lunes, 17 de agosto de 2009

DREAM WITHIN Ch.17

By Chekie Girls



Cap. 17



ºººººººººººººººººººººº


Unos ojos verdes observaban fijamente e interesado al hombre que tenia frente sí. Oía cuidadosamente cada palabra que este le decía, cada explicación que le daba. Todo aquello era de suma importancia.

-Eso es lo que hemos podido confirmar hasta ahora alteza.- habló un hombre de piel blanca y cabellos oscuros mientras miraba directamente al de ojos verdes sentado frente a si.

Tohma se levantó de su asiento con la intención de acercarse a la mesita que quedaba junto a la terraza. Tomó su taza de té con tranquilidad mientras cerraba los ojos y su rostro adquiría una expresión pensativa.

-Entonces está en el reino de Sindhar.- confirmó con un tono carente de emoción a la vez que se volteaba a ver al otro hombre, fijando su mirada en los ojos oscuros. -Ya encontró al esclavo?- preguntó con voz fría.
-No, la ultima información que me llegó fue que ya habían desembarcado en el puerto de Sindhar y se habían establecido en una de las posadas cercanas al palacio. Todo lo han hecho con nombres falsos, si me permite comentarle su alteza...- hizo una pausa para seguir, esperando a que el rubio le diera permiso para seguir. Tohma asintió con la cabeza en respuesta. -El barco que los llevó hasta ese reino les cobró una buena suma de dinero.-

-Eso es todo lo que has podido averiguar?- preguntó con tono inquisitivo.
-Nada mas a parte de algunos problemas en uno de los burdeles establecidos en uno de los puertos secundarios de Ilion.- comentó el hombre algo nervioso al observar la expresión algo sorprendida del rey.
-Un burdel?- Tohma lo miró interesado, esperando que aquel hombre le contara mas.
-Si, allí fue donde encontraron al capitán del Minerva, un mercader, dueño y capitán de su propio barco. …l fue el que les trasladó hasta Sindhar. Pero nada de mayor suceso, solo una disputa con una de las prostitutas, al parecer había quedado muy ofendida, y también un cliente muy extraño, con peticiones algo sadomasoquistas. -recito el hombre sin cambiar en ningun momento su tono serio.


En el rostro de Tohma se dibujó una mueca algo chistosa ante la ultima información.

- Bueno, manténgame informado de cualquier suceso, por mas mínimo que sea.- el aludido asintió en respuesta. -También quiero que alguno de sus hombres mantenga vigilado constantemente a Eiri, no vaya a ser que se le ocurra adentrarse en el palacio del nuevo sultán.- comentó acercándose nuevamente hasta su escritorio, sacando una bolsita de terciopelo negra del primer cajón, entregándosela a su espia. -Puedes retirarte.-

El hombre hizo una reverencia y cubriendose nuevamente con la capucha de su capa se deslizo por la terraza cual sombra, en forma identica a la que habia penetrado.

Tohma suspiró pesadamente, entrelazando los dedos de ambas manos, apoyando su frente en ellas. El ambiente se tornaba tenso. Ya tenia la pista de que Eiri se encontraba en el reino de Sindhar. Lo que mas temía en ese momento era que el joven príncipe se adentrara en el palacio, inconsciente de que este ya lo había hecho. Tohma había coincidido mas de una vez con el actual sultán de Sindhar, sabia que era un hombre que pese a su apariencia, no se andaba con tonterías. Sabia perfectamente lo que debía hacer y el como llevar un reino tan poderoso como lo era Sindhar.

El rubio se puso en pie, dispuesto a partir hacia Ilion, debía informar a su suegro de las nuevas noticias, tal y como lo llevaba haciendo hasta ese momento. Ya que el rey de Ilion había decidido no poner de momento medida alguna de búsqueda para encontrar a los dos príncipes. El hecho de que su hijo /mayor/ estuviera acompañado del menor de los príncipes le tranquilizaba en cierto modo. Tatsuha había viajado numerosas veces, y sus conocimientos sobre los reinos vecinos eran bastante amplios. Tenia la certeza de que ambos príncipes viajaban juntos, así se lo había comunicado Tohma. Tan solo quedaba esperar a que el heredero al trono regresase con las ideas mas claras sobre el que debía ser su futuro.

******************************************************

Mientras tanto, en el reino de Sindhar, una figura se deslizaba ágilmente a través de la puerta de una habitación. Sus ojos oscuros se abrieron de par en par, a la vez que una sonrisa triunfante se dibujó en su rostro.

-Por fin lo conseguí.- murmuró con una amplia sonrisa.

Había encontrado la habitación que había buscado durante mas de una hora. Claro que no había sido gracias a la casualidad, tampoco a la suerte. Mas bien gracias a K.

Después de que el rubio se hiciera con el conejito de peluche y antes de haber ido a ver a Ryuichi, este había llevado a Kumagoro a la habitación del sultán, dejándolo sobre un antiguo sillón. Momento que Tatsuha aprovechó para seguir y averiguar donde se ubicaba la habitación de su adorado Ryuichi.

Con nerviosismo e impaciencia había esperado a que el rubio saliera de la habitación, dejándole el camino libre para llevar a cabo sus deseos. De lo que no se hubo percatado el joven príncipe fue de que K sabia perfectamente de su presencia, disimulando con una sonrisa divertida el haberlo visto, haciéndole creer al joven que había ganado.

Cuando Tatsuha estuvo en el interior de la habitación, cerró la puerta tras de si, volviéndose a mirar el interior de esta con gran entusiasmo.

Con sus ojos chispeantes de alegría, caminó unos pasos hasta adentrarse en aquel lugar, colocándose justo en medio de aquella inmensa habitación. Se dedicó a observarlo todo extasiado, desde la pequeña mesita donde se hallaba un hermoso conejo violeta hasta el diván tapizado en dorado y verde jade. Hasta que su mirada se posó en un pequeño estante repleto de conejos de peluche en todas los tamaños y colores.

Se acercó a ellos, tocándolos con extraña devoción; esos conejitos, todos los había tocado la persona de su adoración. En un sillón no demasiado grande cuyo color y textura hacia juego con el diván, se hallaba aquel conejito con el que siempre estaba el joven de ojos azules. Tomó a Kumagoro entre sus brazos, oliéndolo, sintiendo en el peluche el aroma impregnado de su adorado Ryuichi.

Después de restregarse el peluche por la mejilla, se volteo percatándose de unas velas que había sobre una mesilla, junto a una vasija repleta de inciensos quemándose, ese olor era demasiado bueno, abrumador. Su mirada siguió vacilando a algún que otro objeto extraño.

Su mirada se centró absorta en una especie de velo de tonos morados y púrpura pero algo trasparentes, los cuales caían desde un techillo hasta el suelo, rodeando la majestuosa e incitante cama, dejándola ver a través de su fino tejido. La cama estaba repleta de almohadas y cojines de seda roja, cubierta con ligeras sabanas del mismo tono y tejido, completamente suaves a la vista como así lo eran al tacto.

Con lentitud y lujuria camino hasta la cama, depositando al conejito de peluche a los pies de esta. Se deslizó en ella captando los movimientos de una pantera observando a su presa, restregándose a continuación contra las almohada, oliéndolas, captando el aroma dulce de su Dios como momentos antes había hecho con su peluche.

Imaginó poseer a Ryuichi en esa misma cama, excitándose por completo. Pensando en aliviar su dolor se dio la vuelta quedando estático, observando el techo cubierto por unas extrañas telas azul noche con estrellas plateadas formando un cielo allí arriba, las cuales solo eran visibles desde el lugar donde él se encontraba.


Con un movimiento ligero alcanzó a Kumagoro, colocando al peluche cerca de su cara a la vez que el se recostaba nuevamente sobre los almohadones, de forma que pudiera sentir el aroma procedente del conejito que parecía sonreírle.

-Oh si, Ryuichi...- Cerró los ojos suspirando con excitación, bajando la mano por su vientre hasta su regazo, abriéndose paso entre la ropa, deslizando sus dedos sobre su erección.

Una vez allí no pudo reprimir un suave gemido a la vez que envolvía su miembro con su mano; frotando y apretando, olvidándose de todo, dejándose arrastrar por la fantasía...

Su Ryuichi deslizando su mano tímida por su miembro, frotándolo con su mirada fija en él, sus ojos azules resplandeciendo inocentes y las mejillas rojas por la vergüenza y la excitación.

Era su inocente Dios permitiéndose inducir por él al pecaminoso mundo del deseo. Era su Dios lamiendo su erección, sintiendo como el caliente liquido llenaba su boca y sus mejillas, a la vez que él gemía complacido. Era su Dios volteándose ante su regazo, dándole permiso para poseerlo.

Era él enterrándose en ese mundo cálido y salvaje de placer, estallando su orgasmo en su mano, inundándolo todo. Sumiéndose en una nube borrosa de placer y lujuria consumidas.

Tatsuha respiró agitado, no queriendo abrir los ojos, no queriendo dejar su fantasía; dejando que el sueño lo meciera envuelto en aquella cama de sabanas incitantes.

*********************************************************

Ya entrada la tarde, Hiro había caminado por los pasillos que conducían a la habitación de K. El pelirrojo tocó la puerta anunciando su presencia. Adentrándose en la habitación de K dio un vistazo, al parecer no estaba en ese lugar. Quizás llegaría pronto.

Hiro tomó asiento, apoyando los brazos sobre sus piernas, mirando perdidamente el interior de aquella habitación. Suspiró dejándose caer hacia atrás. En ese momento Shuichi vino a su mente; no había sabido nada del joven esclavo en todo el día, ya que tras haber informado a Ryuichi de la presencia del príncipe de Ilion en el reino, tuvo que atender varios asuntos, no dejándole tiempo para ir a ver a su amigo un rato como tenia previsto. Quería hablar con él, ver como se encontraba, saber si había visto a Eiri o si Ryuichi lo había encontrado antes de hacerlo.

-Quizás no debí hacerlo...- Bajó la cabeza con un gesto de tristeza, suspirando pesadamente.

Mejor seria ir a ver a su amigo. De todas formas parecía que K tardaría en volver. En ese momento se percató de algunos ruidos que provenían de una puerta hacia el fondo. Hiro dibujó una mueca confusa en su rostro, levantándose para acercarse en silencio. Pero antes de que su mano pudiera tocar el pomo de la puerta, esta se abrió permitiendo la salida del rubio, quien solo se cubría con una toalla atada en su cintura, dejando que su cabello suelto se pegara mojado a su cuerpo.

-Hi Hiroshi.- saludó el rubio sonriéndole al chico quien no puso evitar sonrojarse levemente ante tal imagen.

El pelirrojo se había quedado embobado al ver a K de una manera tan provocativa. Mordiendose el labio inferior en una clara señal de deseo bajo la mirada. Que era lo que le estaba pasando con el rubio?. Jamás pensó sentirse tan terriblemente atraído por un hombre, y mucho menos uno como él.

La sonrisa de K se amplió aun mas al ver al pelirrojo bajar la mirada mientras se mordía el labio, ese chico le parecía encantador y excitante a su vez.

-Veo que no te has demorado en venir.- comentó centrando sus ojos azules en el muchacho a la vez que le sujetaba de la barbilla consiguiendo que este lo mirase.
-Je, soy bastante puntual, que pensabas?- desafió al rubio con una mirada intensa.
-Ya veo.- lo soltó para darse media vuelta quedando de espaldas él.

Hiro siguió cada movimiento del rubio con su mirada penetrando en la piel de este, sintiendo como un calor comenzaba a envolverlo. Su mirada se vio descubierta en el momento en que K se giró nuevamente, clavando sus ojos en el pelirrojo quien se sobresaltó intentando mantenerse firme ante aquella situación.

Con una sonrisa incitante, K se sentó en un sillón verde botella junto a una mesa donde estaban cuidadosamente colocadas algunas armas de colección, por lo antiguas que se veían.

Hiro lo miró algo incrédulo, estaba casi seguro de que el rubio procedería a acariciarle y besarle como ya había hecho otras veces. Aunque esta vez quizás solo estaba jugando con él, dejándole tomar la iniciativa. Sus ojos se abrieron sorprendidos y sus mejillas tomaron de nuevo un tono rojizo cuando comprobó como K sentado en el sillón, separaba las piernas sin ningún pudor a la vez que lo observaba divertido, esperándole...

Pronto su ansiedad pudo mas y se decidió a cruzar el espacio que les separaba hasta quedar junto a él, mirándole desde arriba. Cerro los ojos suspirando en anticipación, sentándose sobre el regazo de K, dedicándole una mirada penetrante, recibiendo como respuesta la misma acción por parte del rubio.

Sus labios se deslizaron inmediatos por el cuello del pelirrojo mientras que los brazos se cerraban alrededor de la espalda de este, quitándole la camisa para deslizar sus manos por la piel cálida del joven.

La boca de Hiro se deslizó hacia abajo recorriendo la piel desnuda y húmeda del rubio, encerrando uno de sus pezones con sus labios, haciendo gemir a K mientras sus manos se deslizaban por su abdomen soltando la toalla, descubriendo la erección impaciente del rubio.

La mano de K atrapó la barbilla del pelirrojo haciéndole mirar hacia arriba, momento que aprovechó para reclamar su boca en un beso demandante, lamiendo y mordiendo. Hiro cerró sus brazos alrededor del cuello del rubio entregándose al ansioso beso mientras unía su cadera con la de K a la vez que sus erecciones se rozaban a través de la capa de tela del pantalón que aun llevaba puesto y que comenzaba a estorbar.

Hiro sentía aquella corriente eléctrica recorrer su cuerpo al mismo tiempo que la lengua dentro de su boca acariciaba su lengua con delirio, mientras manos amplias se aferraban a su cintura casi enterrándose dificultándole el movimiento, causando aun mas fricción.

-Mmmhhh... K... te necesito dentro de mi. -gimió el pelirrojo lamiendo el contorno de la oreja del rubio aumentado su deseo.

K gimió placenteramente ante las palabras dichas por el muchacho, y mas que por las palabras, por la forma en que fueron dichas; el tono suave y necesitado con que habían sido pronuncias a la vez que su lengua extorsionaba a su oreja. Todo eso le había hecho vibrar en anticipación.

Se deshizo de las manos del rubio y se levanto de su regazo, quedando nuevamente de pie pero esta vez de espalda a él, sintiendo su respiración agitada. Con manos temblorosas desabrochó su pantalón dejándolo caer con un leve vestigio de inseguridad. A pesar de haber tenido unos encuentros tan íntimos varias veces desde la noche de la fiesta, Hiro aun se sentía un poco inseguro sobre el curso que debía tomar esa "relación".

K observó con deleite como el pelirrojo le daba la espalda, producto de su propia inquietud, dejando resbalar aquel pantalón por sus deliciosas piernas, quedando totalmente expuesto ante su mirada hambrienta. Sus manos se movieron rápidas, enredándose en la cintura de Hiro para atraerlo hacia su regazo nuevamente.

-Hiro...- ronroneó presionando su erección contra las nalgas del pelirrojo y sus labios posándose sobre su hombro, lamiendo y mordisqueando la piel de este y de la espalda; haciéndole estremecer; disfrutando su sabor fresco y ácido, disfrutando de sus deliciosos gemidos.

El pelirrojo sintió como sus sentidos se turbaban ante la dureza de K presionando muy cerca de ese punto ardiente, su boca jugando con su piel y una de sus manos deslizándose dentro de sus muslos, muy cerca a su ingle hasta su rodilla, haciéndole abrir un poco las piernas.

Hiro arqueó su espalda en respuesta a la mano firme que se deslizó por su vientre hasta su erección, recostando con abandono su cabeza contra el hombro de K moviendo sus caderas hacia atrás contra el regazo del rubio y hacia delante contra la mano cálida que envolvía su erección, manteniendo el ritmo en un suave vaivén contenido por la otra mano de K firme en su cadera.

Los ojos azules recorrieron encendidos el cuerpo de Hiro entregado al placer que le producían sus caricias, su cuerpo moviéndose de atrás hacia delante desatando sus sentidos con cada roce entre su piel y la del pelirrojo. Era un cuadro sumamente cautivante... pero necesitaba saciar sus deseos también y no creía poder aguantar mas.

Abandonando la palpitante erección de Hiro, deslizó dos dedos por su boca húmeda, la cual los acogió inmediatamente, lamiéndolos y mordisqueándolos con una suavidad desquiciante.

El pelirrojo ya no aguantaba mas tampoco, si seguía a ese ritmo torturante pronto iba a acabar y no quería, quería sentir todas las sensaciones completas, ansiaba ser penetrado por K. Sintió como aquellos dedos se alejaron de la caricia de su boca deslizándose hacia abajo, rondando entre sus nalgas. Posándose nuevamente sobre su cintura, ambas manos sujetaron brutales sus caderas cortándole la respiración.

K lamió sus dedos un poco mas y acaricio su erección embadurnándola con su saliva y la de Hiro. Tomando con fuerza las caderas del pelirrojo le indicó que bajara, presionando él igualmente con un movimiento de cadera tratando de entrar, deteniéndose al ver la mirada que los ojos grises le dedicaron, observando en ellos un pequeño rastro de dolor. Cerró los ojos y se recostó suave contra la espalda de Hiro, cerrando la poca distancia que les separaba, besando con cariño su oreja siguiendo un suave camino de besos hasta sus labios a la vez que le giraba un poco la cara para tenerlos mas accesibles. Enseguida sintió como Hiro comenzaba a relajarse contra si.

Había sentido todo su cuerpo tensarse al sentir la propia erección de K presionar intentando invadirle en vez de ser los dedos que cuidadosamente había acariciado. Pero ahora con los besos en su rostro se había ido relajando poco a poco. No se había tensado tanto por el irritable dolor, sino mas bien porque lo había tomado desprevenido.

En un movimiento suave, K terminó de hundirse dentro de la estrecha cavidad. No aguantaba las ganas de sentir aquel interior apretándose alrededor de su miembro, aquel firme trasero apoyarse contra su pelvis apretujándose suave y firme. Pronto sus embestidas se hicieron mas profundas y urgidas mientras que los gemidos de Hiro cada vez se oían mas altos y sus manos se aferraban a las de K que aun continuaban unidas a su cintura, marcándole el rito con ellas, haciendo arder la piel de esa zona en especial.

Pronto los espasmos comenzaron a recorrer el cuerpo de Hiro, sintiendo como su orgasmo le azotaba salvaje, haciéndole gemir roncamente ante tanto placer. El rubio pudo sentir su miembro comprimido ante el inminente orgasmo del pelirrojo. Con una ultima embestida termino por derramarse dentro de la aterciopelada cavidad, posesionándose de los labios de Hiro silenciándole.


***********************************************************************

Su espalda reposaba contra la pared, sintiendo aquel frío calando hasta los huesos, el cual le permitía aclarar sus pensamientos y le ayudaba a dejar su mente en blanco por breves momentos.

¿En que momento?, ¿Como? ¿Porque él? todas esas preguntas rondaban la mente de Eiri, obteniendo como única respuesta algo que se negaba a reconocer, algo que su miedo le impedía aceptar.

Su mascara de frialdad y la muralla de hielo que había construido a su alrededor había quedado simplemente destrozada ante tanta dulzura e inocencia, un golpe certero que lo había tomado completamente desprevenido. Hacía tiempo que se había convencido de que ya no podría sentir aquello de nuevo por alguien; ya no estaba seguro, y todo debido a su pequeño esclavo.

-Precisamente él...- se dijo a si mismo en un susurró.

Lo mas irónico de todo, es que se hallaba metido en todos esos problemas precisamente por ese absurdo sentimiento que había comenzado a nacer en él. Se negaba a reconocerlo una y otra vez, pero aun asi era consciente de que ahí estaba y nada podía hacer por evitarlo.

No tenia nada que hacer en su reino, se sentía fuera de lugar. Lo único que le hacia feliz era escribir; pero había encontrado a un niño inocente y confiado al mundo, un niño hermoso que había sido capaz de derrumbar sus defensas con solo una mirada sincera y esa sonrisa cálida llena de fuerza. Si, había valido la pena todo ese recorrido solo para poder estrecharlo una vez mas en sus brazos, para consumirse en aquella pasión.

Y ahora que? Que podía hacer para salir de allí? Como podía lograr escaparse con su esclavo de aquel laberinto llamado palacio? Nada podía angustiarle mas que aquella oscuridad que cubría casi todo el sitio. Se sentía contrariado ante todo lo sucedido, tenia que haberse pensado mejor las cosas antes de aventurarse en el palacio. Jamás se le había cruzado por la cabeza que el sultán le haría eso, estaba encaprichado con su Shuichi, eso era otra cosa mas que le ponía los nervios de punta.


******************************************************

La mirada de Hiro se perdió en el techo a la vez que varios suspiros escapaban de sus labios desde hacia un rato.

-You are Ok?- los ojos azules de K aparecieron atrayendo la mirada del pelirrojo quien lo miró algo confundido. –llevas así un buen rato, hay algo que te preocupa.- se sentó a su lado sin dejar de mirarlo.

Hiro se incorporó sobre la cama sentándose en ella, dejando escapar un ultimo suspiro antes de centrar su mirada preocupada en el rostro relajado del rubio.

-Es Shuichi.-
-Ya lo imaginaba. Tiene que ver con la llegada del príncipe Eiri cierto?-
-No debí haber avisado al sultán.- de nuevo su mirada se perdió, esta vez en el interior de la habitación.
-Era tu obligación hacerlo.-
-Lo se, pero... Shuichi es para mi mas importante que todo eso, y me siento como si lo estuviera traicionando.-
-Pero el motivo de que el chico este aquí es por que ese hombre no le hacia bien.- comentó rascándose la cabeza algo confundido ante las palabras de Hiro.
-Eso pensaba. Pensé que el príncipe Eiri le hacia daño, pero no es así. Shuichi lo quiere, aun no lo ha olvidado, lo se.- tomó aire para seguir hablando ante K quien lo miraba interesado. –Ese hombre ha venido hasta aquí buscándolo, si Shuichi le fuera indiferente no habría recorrido tanto camino.- una suave sonrisa se dibujó en su rostro. –espero que a pesar de todo haya conseguido ver a Shuichi, ese baka se pondrá muy contento.-
-Hiro.- la voz del rubio sonó seria, en un tono seco.

El pelirrojo se volvió nuevamente a mirarlo, cambiando su sonrisa a una mueca de confusión y preocupación cuando observó la expresión seria en el rostro del otro hombre.

-El príncipe de Ilion esta encarcelado.-
-Que? Pero que dices?- sus ojos oscuros se abrieron de par en par ante la noticia.
-Lo que oyes. Por lo que pude apreciar, Ryuichi los encontró juntos y no le pasó desapercibido los planes del príncipe para llevarse al chico de aquí esta noche. Por eso lo ha encerrado, para que no pueda llevar a cabo su idea.-
-Eso no puede ser... no puede encarcelar a alguien por algo así!- K respondió encogiéndose de hombros. –a ti te parece que este bien?.- le preguntó algo exaltado apretando sus puños.
-Yo no he dicho eso. Es mas, le advertí que se metería en problemas. Pero él es así, hace lo que quiere y créeme, rara vez se equivoca, pero esta es una de ellas.-
-Shuichi sabe algo?- preguntó Hiro esta vez algo mas tranquilo al saber que contaba con el apoyo de K en cierto modo.
-Lo dudo. Por lo que he podido averiguar, el chico no ha salido de su habitación en todo el día. Ryuichi lo tiene atendido allí por una sirvienta, o mas bien vigilado diría yo.-

Hiro se levantó de la cama sin decir nada, con rapidez y un gesto de rabia comenzó a vestirse.

-Donde vas?-
-A los calabozos, tengo que hablar con el príncipe Eiri.- se volvió mirando al rubio tras colocarse la camisa. –espero que no le digas nada al sultán.-
-No problem.- le dedicó una sonrisa de complicidad al pelirrojo quien se la devolvió mas tranquilo.

Aquella situación le había tomado completamente por sorpresa; Aquella actitud que había tomado el soberano de Sindhar. Hiro sabia de sobra que Shuichi amaba al príncipe de Ilion, y a pesar de que el pequeño se había mostrado mas contento los últimos días de su estancia en el reino de Sindhar, Hiro sabia de sobra que su amigo se sentía triste por no poder estar con el rubio. Y justo ahora que Eiri venia a buscarlo para escapar con él, lo había estropeado todo. Pero ahora lo mas importante era hallar el camino adecuado hacia las mazmorras donde se hallaban las celdas. Era imprescindible encontrar la forma de hablar con el rubio, de saber cuales eran sus planes.


***********************************************************

Ya había oscurecido, las nubes se movían con prisas despejando el cielo después de un día de lluvia, dejando entre ver la luna acompañada de numerosas estrellas.

Shuichi recorría inquieto el interior de su habitación de un lado para otro, deteniéndose repetidas veces frente al balcón observando como la noche había llegado, como el momento de reunirse con Yuki cada vez estaba mas cerca. Pero tenia un pequeño problema; no contaba con tener que estar encerrado en esa habitación y con alguien a su lado la mayor parte del tiempo.

Todo eso le fastidiaba. Después de que Ryuichi se marchara en la mañana tras encontrarlo con el rubio y de pedirle que no saliera de allí, una mujer algo mayor llamó a su puerta. Era la sirvienta a la que el joven de ojos azules había mandado para que atendiera a Shuichi, la cual mas que atender parecía que lo vigilaba, ya que se había ausentado de aquella habitación escasas veces, incluyendo las que había salido para traerle la comida y llevarse los platos sucios del almuerzo.

Miró de un lado a otro con evidente nerviosismo. Tenia que encontrar la forma de salir de allí, pero como? En la habitación tenia todo lo que necesitaba, de esa forma el joven esclavo no tendría la necesidad de salir para nada, es mas, la sirvienta estaba advertida de que el chico debía permanecer allí hasta que el propio sultán lo indicara, cosa que evidentemente Shuichi no sabia.

-Eto...- la voz de Shuichi atrajo la mirada de la sirvienta quien en ese momento colocaba la ropa limpia en uno de los armarios. -...no tiene que salir un rato ha hacer algo?- le sonrió de forma impaciente.
-El joven sultán me ha encomendado la tarea de permanecer aquí por si algo se le ofrece.- respondió con tono serio.
-Pero... no me hace falta nada, me gustaría estar solo un rato.- suspiró pesadamente, aquello seria mas difícil de lo que imaginaba. –*ya lo tengo!* eh... por que no lleva los platos de la cena a la cocina, ya me lo he acabado todo.- con una sonrisa señaló los platos que aun permanecían en la bandeja los cuales estaban todavía llenos de comida.

La mujer miró los platos, volviéndose enseguida a mirar con expresión confundida al joven quien rió con nerviosismo al acordarse de que aun no había cenado, estaba demasiado nervioso como para sentarse a comer.

-*Si me acabo la cena... tendrá que salir a llevarse los platos...* genial! Ups!- enseguida se cubrió la boca con ambas manos, echándose a reír seguidamente bajo la atenta y sospechosa mirada de aquella mujer.

Shuichi se sentó en la mesita que tenia en la habitación, acercó la bandeja hacia él, sacando de ella los platos. Sin apenas ganas pero con decisión comenzó a comer con una enorme sonrisa.

-Mmmm... eta benishimo!- exclamó a la vez que masticaba la comida y se llevaba otro trozo de aquello a la boca.

La sirvienta se encogió de hombros, si que era un chico extraño. No entendía como su soberano podía tenerlo cerca. Un momento... Ryuichi también era bastante extraño...

-Ya he acabado! Creo que voy a reventar- comentó dejándose caer en el respaldo de la silla y llevándose las manos a la tripa.

La mujer comenzó a recoger los tiestos, colocándolos nuevamente sobre la bandeja, sin dejar de observar al chico con algo de sospecha. Un bostezo simulado escapó de la boca de Shuichi a la vez que este estiraba sus brazos.

-Creo que debería irme a dormir, tengo sueño.- con voz cansada se restregó los ojos, levantándose para dirigirse a la cama. –eto... tengo que cambiarme de ropa... podría dejarme solo?- sonrió con algo de nerviosismo. Si por la mujer fuera seguro que se quedaría allí observándolo.
-Llevaré los tiestos a la cocina y le dejare dormir, si se le ofrece algo estaré en la sala de al lado.- tomando la bandeja se aproximó a la puerta.

Shuichi se adelantó a abrirle con una sonrisa, la cual disimuló inmediatamente en el momento en que se dio cuenta de la extraña mirada de la mujer hacia él.

-Muchas gracias por todo, la llamaré si necesito algo.- esta vez utilizó un tono mas calmado, cerrando la puerta en el preciso instante en que la mujer salió. –lo conseguí!.- levantó el brazo haciendo el gesto de la victoria. –pero ahora... tengo que salir de aquí sin que me vean...-

miró un par de veces de un lado a otro, acercándose seguidamente al armario dispuesto a coger algo mas de abrigo y varias prendas que se llevaría. Se sorprendió al encontrar en el interior de este la especie de capa de tono oscuro con la que Eiri había llegado aquella mañana. Pensó que quizás la sirvienta la había encontrado en el suelo de la habitación y la guardó creyendo que le pertenecía.

Una suave sonrisa se dibujó en su rostro. Tomó la capa entre sus brazos, apretándola contra su pecho, aspirando de ella el olor del rubio. Suspiró al recordar lo ocurrido en la mañana, como el joven príncipe lo había envuelto en sus brazos y le había hecho el amor hasta hacerle olvidar todos sus miedos y sus dudas.

-Kyaaaa! No puedo creer que vayamos a fugarnos! Como en las grandes historias de amor!- dejando caer la prenda al suelo, entrelazó los dedos de ambas manos llevándolas cerca de su rostro a la vez que en sus ojos se podía apreciar un deslumbrante brillo. –tengo que contárselo a Hiro! Pero antes tengo que reunirme con Yuki! eso es lo primero!- asintió enérgicamente dándose la razón a si mismo.

Salió de sus pensamientos cuando en ellos apareció Ryuichi. Un sentimiento de culpa lo envolvió. Al fin y al cabo Ryuichi le había ayudado y había aceptado ser su amo cuando se lo pidió, y ahora se lo pagaría escapando con Eiri, aquel del que huyó y provocó que se refugiara en los brazos del joven sultán.

-Perdóname Ryuichi... pero, al que amo es a Yuki.- recogió la capa del suelo colocándola con una sutil sonrisa sobre la cama.

Después de escoger las prendas que llevaría para el viaje, se acercó a la mesita donde tenia sus papeles, tomó uno y comenzó a escribir algo en él. Cuando acabó lo dobló en dos veces y lo depositó sobre la cama. De nuevo tomó la capa, colocándosela con decisión sobre los hombros, dedicando una nueva mirada al papel que allí mismo había dejado.

-Gracias por todo.- Se retiró de allí con su mirada fija en la hoja, en la cual ponía en letras grandes “Ryuichi” y con una suave sonrisa se dio media vuelta para dirigirse a la puerta.


**************************************************************

-Eiri...- susurró una voz entre el lúgubre silencio. -estas bien?- cuestionó la figura al observar que el rubio seguía con la cabeza entre las manos sin moverse.

Los ojos dorados dedicaron una mirada molesta a aquel que le hablaba, consiguiendo un gesto algo asombrado tras ver de quien se trataba.

- ¿Hiroshi?- preguntó en el mismo tono de voz utilizado por el pelirrojo.
- Si, soy yo...- hizo una pausa antes de continuar. -que haces aquí?-
- Estoy preso, no me ves?.- respondió en tono ácido dando por evidente la situación.
- No me refiero a eso, digo, porque has venido hasta Sindhar? Cual es tu verdadero propósito?- preguntó saliendo de la oscuridad, acercándose un poco mas a la celda.

Eiri lo observó con extraña paciencia, fijando su mirada dorada en los ojos grises del pelirrojo, podía ver allí preocupación, curiosidad, interés y algo de molestia. Que se proponía Nakano?.

-Vine por Shuichi ya te lo dije.- contesto cerrando los ojos y suspirando de forma cansada, rindiéndose al interrogatorio. -Vine porque él es mi esclavo lo quieras tu o no, lo quiera el maniático este que esta a cargo de Sindhar o no, lo quiera mi padre o no. Y yo soy el único que tiene derecho sobre él, y él es el único que quiero junto a mi.- Eiri se sorprendió ante su propia respuesta.

Pudo sentir como su corazón daba un vuelco ante lo autenticas que habían sonado las ultimas palabras, siendo totalmente consciente de que lo único que quería era tener a su lado a ese chiquillo.

-Y tu?... a que has venido tu Nakano?- le devolvió la pregunta.
-Vine a saber, vine a ayudarte, pero mas que todo vine porque quiero que Shuichi sea feliz.- respondió tranquilo ante una mirada de incomprensión y algo de confianza por parte del príncipe.

***********************************************************

Shuichi había llegado al jardín principal de palacio, en el mismo donde se encontraría con su príncipe.

Estaba de pie al lado de una pequeña fuente con peces de colores, la cual era rodeada por algunas flores. Comenzó a mirar impaciente de un lado a otro, buscando a Eiri con la mirada. No pudieron concretar mas su encuentro, y aquel jardín era muy grande, al igual que la noche era demasiado larga. Por un momento temió que el príncipe ya se hubiera marchado cansado de esperar, que hubiera pensado que no quería volver con él, ya que habia tardado bastante en poder salir de su habitación y llegar al lugar concertado.

-No puede ser, Yuki no se marcharía sin mi, si no... por que razón vino a buscarme y me dijo todas esas cosas?.- se tranquilizó al pensar en aquellas palabras que el rubio le había dicho en la mañana. –no puede ser... seguro que de un momento a otro aparece.-

Se sentó en el borde de la fuente intentando no pisar las flores, mojando un poco la mano en el agua que caía.

Tras un rato de espera, Shuichi comenzaba a impacientarse, la sonrisa que había mantenido se había borrado de su rostro, esta vez era un gesto de preocupación el que lo invadía, a la vez que un leve temblor comenzaba a apoderarse de su cuerpo, el cual no sabia si era debido al frío de aquella noche o al miedo que comenzaba a invadirlo. Frotó un poco sus manos para después tratar de cubrirse algo mejor con la capa de Eiri.

-No... Yuki no se puede haberse marchado... lo esperaré aunque tenga que estar aquí toda la noche.-
-Eso no será necesario.- Shuichi se giró ante estas palabras sobresaltado, comprobando como el que aparecía tras de si no era a quien tanto esperaba.
-Hiro! Que haces aquí? Donde esta Yuki?- se puso en pie acercándose a su amigo que lo miraba con preocupación.
-Vamos dentro, aquí hace frío Shuichi.- Hiro lo sujetó de la mano, sintiendo la piel helada de esta.
-No! No puedo marcharme de aquí!- con un movimiento se deshizo del agarre de su amigo, consiguiendo que este lo mirase algo molesto. -Estoy esperando a Yuki, vamos a escapar juntos.- una suave sonrisa pero algo melancólica esta vez, volvió a dibujarse en sus labios.
-Shuichi... Yuki no vendrá...-
-Que? Pero... vamos Hiro no digas tonterías, él me lo dijo, me dijo que nos reuniríamos aquí, por que dices que no vendrá?-

Hiro pasó suavemente una mano por la mejilla del esclavo, observando el inevitable brillo en los ojos violetas que amenazaban con llorar. Los mismo que lo miraban con miedo, con duda y curiosidad.

-Insisto Shuichi, vamos dentro, estas helado.-
-te he dicho que de aquí no me muevo! Por que razón dices que Yuki no va a venir?- le preguntó con algo de rabia en un tono casi amenazante.
-El mismo me lo dijo.- ante esas palabras Shuichi lo miró asustado. -me dijo que te avisara, que no podría reunirse contigo esta noche.-
-Por que no?- el pelirrojo se mantuvo en silencio. -Donde esta Yuki?-
-.............-
-Hiro! Dime donde esta Yuki!- lo tomó de los brazos apretándolo fuertemente con manos temblorosas.
-Esta en... los calabozos.- desvió la mirada de la de su amigo.
-Que? Pero por que? Que ha ocurrido?-
-Por que...- dudó un poco en decirlo. –Ryuichi lo ha apresado.-

Los ojos violetas se abrieron impresionados, dejando escapar un par de lagrima que atravesaron la piel helada de sus mejillas.

–No puede ser... por que... por que haría algo así?-
-Escúchame, el sultán ha descubierto que Yuki pretendía escaparse contigo, por esa razón...-
-Entonces... por eso me ha tenido vigilado todo el día?-
-Que?- esta vez era Hiro el que no entendía bien.
-He tenido todo el día a una sirvienta pegada a mi, no he podido salir de mi cuarto hasta ahora! Y lo he conseguido por que la he engañado.- apretó los puños con fuerza.
-Shuichi...-
-Voy a buscar a Yuki! Lo sacaré de allí.- se dio media vuelta cuando sintió como Hiro lo sujetaba del brazo.
-Espera, no te dejaran entrar y mucho menos sacarlo de allí!-
-No me importa!- con un movimiento brusco se deshizo del agarre de su amigo, consiguiendo que este se quejara y se acariciara la muñeca con un gesto de dolor.

El joven esclavo salió corriendo todo lo que le daban sus piernas. Aunque nunca estuvo allí, tenia una ligera idea de donde se encontraban los calabozos, no en vano había estado viviendo durante tantos años en aquel palacio.

-Shuichi eres un irresponsable.- salió corriendo tras su amigo, no pensaba dejarlo solo en eso ni mucho menos.

*************************************************************

Se detuvo frente a lo que era la entrada a los calabozos. Tembló al hallarse en aquel lugar, no solo por el hecho de que el rubio estuviera allí encerrado, si no también al recordar lo ocurrido en otro lugar muy similar a ese.

Se giró bruscamente sobresaltándose al sentir la mano de alguien sobre su hombro. Su respiración se aceleró notablemente con aquel roce, mostrando en su rostro un claro gesto de miedo.

-Soy yo, no te asustes.- sonrió Hiro suavemente. Shuichi no dijo nada, tan solo dejó escapar una risita nerviosa y a la vez de tranquilidad. –pensé que te costaría mas encontrar este sitio.-
-No se como lo he encontrado...- avanzó unos pasos con algo de miedo.
-Shuichi, no creo que esta sea la mejor manera de...-
-Hiro! Si no vas a ayudarme déjame solo!- le contestó en un todo algo violento a lo cual el pelirrojo solo lo miró algo enfadado y prosiguió a seguirle.

Al fondo de aquel pasillo por fin podía verse algo de luz procedentes de varias antorchas. En ese momento, el joven esclavo salió corriendo, llegando a detenerse frente a un par de guardias que custodiaban la entrada a las celdas.

Shuichi apretó los dientes con rabia, respiró hondo y se aproximo a los hombres hasta que estos le cortaron el camino.

-Donde crees que vas muchacho?-

El joven esclavo no dijo nada, tan solo sonrió algo sarcástico e intentó escabullirse por uno de los huecos que se dejaban ver entre ambos hombres.

-Espera Shuichi!- Hiro intentó detenerlo, pero ya era tarde, uno de los guardias lo había sujetado del bazo con fuerza, impidiendo que se adentrase en aquel pasillo.
-No sabes que los esclavitos no pueden estar por aquí?- preguntó burlonamente aquel hombre.
-Suéltame! Tengo que ver a alguien!- forcejeó con el guardia, dándole varias patadas a este.
-Shuichi déjalo ya, no podrás pasar.- Hiro se acercó a su amigo, sujetándolo fuertemente pasando sus brazos por la cintura del chico, sintiendo el forcejeo de este esta vez sobre su cuerpo.
-Déjame Hiro! Tengo que ver a Yuki!- las lagrimas comenzaron a escapar con rabia de sus ojos violetas, sintiéndose impotente ante aquella situación.
-Cálmate, volveremos mas tarde, quizás podamos hacer algo.-
-No quiero! Donde esta Yuki! dejadlo libre él no ha hecho nada! YUKI!-

Aquel grito hizo eco en el pasillo, alertando en ese momento al joven príncipe que permanecía sentado contra la pared con la cabeza oculta por sus brazos que a su vez descansaban sobre sus rodillas.

Los ojos dorados de Eiri se abrieron de par en par al oír su nombre, enseguida reconoció esa voz, era su esclavo. Casi sin darse tiempo a reaccionar, se acercó a los barrotes de la celda, sujetándolos con fuerza, tratando de ver algo, pero tan solo podía apreciarse algo que parecían ser sombras bastante alejadas.

-Maldición!- apretó los dientes dando un golpe sobre los barrotes. –SHUICHI!- instintivamente dejó escapar un grito desesperado de su garganta.

Shuichi se detuvo en su forcejeo y quedó en silencio por un momento, el tiempo que tardó en reaccionar y asimilar el haber oído su nombre de boca del príncipe. Hiro lo soltó al notarlo mas calmado y al sentirse ya apenas sin fuerzas para seguir sujetándolo.

-Yuki...- murmuró con voz entrecortada. –YUKI!- empujando al pelirrojo con fuerza, se aproximó nuevamente a los guardias tratando de abrirse camino entre ellos, pero esta vez el que lo sujetó fue uno de esos fuertes hombres. –he dicho que me suelten!-
-Será mejor que te lo lleves de aquí o acabaremos encerrándolo a él también.- le gritó uno de los guardias a Hiro quien reaccionó en ese momento.

El pelirrojo se acercó a Shuichi, tomándolo fuertemente de los hombros y dudando antes de hacerlo, le dio una bofetada consiguiendo que el chico lo mirara furioso y a la vez sorprendido con el rostro bañado en lagrimas.

-Te dije que si no me ibas a ayudar me dejases solo!- le recriminó a aquel que creía su amigo.
-Eres un idiota Shuichi, no te das cuenta que así no conseguirás nada? Deja de comportarte como un crió caprichoso y piensa un poco las cosas!-
-Hiro...- los ojos violetas volvieron a llenarse nuevamente de lagrimas.

Su amigo tenia razón, se había dejado llevar por todo aquello, y esa no era la mejor forma para solucionar el problema. Bajó la cabeza algo avergonzado, respirando agitadamente y sintiendo su cuerpo temblar.

-Así esta mejor.- Hiro lo soltó dibujando una sutil sonrisa, levantando seguidamente el rostro del muchacho para secar sus lagrimas. –conseguiremos sacar a Yuki de aquí, no te preocupes.- Shuichi solo asintió en respuesta. –bien, ahora marchémonos.- le indicó empujándolo en poco con las manos sobre sus hombros.

El pequeño esclavo se retiró de alli conducido por Hiro, con la mirada fija en lo que dejaba tras él. No estaba dispuesto a dejar a Eiri allí encerrado, lo sacaría a toda costa, y creía saber como conseguirlo. En un momento se detuvo en seco, consiguiendo que el pelirrojo hiciera lo mismo al dar con su pecho en la espalda del pequeño.

-Que ocurre Shuichi?- le preguntó algo confundido por la actitud de su amigo, este solo se volvió a mirarlo con gesto decidido.
-Por favor Hiro, no me sigas, tengo algo que hacer.- comenzó a correr hacia la salida de aquel pasillo, en dirección a lo que era el interior de palacio.
-Donde vas?- le gritó comenzando a correr tras él.
-No me sigas!-

Hiro se detuvo observando como Shuichi se perdía tras doblar la esquina. Tenia que hacer algo, ayudar a su amigo de alguna manera o este acabaría metiendose en un buen lío por hacer las cosas dejándose llevar por sus impulsos.

*****************************************************************

Sus manos se debilitaron soltando los barrotes de aquella celda, dejando caer sus brazos pesadamente uno a cada lado de su cuerpo.

-Shuichi...- dejó escapar en un susurro.

De nuevo lo había tenido tan cerca pero tan lejos a la vez. Parecía que aquello no acabaría jamás.

Que pensaba hacer Ryuichi con él? encarcelarlo de por vida? O tal vez avisaría al reino de Ilion de su presencia en aquel reino.? No, eso no podía hacerlo o se metería en un buen lío por haber encarcelado al heredero al trono de un reino tan importante como lo era Ilion. Incluso podía desembocar en un conflicto entre ambos reinos. Ryuichi era listo, demasiado listo, no cometería ese estúpido error.

Eiri se dejó caer sobre las frías paredes de piedra nuevamente, llevándose una mano al rostro, cubriendo con esta parte de él. Sintió de pronto como una ola de rabia cruzaba por su cuerpo produciéndole escalofríos cuando a su cabeza vino lo ocurrido en aquella habitación; la intensa mirada en aquellos ojos azules del supuesto amo de SU esclavo, aquella mirada triunfante pero con un matiz de dolor y culpa y la afirmación de Shuichi ante la pregunta del mismo.

Le era difícil creerlo, aceptar que su esclavo le había pedido a aquel hombre que fuese su amo, aunque aquello no le preocupaba demasiado, creía saber el porque de aquella reacción por parte de Shuichi; era consciente de que él mismo era el culpable de todo lo que estaba ocurriendo. Que podía esperar? Lealtad eterna? Seguramente el joven esclavo jamás pensó que él lo estuviera buscando, seguramente el pequeño no imaginaba que valiera tanto para Eiri, ni siquiera él mismo lo sabía.

-No me voy a dar por vencido, Shuichi me pertenece completamente.- sonrió de forma insolente, sintiéndose seguro de sus palabras y de los sentimientos de su pequeño esclavo.

***************************************************************

Hiro había vuelto a la habitación de K tras dejar a Shuichi corriendo hacia dios sabia donde. La verdad es que le daba verdadero pánico tan solo pensar que se el había ocurrido esta vez a su alocado amigo; pero la insistencia de este y el tono serio en sus palabras le habían hecho confiar en él y en lo fuera ha hacer.

Se hallaba sentado al otro lado del escritorio, algo cabizbajo, solo pensando en como podría ayudar a Shuichi, observando perdidamente como las manos de K se movían dándole mantenimiento a una de sus armas de colección.

-Hiro...- susurró el rubio sin mirarle, obteniendo la atención del pelirrojo. -Podrías pasarme la botellita verde que esta en la mesita de la esquina?- le pidió en un tono despreocupado, atento a lo que tenia entre sus manos.

Hiro se quedó embobado mirando al rubio, como consecuencia de haber sido sacado de forma abrupta de sus pensamientos.

-Por favor...- volvió a sonar la voz de K esta vez con mas insistencia, como si de una especia de orden se tratase.

Suspirando resignado se levantó de la silla en dirección a la mesita sin decir nada. Cuando abrió el cajón se encontró con varias botellitas de distintos colores, algunos velos, una cadena de monedas de oro como las que usaban las odaliscas y montones de llaves.

-La botellita con una cinta amarilla, la que esta junto a unas llaves en forma de cruz, las llaves de los calabozos, es una botellita alargada-dijo el rubio con calma, ofreciéndole al pelirrojo toda la información que necesitaba.

Hiro se volteó fijando sus ojos oscuros en K, quien seguía impasible en su tarea. Aquella información era como un permiso para poder usar esas llaves? que significaba? su rubio amante podía ser demasiado misterioso. Tomó las llaves y las deslizo en su bolsillo, después tomó la botella y se dirigió al escritorio nuevamente, extendiéndosela al otro hombre.

Los ojos de Hiro se encontraron con una mirada procedente de los ojos azules de K, era una mirada seria, la primera que recibía por parte del rubio. Aquello era como un incentivo a su propósito, la solución perfecta para aquel problema que rondaba en su mente, la autorización que necesitaba para llevar a cabo la idea que sin querer y sin darlo a entender, el rubio le había propuesto.

-Ya puedes marcharte.- comentó K con una sutil sonrisa, volviendo a apartar la mirada del pelirrojo para centrarla en su tarea.

Hiro no dijo nada, tan solo sonrió de forma agradecida, moviendo levemente la cabeza de un lado a otro, aquel hombre era un verdadero caso, una persona bastante peculiar sin duda. Ahora tan solo necesitaba que aquello saliese bien.




Continuara...


*******************************************************************

Notas de Saiyi:

KYAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!! Vamos por el cap. 17 ya!!!!!!!!! Despues de un año de estar liadas con este fic!!!!!!!!!! Como pasa el tiempo... (saiyi se pone melancolica) jeje, pues eso, k ya hace un añito k comenzamos con este fic, y me parece mentira k aun haya gente a la k le interese ^_^u bueno, una vez mas disculparnos por tardar en subir un cap. nuevo, pero lo mismo de siempre... (no tengo ganas de repetirlo ^_^u) y muchiiiiiiiiiiiiisimas gracias por todos los comentarios!!! ^_^ k bien k les gustara el cap. anterior ^_^ espero k este tb haya gustado ^_^ k mas k mas... a si! Como regalito pro cumplir un año, ahí dejamos otro bonus mas, escrito enterito por cath ^_^ espero k lo disfruten!!! Y nos vemos en el cap. siguiente!! Bye bye na no da!


__________________________________________________


Notas de Cathain:

Bueno antes que nada perdon por la tardanza. Muchisimas gracias por los comentarios que nos han dejado ^^ y nada aca hay otro lemon K/Hiro para las fans de la pareja. Ya estamos celebrando nuestro aniversario =p cumplimos un año de casadas XD nahh mas bien ya llevamos un año juntas escribiendo Dream Within! como pasa el tiempo, parece q fuera ayer cuando estabamos preparando el argumento y convenciendo a Saiyi ^.~ de todas formas jamas pense q escribiria un fic con mas de 10 capitulos en mi vida, con lo inconstante q soy ^^;; pero me eh divertido muchisimo escribiendo con ainoah y con saiyi, nuestras charlas por el msn, nuestras peleitas caseras XDD si q me han dado risa las ultimas, a pesar del tiempo q llevo lejos de un cyber -.- bueno espero q disfruten este capitulo y tambien el bonus ^^



____________________________________________________________

Notas de Ai:

Uffff por fin vamos a subir capitulo ya era hora ^^ y bueno k tal? Os ha gustado? A mi em ha encantado sobre todo la parte.. bueno tdo me a gustado XD asi k venga dejadnos un comentario nee? Venga ya estais tardando ^.- jajaja nos vemos en el siguiente capp!

No hay comentarios:

Publicar un comentario