -Por ultima vez, donde esta Shuichi?-
-No quiere verte.- lo miró con intensidad, amenazándolo con la mirada. -no quiere saber nada de ti.-
-Eso que me lo diga él mismo.- lo hizo a un lado para seguir su camino cuando sintió que lo sujetaban fuertemente del brazo. Eiri se volvió de inmediato clavando sus dorados ojos en Hiro.
-Por que no lo dejas tranquilo de una vez? No te es suficiente el daño que le has hecho ya?- Eiri se soltó del agarre con un movimiento brusco, sin decir nada, solo sosteniendo la fiera mirada que aquel muchacho se atrevía a ofrecerle. -aun así te lo sigues tomando como un juego, es que aun no te has dado cuenta de los sentimientos de Shuichi? Por que no te alejas de él y dejas de meterte en su vida?- le gritó recriminándole.
-Je, tú eres el que no debería meterse en su vida, y mucho menos en la mía. Te recuerdo que sacaste a mi esclavo del reino sin mi permiso, podría hacer que te fuera sumamente mal por ese hecho.-
-Y que querías que hiciera? Que lo dejase allí para que entre todos acabarais matándolo?- Eiri se mantuvo en silencio ante aquellas palabras, mirando con expresión amenazante al muchacho.
-Shuichi volverá conmigo como su amo que soy, y hasta que yo no decida deshacerme de él no puedes hacer nada por evitar que este a mi lado. Ni tu ni nadie.- El rubio se dio media vuelta dejando a Hiro en mitad del pasillo apretando los puños con fuerza.

Desgraciadamente sabia que aquello era verdad, mientras que Eiri fuera su amo “legalmente” no podría hacer nada por alejarlo de él, lo había intentado, y lo había conseguido por un tiempo, pero no para siempre. Jamás pensó que Eiri se decidiera a ir a buscar al chico. Una mano sobre su hombro lo saco de sus pensamientos, se volvió para encontrar a Tatsuha que estaba a su lado y que lo había presenciado todo.

-Será mejor que no le impidas ver a Shuichi, aunque no lo creas, mi hermano ha estado preocupado por él, incluso un poco mas y mata a aquellos tipos que hicieron daño al chico.- Hiro se sorprendió, Eiri había defendido a su esclavo? La verdad es que en algún momento llegó a pensar que el rubio había tenido algo que ver en aquella agresión, pero las palabras del menor de los príncipes le afirmaron todo lo contrario.

-De todas formas tengo que informar al sultán de esto.- contestó algo mas tranquilo.
-Veremos a Ryuichi?- Hiro asintió afirmándolo, mirando nervioso como el rostro feliz del joven se encontraba bastante cerca del suyo, juraría que incluso lo había visto babear... Enseguida recordó la enorme "fijación" que el príncipe sentía por Ryuichi
-Tendremos que esperar a que la reunión acabe, solo espero que no sea tarde.- dedicó una mirada perdida observando como el rubio se perdía tras una esquina adentrándose en un pasillo.

Aunque Hiro no le hubiera dicho donde estaba Shuichi, Eiri estaba dispuesto a buscarlo por todo palacio si era necesario, tenia que encontrarlo pese a todo, no en vano había hecho aquel viaje tan largo dejando atrás todo lo referido a su reino. Lo encontraría a cualquier precio.


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Los ojos violetas se encontraban fijos en la lluvia que no parecía querer cesar. Suspiró resignado, aquel día no podría salir a pasear por los alrededores de palacio como llevaba haciendo hacia varios dias cuando Ryuichi no estaba con él por que tenia asuntos que cumplir como sultán. En esta ocasión una reunión importante con el rey de un país vecino y varias personas mas pertenecientes a ambas cortes.

Al parecer tampoco Hiro podría hacerle compañía, últimamente había observado como su amigo se perdía misteriosamente por aquel palacio, en ocasiones lo había visto acompañado de aquel rubio tan alto que solía hablar de una forma extraña para él. Al parecer, aquel hombre había nombrado a su amigo caballero de la corte de ese reino, mas concretamente “caballero personal de mister K”. Dibujó una sonrisa cuando por su mente pasó la descabellada idea de que Hiro tuviera “algo” con aquel hombre.

-Imposible.- Movió la cabeza de un lado a otro para quitarse esos pensamientos de su mente. –creo que me han pervertido demasiado...- sonrió tristemente. Sin darse cuenta Yuki vino a su cabeza.

Hacia ya casi un mes que no sabia nada del rubio, que no lo había vuelto a ver, desde aquella noche tan especial donde el ofreció mas que un sensual baile.

-Supongo que se habrá casado.- volvió a suspirar mirando con melancolía como las gotas de lluvia resbalaban por los cristales. –Yuki...-


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Con pasos acelerados había emprendido una larga caminata por uno de los pasillos centrales, ya había dado muchas vueltas y el tiempo se le estaba acabando, de seguro Hiroshi ya debía de haber informado al sultán o a alguien de su presencia en el palacio.

Volvió a cruzarse con el mismo jardín que había pasado hacía 5 minutos. No podía seguir dando vueltas como un tonto por aquel inmenso palacio. La visión de aquel extenso jardín le hizo percatarse de algo, este no era como el que había pasado anteriormente. El otro jardín tenia distintas flores, entonces no era el mismo, este era algo más intenso, más hermoso.

Escuchó una voz conocida y el sonido de una puerta al abrirse y cerrarse en forma de portazo a lo lejos, haciendo eco por el pasillo de la izquierda. Eso era raro, por cada centímetro de ese lugar que había recorrido no había escuchado ni un solo ruido, de hecho parecía desierto. Una pequeña sonrisa intentó aflorar en su boca cuando vino a su mente lo escandaloso que podía llegar a ser Shuichi, muriendo al escuchar unos murmullos.

Con rapidez se escondió tras una columna hasta que pasaron unos sirvientes, cuando todo volvió a estar en el silencio habitual emprendió su camino nuevamente por el pasillo encontrándose con demasiadas habitaciones a su paso. Abrió algunas puertas encontrando vacías las cámaras. En una de las que entro halló algunas prendas que reconoció de inmediato por el escudo real de su reino... La habitación del pelirrojo...

Cerró la puerta y pasó a la habitación contigua. Suspiró antes de tomar el pomo de la puerta y empujarla, adentrándose sigilosamente observando una silueta conocida, una silueta añorada. Entonces su labios se movieron dibujando silenciosamente un nombre; Shuichi.


CONTINUARA...

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Notas de Saiyi:

Eto... bueno pues aquí queda el cap. ^_^u espero que os haya gustado. Pues hace tiempo que no lo digo, muchísimas gracias a los que leen el fic y aun mas a los que se molestan en dejar comentarios ^_^ muchísimas gracias ^_^ bueno, esperemos que el cap. siguiente este prontito, por que hemos sido muy malas dejando esto aquí ^_^u jeje, nos vemos en el cap. siguiente!! Bye bye na no da!

Notas de Ai:

Nos vemos en el siguiente capitulo besos ^O^ (notita de saiyi: ai no tenia ganas de pensar ^_^u) (nota de cath: floja =p)

Notas de Cath:

Bueno, nada gracias por los comentarios q han dejado y espero q se puedan poner al dia las chicas q me escribieron al mail ^^ y pues nada, trataremos de apurarnos un poco con el prximo cap. Y de seguro por alli les tenemos una sorpresita ^.~

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