lunes, 17 de agosto de 2009

DREAM WITHIN Ch.21

By Chekie Girls



Cap. 21




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La noche cubría toda la ciudad de Lejeune, una noche en la cual ni siquiera podía observarse alguna estrella perdida en la lejania; tan solo un manto grisáceo cubría el cielo de aquella noche.

-Yuki, mira que cama mas blandita.- de un salto, Shuichi se sentó en la cama de aquella recogida habitación.

Ni siquiera hacia tres horas desde que habían llegado a aquella ciudad. Esa noche la pasarían en casa de Suguru, ya que este se había ofrecido tan amablemente a acogerlos; proporcionándoles a la pareja una habitación no demasiado grande pero en la cual podrían tener algo de intimidad, mientras el compartiría la suya con Hiro.

–Mira se puede saltar y todo.- con una sonrisa infantil, comenzó a dar saltitos aun sentado sobre el colchón, deteniéndose en el momento en que sus ojos violetas se centraron en su amo. –na Yuki, de verdad esta bien?- ante la pregunta, Eiri se giró a mirarlo con algo de desconcierto. –estas muy raro desde que llegamos a esta ciudad, además, apenas has cenado.-

-Estoy bien.- contestó secamente, volviendo a fijar su mirada en el cielo cerrado de aquella noche.

Shuichi esbozó una graciosa mueca que denotaba molestia ante la evidente indiferencia de su amo para con él desde que habían llegado a Lejeune. Cambiando aquella expresión de niño caprichoso, dibujó una sonrisa traviesa, bajando de la cama con la intención de acercarse al rubio.

Unos brazos rodearon su cintura desde atrás, sintiendo como las manos de su esclavo se colaban bajo la tela de su camisa semi desabrochada. Eiri permaneció inalterado al contacto, notando esta vez como la cabeza de Shuichi se poyaba contra su espalda y las manos de este se deslizaban traviesas por su torso.

-Na Yuki...- comentó con voz melosa a la vez que frotaba su mejilla sonrojada contra la espalda del rubio. –por que no nos vamos a la cama?- acompañando a la pregunta formulada en un tono algo incitante, Shuichi deslizó sus manos hasta el borde de los pantalones de su amo, amenazando con colarlas dentro.

El joven príncipe no dijo nada. Tan solo llevó sus manos hasta tomar las de su esclavo por las muñecas de una forma un tanto brusca, apartándolas enseguida de su propósito, así como él mismo se apartó del abrazo que el pequeño le había impuesto.

-Yuki! me has hecho daño!- algo molesto acarició sus muñecas, observando algo enfurruñado como el rubio tomaba su capa y se disponía a salir de la habitación. –donde vas?- preguntó confundido ante la actitud del príncipe, olvidando enseguida su indignación hacia él.

-Voy a salir un rato.-

-Pero Yuki, mira como esta la noche, hace mucho frío, además, creo que va a llover.- con un gesto el cual fue ignorado por su amo, señaló las nubes oscuras que se apreciaban en el cielo desde la ventana de la habitación.

Sus ojos dorados dedicaron una mirada indiferente al esclavo, abriendo enseguida la puerta para salir de la habitación.

-Espera Yuki voy contigo!- gritó antes de salir corriendo tras el príncipe.

Hacia bastante frío, un frío apenas soportable. Al parecer el invierno se había adelantado, y en aquella parte del reino se hacia notar mucho mas.

-Uf, hace mucho frío.- comentó el joven de cabellos rosados a la vez que se abrazaba a si mismo mostrando una mueca friolera. –lo ves? Te lo dije, pero eres tan cabezota que tenias que salir con el tiempo como esta.- le recriminó al rubio con una actitud sobre protectora propia de una madre con su hijo. –vas a pillar un resfriado! Y de paso tambien lo pillare yo...- mirándolo de reojo de cruzo de brazos. -a ver cuando aprendes a hacerme caso Yuki, que yo solo quiero lo mejor para ti, así que lo mejor seria...-

-Cállate de una maldita vez!- ante el grito por parte de su amo, Shuichi guardó silencio, observándolo sorprendido.

-Yuki yo...- Shuichi agachó la cabeza, apretando los puños con fuerza para tratar de contener las lagrimas que comenzaban a nublar sus ojos violetas.

Eiri se sorprendió de su propia reacción. Hacia bastante tiempo que no le gritaba o se enfadaba con él. Aquello parecía haber quedado atrás cuando comenzó a sentir “aquello” por su esclavo; cuando decidió ir a buscarlo pese a todos los impedimentos. Pero allí estaba; de nuevo aquellos malditos recuerdos habían vuelto a su cabeza, haciéndole sentir culpable e impotente una y otra vez, pagándolo con aquella persona que había conseguido devolverle la alegría.

El príncipe se llevó una mano al rostro, cubriendo sus ojos dorados con ella, no dejando que las lagrimas brotaran de ellos. Con pesadez se dejó caer sobre la pared de la zona trasera de aquella casita, resbalando su espalda contra esta hasta quedar sentado en el suelo con la cabeza agachada.

-Yuki, que te pasa?- preguntó asustado, acercándose despacio a su amo, oyendo como la respiración de este cada vez se volvía mas agitada. –me estas asustando!- gritó agachándose y tomándolo de los hombros, zarandeándolo hasta que el rubio lo encaró con ojos vidriosos.

Ante la visión de aquellos preciosos ojos dorados bañados en lagrimas, las cuales recorrían la blanca piel del príncipe, Shuichi negó con la cabeza, no pudiendo creer lo que estaba ocurriendo.

Jamás había visto a Eiri llorar. El joven esclavo sabia perfectamente que su amo no era tan frío como aparentaba; que bajo esa coraza de hielo se encontraba un ser vulnerable, quizás mas de lo que el hubiera imaginado. Puede que de cara al resto del mundo, el rubio se mostraba insensible, pero Shuichi sabia que eso no era así, lo supo desde el primer momento, desde que se enamoro de él. Y ahora con aquella actitud tan frágil, Eiri se estaba descubriendo a si mismo.

-Es... estas llorando...- murmuró muy bajito, casi con miedo ante aquellas palabras. –por que? Yuki...-

-Yo.. he intentado olvidar mi pasado, pero me he dado cuenta de que es algo imposible.- un hilo de voz escapó entrecortado de su garganta, consiguiendo que su esclavo cada vez entendiera menos el por que de aquella actitud por parte del rubio.

-No entiendo nada Yuki, de que estas hablando?- tratando de calmarlo con sutiles caricias que recorrían sus brazos, Shuichi se colocó entre las piernas de su amo, situándose de rodillas entre estas.

Eiri suspiró pesadamente, tomando aire para soltarlo bajo un nuevo suspiro. Inclinó su cabeza hacia atrás, dedicando una mirada algo turbia al oscuro cielo.

Ante aquel silencio, Shuichi secó con sus dedos las lagrimas del rubio; justamente como el príncipe había hecho con él tantas veces. Esbozó una sonrisa temblona que trató de ser confiada, tomando delicadamente entre ambas manos el rostro de su amo.

-Vamos Yuki, puedes contarme lo que sea.- ante las palabras y las manos heladas del pequeño sobre su rostro, Eiri clavó sus ojos dorados en los violetas. –quiero que confíes en mi.- afirmó sus palabras con un movimiento de cabeza afirmativo, consiguiendo mantener en sus labios una sonrisa calmada.

Eiri dudó en hablar. Tenia miedo, un miedo impreso en su ser desde que ocurrió aquello; un miedo a que le hicieran daño y a hacerle él daño a los demás.

Shuichi deslizó sus manos apartándolas de las mejillas e su amo para tomar entre ellas una de las manos de este, sosteniéndola en una clara señal de animo.

Pasó su mano sobre por su rostro en un gesto inquieto, suspirando nuevamente ante aquella expresión que se había vuelto seria en el rostro de su esclavo; una expresión que le daba seguridad para contarle aquello.

-Yo...- comenzó a hablar muy bajito, sintiendo un leve apretón en la mano que Shuichi le tenia sujeta. –...ya estuve en esta ciudad en una ocasión.- el joven de cabellos rosados se mantuvo en silencio, animando con leves asentimientos de cabeza a que el rubio continuara. – cuando tenia dieciséis años.- giró el rostro hacia un lado, respirando algo agitado, sintiendo la mirada de los ojos violetas aun clavada sobre él pidiendo saber mas.

-Que paso Yuki? por que estas así desde que llegamos?- Shuichi se atrevió a preguntar casi en un susurro, pero no por ello sin dejar de mostrar seguridad en sus palabras.

-Maté a un hombre.- comentó secamente, dejando escapar aquella frase como algo natural.

Sus ojos violetas se abrieron impresionados ante aquella confesión. Su cuerpo se sacudió en un débil temblor que fue captado por su amo, quien esbozó una sonrisa algo irónica.

-El era mi profesor, quien me enseño a manejar la espada...- tras una fugaz mirada al rostro de su esclavo, Eiri desvió la mirada al cielo, siendo él esta vez quien apretó una de las mano del otro. –solía venir a esta ciudad en los veranos con él y con Seguchi. Ellos dos no se llevaban demasiado bien, siempre competían por ser el que mas llamara mi atención. Al principio era divertido, pero después ya no tanto.- un nuevo suspiro escapó de los labios del príncipe, animándose a continuar bajo la presencia protectora del pequeño. -Yo admiraba a mi profesor; siempre tan amable, tan sonriente y atento conmigo, me gustaba.- ante aquellas palabras Shuichi no pudo evitar sobresaltarse.

Tragó saliva con dificultad, sintiendo como su propio corazón parecía salírsele del pecho ante aquella palabras por parte de Eiri. Al parecer aquel hombre había sido muy importante para él, o al menos eso era la impresión que le daban aquellas palabras.

-Gracias a él me aficione a los libros y a escribir, aun recuerdo su sonrisa cuando le dije que quería ser escritor... claro que a mi padre no le entusiasmaba para nada la idea.- una sonrisa triste se dibujo en su rostro, la cual acabó por convertirse en una mueca irónica. -Pero aun así, su sonrisa me hizo entender que estaba orgulloso de mi y eso me alegraba. Pero un día, aquella sonrisa ya no fue la misma, y la mía tampoco.- el joven esclavo escuchaba atento cada una de las palabras que Eiri pronunciaba, sintiendo en su pecho el mismo dolor que podía estar sintiendo el rubio en aquel momento.

-Que ocurrió Yuki?-

–No se por que razón, un día...- suspiró antes de continuar, sintiendo como un nudo se formaba en su garganta. –...me vi obligado a matarlo.- sus ojos dorados volvieron a clavarse en el rostro enrojecido por el frio de su esclavo.

-Yuki...- Shuichi se mordió el labio inferior, aguantando las lagrimas en sus ojos violetas, sintiéndose completamente impotente ante aquello que Eiri le estaba contando.

-Aquel día, él había bebido y yo estaba muy asustado. Nunca pensé que él tuviera ciertos intereses en mi, que fuera capaz de “venderme” a aquellos tipos como si fuera un trozo de carne.- comentó en un tono despreciativo hacia él mismo. -Nunca pensé que él se atreviera a algo así...- las palabras acabaron ahogadas en su garganta debido a los débiles sollozos.

-Quieres decir que él...- una mirada dolida en los ojos dorados parecieron confirmar sus palabras.

Shuichi se llevó una mano a la boca completamente horrorizado, negando con la cabeza a la vez que varios recuerdos volvieron a su mente, pensando en lo que seguramente podían haberle hecho a su amo.

-…l... no tuvo tiempo, lo maté antes de que pudiera hacerme algo, pero ya el daño estaba hecho...- Eiri sujetó con una mano la muñeca de Shuichi, apartándole la mano de la boca, sintiéndolo temblar violentamente. –después de eso, Seguchi me encontró completamente asustado, protegiéndome con un abrazo que al parecer aun no se ha dignado a deshacer.- una nueva sonrisa irónica se dibujó en su rostro.

-Yo... no sabia que tu...- Un par de lagrimas rodaron por las mejillas enrojecidas del joven de cabellos rosados.

-Ya lo ves. Los dos, hemos tenido que pasar por lo mismo, no somos tan distintos.- una sonrisa entristecida cruzó sus labios, de los cuales escapó un suspiro pesado. -cada vez que te oía llamándome Yuki, me recordabas a mi con dieciséis años. Yo también lo llamaba Yuki.- Shuichi lo miró algo confundido, sin entender bien las palabras de su amo. –su nombre era Kitazawa Yuki, tome el nombre de Yuki por él.-

-Por eso tu apellido es distinto al de tus hermanos...- murmuró el esclavo para si mismo, recibiendo un asentimiento por parte de Eiri.

-Ahora ya lo sabes, te he contado mi pasado. Tu que tantas ganas tenias de saber cosas de mi.- comentó con ironía, manteniendo un deje de tristeza en su tono de voz. –ahora seguramente no querrás tener como amo a un asesino, por eso yo... te concedo la libertad, no tendrás que estar conmigo a la fuerza si no lo quieres.- la sonrisa que estaba a punto de esbozar murió en sus labios al encontrarse con la expresión molesta y dolida en el rostro de su esclavo, quien tenia sus ojos violetas bañados en lagrimas furiosas las cuales trataba de contener sin resultado alguno.

-Pero que estas diciendo? yo nunca te voy a dejar Yuki! no quiero separarme de ti! Me da lo mismo tu pasado, lo que me importa es el presente, el que tu y yo estemos juntos. Si que es cierto que quería saber cosas de ti, pero eso es normal no? Y se que llegue a pensar que no podría estar realmente enamorado de ti sin conocerte, pero me di cuenta que eso no es lo que importa realmente.- su expresión pareció suavizarse un poco, llegando a agachar la cabeza en un gesto compungido. -Ya se todo lo que tenia que saber; se que te quiero, y que quiero estar contigo el resto de mi vida!- lo encaró decidió, seguro de sus palabras.

-Je, sigues tan egoísta como siempre, solo pensando en ti.-

-Puede que sea un agonista, pero me enfrento a mis miedos y lucho por lo que quiero! Y es eso lo que tu tienes que hacer! Vencer a tu pasado, no intentar escapar de él! además, yo siempre estaré contigo, puedes estar seguro. Te quiero mas que a nada y yo... pues eso! Que quiero estar contigo para siem...!- sus ojos violetas se abrieron ante la sorpresa de verse envuelto en un repentino abrazo por parte de su amo, quien enterró su rostro en el cuello de este, sintiendo el aroma de sus cabellos rosados. –Yuki yo... te quiero...- le susurró entre los sollozos de ambos a la vez que le devolvía el abrazo con fuerza al príncipe.

El abrazo acabó por romperse tras varios minutos en los que el único sonido era la respiración entrecortada por los sollozos de ambos.

-Hace mucho frío, será mejor que entremos.- Shuichi se separó de su amo, secándose las lagrimas con el dorso de la mano para enseguida esbozar una sonrisa dedicada al rubio.

Los ojos dorados de Eiri se perdieron en algún punto en el cielo, mostrándose aun vidriosos debido a las lagrimas que habían escapado de ellos para dejar marcas en sus mejillas.

-Tenemos que descansar, mañana tenemos que seguir el viaje, ya queda muy poquito para llegar a Ilion.- comentó tras levantarse para ofrecerle su mano a su amo con la intención de que este también se levantara.

-Vete tu.- murmuró algo indiferente. –yo... quiero quedarme solo un rato.- esta vez su mirada se centró en el pequeño, quien tras mostrarse nuevamente preocupado, volvió a esbozar una sonrisa calmada.

-Esta bien, pero no tardes Yuki.- su voz sonó dulce, en un tono casi susurrado antes de darse media vuelta para alejarse de allí bajo la mirada de Eiri.

-No es tan fácil enfrentarse al pasado...-

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Shuichi abrió la puerta de la habitación para entrar en esta y dejarse caer sobre la puerta pesadamente hasta cerrarla. Un suspiro pesado escapó de su labios, cerrando los ojos por un momento; el tiempo que tardó en tomar una profunda bocanada de aire.

-Es una historia horrible... ahora lo entiendo todo, por eso Yuki se comporta de esa forma. Pero... por que ha decidido contármelo todo justamente ahora?- se preguntó curioso, adoptando en su rostro una graciosa mueca de confusión. –será que...- sus ojos violetas se abrieron sorprendido de sus propias suposiciones, no pudiendo evitar esbozar una sonrisa satisfecha. –Yuki confía en mi! Y si confía en mi..kyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! es que me quiere un poquito mas!- de un salto se tumbó en la cama de espaldas a esta, comenzando a rodar sobre la misma hasta caer al suelo. –ite... será mejor que me vaya a dormir...- comentó llevándose una mano al trasero tras el golpe.

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Las palabras de Shuichi resonaron en su mente como ecos vacíos recordándole un pasado, un pasado tan suyo que dolía. Pero también veía la sonrisa de Shuichi transformarse en la de Yuki; una sonrisa dañada.

El maldito fantasma que no lo dejaba pensar, avanzar; ese suceso recreándose vez tras vez en su mente, reviviendo aquellas sombras recortadas contra su cuerpo de dieciséis años, con esas voces oscuras y repugnantes.

Enterró sus dedos con fuerza entre su cabello, presionando su cabeza, tratando en vano de borrar aquel recuerdo. Con impotencia se levantó y clavó su puño contra la pared, lastimándose la mano pero alejando brevemente las oscuras memorias. Apoyó su
frente contra la fría pared buscando esclarecer su mente, respirando profundamente para tratar de calmar su conmoción.

Tras varios minutos, se adentró ya mas calmado en silencio en el interior de la habitación que compartía con su esclavo, hallando a este profundamente dormido, envuelto entre las sabanas las cuales apretaba como un niño.

-Ah... es mío!... mnñn...- murmuró Shuichi entre sueños, con el ceño fruncido y mueca de
fastidio.

El rubio sonrió al ver esa mueca graciosa en su cara, quizás tenia un sueño infantil. Esa
imagen la iba a llevar en su memoria por el resto de su vida. No la del sueño, sino la de
su sonrisa; esa expresión tan abierta y llena de vida y tanta vitalidad, aquellos labios rosados, las gemas violetas que eran sus ojos; brillando, hechizando. Shuichi era esa vitalidad perdida, ese candor adictivo, esa piel cálida y suave, esa criatura digna de amar y de admirar por las noches entre sus brazos, entre su cama.

Talvez hubiese sido mejor dejarlo en Sindhar, por lo menos estaba consciente de que allí nunca le faltaría amor, un amor que él no podía ofrecerle sin recelos.

Se acercó a la cama e hizo un amago de acariciar la tersa mejilla, quitando la mano de inmediato, como si solo el calor que desprendía el cuerpo de su esclavo le quemara, realmente le espantaba.

La intimidad no estaba hecha para él, ahora vería en los ojos violetas su pasado, torturándole. Lo mejor era marcharse; marcharse lejos y olvidar.

Dar un paseo talvez; o quizás, marcharse para no volver.

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// El león esta en casa, pero volverá a donde cumplió.
S. //

Dobló el trozo de pergamino para introducirlo luego en un pequeño tubo de metal y sellarlo.

Suspiró de forma cansada, acercándose a la ventana y fijando sus ojos verdes en el cielo nublado. Ya eran las cinco de la mañana. A pesar de la abundante neblina que cubría casi todo, al fondo podía percibirse el cielo aun gris, sin esos matices rosáceos precedentes al amanecer.

Lejeune era una ciudad muy fría perteneciente al reino de Ilion, estaban a tan solo unos tres días de camino; atravesados entre un bosque y la capital. Pero Ilion podría catalogarse como un lugar mas "cálido".

Ciertamente hubiese cambiado de lugar con su hermano mayor; Sindhar era un sitio mas
cálido y mas exótico, pero lo cierto es que no hubiera cambiado por nada del mundo sus terrenos. Su padre era el encargado de la crianza de caballos en Ilion, también había sido competidor en su juventud, ganando muchos trofeos para el reino.

La crianza de caballos era el negocio de la familia. Su hermano también lo hacia, solo que a miles de kilómetros de ellos.

Deslizó sus dedos de forma delicada entre las plumas plateadas del halcón que se hallaba apoyado en la baranda del pequeño balcón. Su primo Tohma se lo había obsequiado después de la muerte de su madre para mantenerse en contacto.

Antes de partir a Sindhar, este le había enviado un mensaje, informándole de la ausencia del príncipe Eiri. Pidiéndole también que le mantuviera informado si este pasaba
por el pueblo o en el camino a Sindhar.

Suguru jamás pensó que realmente fuese a encontrarlo. Por eso decidió no llevar a Alderamin con él, mas bien dejarlo descansando en casa. Si de lo contrario hubiera llevado a su ave con él, podría haber informado inmediatamente a su primo de la presencia del heredero al trono de Ilion, sin necesidad de tener que llegar a Lejeune para hacerlo. quizás Tohma, ya se encontraba bastante alejado de Ilion.

Con un suspiro, ató a la pata del halcón el mensaje. Observando a continuación como emprendía el vuelo.


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Aquella mañana se hacia escaso el cantar de los pájaros y el revoleteo de estos en el cielo. El día había amanecido igual que como la noche le había dado paso al mismo; gris y triste.

Shuichi se desperezó con torpeza, estirándose en la cama en busca de su amo. Sus ojos violetas se abrieron repentinamente cuando al tantear sobre el otro lado de la cama no encontró a la persona que buscaba.

-Yuki?- se preguntó mirando de un lado a otro en aquélla recogida habitación, sentándose casi de un salto.

Con un gesto confundido se llevó una mano a la cabeza, donde enterró sus dedos entre el cabello rosado que permanecía revuelto. Perezosamente se levantó de la cama, tomando algo de ropa limpia para cambiarse.

Una vez estuvo listo, salió de la habitación, dispuesto a buscar a Eiri por toda la casa.

El joven esclavo se adentró en el salón con aire ausente, tan solo buscando al príncipe, sin percatarse de la presencia de los demás en el mismo.

-Buenos días Shuichi.- le saludó Hiro en un tono un tanto irónico, tratando de hacerle ver a su amigo que existía alguien mas en el mundo a parte de él.

-Eh? Ah, buenos días...- comentó sin muchos ánimos. –oye Hiro.. has visto a Yuki?-

-No, no lo he visto, no estaba contigo?-

-Al parecer no...-

-No ha salió nadie de aquí en toda la mañana.- intervino el cabeza de familia de aquel hogar; un señor no demasiado mayor aunque con pelo algo canoso. –y yo suelo levantarme antes del amanecer para dar de beber a los caballos.-

-Ahora que lo dices... esta mañana temprano no estaba el caballo del príncipe Eiri.- comentó Suguru pensativo.

Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando la confesión que su amo le hizo la noche anterior vino a su cabeza, sintiendo una presión en su pecho ante la descabellada pero no por ello imposible idea de que Eiri lo hubiera “abandonado” y se hubiera marchado.

-No puede ser...- sin decir nada mas, salió corriendo hacia la entrada de la vivienda manteniendo una expresión de incertidumbre.

-Donde vas Shuichi?- Hiro se levantó del sillón donde había permanecido sentado para ir tras él, siguiéndolo hasta llegar a los establos.

Su respiración se agitó no solo por la carrera, si no también al no hallar allí el caballo del rubio. Con pesadez cayó de rodillas al suelo, manteniendo sus ojos llorosos bien abiertos ante la ausencia del caballo de Eiri.

-No esta.. Yuki se ha ido...- murmuró con voz entrecortada, sobresaltándose al sentir las manos de alguien posarse sobre sus hombros. –Yuki?- preguntó inmediatamente, cambiando la sutil sonrisa que había esbozado por una nueva mueca de tristeza cuando descubrió que se trataba de Hiro.

-Shuichi, que es lo que pasa? Por que te has puesto así?- le preguntó preocupado.

-Yuki.. se ha marchado, me ha dejado...-

-Pero por que dices eso?- preguntó Hiro con algo de burla. –seguramente has tenido una pesadilla.-

-No!- de un manotazo consiguió que Hiro apartara las manos de sus hombros y le dedicara una mirada algo molesta. –no ha sido un sueño, Yuki se ha marchado...-

-Vamos Shuichi, habrá salido a pasear un rato.-

-No! anoche no durmió conmigo... estuvimos hablando y me dijo que me dejaba libre.- el pelirrojo no pudo mas que sorprenderse ante aquellas palabras. –yo le dije que no, quería estar con él y seguramente por eso... me ha abandonado.- Shuichi bajó la mirada, dejando que varias lagrimas cayeran al suelo, mezclándose con las finas gotas de lluvia que comenzaban a desprenderse del cielo.

Hiro adoptó una expresión preocupada al igual que confundida. No entendía demasiado bien el por que de todo aquello. Así contado, no parecía tan “grave” como para que Eiri se marchara sin mas dejando a Shuichi después de haber viajado hasta Shindar para recuperarlo.

-No te preocupes.- en un gesto de animo, volvió a colocar sus manos sobre los hombros del esclavos, provocando que este girase su rostro para mimarlo. -seguro que vuelve dentro de un rato. Si no, saldremos a buscarlo.- una sonrisa confiada que pretendió ser tranquilizadora se dibujo en su rostro.

Shuichi asintió en respuesta aparentemente algo mas calmado. Seguramente estaba exagerando demasiado debido a lo ocurrido la noche anterior.

-Es... imposible que Yuki se haya marchado.- murmuró a la vez que esbozaba una débil sonrisa que pretendió ser tranquilizadora para si mismo.

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El amanecer les había agarrado desprevenidos. Observo como dos de sus escoltas preparaban un rápido desayuno junto a la fogata.

Tohma decidió acercarse al arrollo que tenían cerca con intención de refrescarse un poco cuando observó como un halcón daba vueltas sobre las copas de los altos árboles.

Enseguida reconoció a aquel ave; justamente el halcón que le había obsequiado a Suguru en una ocasión. Levantó el brazo observando el descenso del ave, sintiendo como este se posaba en él para seguidamente con la mano izquierda desatar el mensaje que portaba en su áspera pata.

Ahogó un gemido cuando Alderamin se trasladó a su hombro izquierdo; inevitablemente su camisa blanca no era de cuero como los guantes que cubrian sus manos. Con un gesto un tanto impaciente, se decidió a abrir el mensaje, devorando su contenido.

// El león esta en casa, pero volverá a donde cumplió.
S. //

Tohma esbozó una sonrisa de alivio. Aquel mensaje quería decir que Eiri estaba en casa de su primo Suguru. Pero una duda asaltaba su cabeza; que demonios hacia el príncipe de Ilion allí?

Eiri y su primo no se conocían, y al parecer tampoco había atado cabos con sus apellidos, ya que Eiri seguramente no se habría quedado allí esperando a que él mismo lo encontrase.

Quizás estaba herido. Pero la nota también mencionaba que se dirigía hacia Ilion. Lo mejor seria apresurarse, estaban a dos días de Lejeune ya que habían atravesado la ciudad sin necesidad de detenerse en allá. Si apretaban el paso, fácilmente esos dos días podía convertirse en uno.

-Recojan eso, no tenemos tiempo para desayunar.- ordenó a sus escoltas a la vez que se
precipitaba hacia su caballo blanco.

-Ocurre algo majestad?- intervino su fiel Sakano, adoptando una expresión seria y confiable.

-Si, debemos llegar a Lejeune mañana mismo.-

-Pero si...- el hombre de cabellos oscuros miro hacia atrás, como si con ello quisiera entender el hecho de que acababan prácticamente de pasar por esa ciudad, como es que volvían?

-No hay tiempo de explicación, allí esta lo que busco.-


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La noche estaba a punto de caer sobre Lejeune. El joven esclavo acompañado por Hiro, habían revisado prácticamente toda la ciudad durante aquella tarde en busca del príncipe Eiri.

Shuichi se había dedicado a ir llamando puerta por puerta preguntando en cada vivienda si habían visto a un hombre “rubio, alto y guapo con una mirada que daba miedo” a lo cual ante la ultima característica de dicho hombre, los ciudadanos se dedicaron a cerrar las puertas de sus casas consiguiendo que Shuichi lanzara varios improperios a los mismos.

El joven esclavo ni siquiera había probado bocado aquella tarde en el almuerzo; tan solo había permanecido con la mirada perdida en el triste paisaje que se mostraba a través de la ventana, observando como a cada rato tenían lugar débiles lloviznas. No pudo aguantar mas aquel estado de incertidumbre; aquella preocupación por su amo el cual no había dado señales de vida desde la noche anterior, decidiéndose él mismo a ir a buscarlo. Por su parte, Hiro decidió acompañarlo ante el empecinamiento pro parte de su amigo. No dejaría que el joven de cabellos rosados fuera solo en busca del príncipe de Ilion. Claro que a cambio, consiguió que Shuichi comiera alguna cosa.


Algo mas alejado de la ciudad, detuvo el caballo con un tirón de las riendas al observar un viejo roble que daba lugar a una bifurcación en el camino de retorno a la parte céntrica de Lejeune.

Bajó del animal ante la mirada ansiosa de Shuichi para luego agacharse y revisar unas huellas secas; huellas que se asemejaban mucho al tipo de caballo que utilizaba el príncipe Eiri. Eso era muy extraño, que buscaría el príncipe adentrándose en aquel bosque borrascoso?.

Sus ojos grises se fijaron en el camino, observando la tierra árida que se presentaba hasta el comienzo del bosque, ciertamente era una tierra muy cambiante, árida y húmeda.

-¿Que encontraste Hiro?.- preguntó el pelirrosa indagando a su amigo.

-Es posible que haya tomado este camino, pero no estoy seguro Shuichi, los caballos de este poblado se parecen mucho a los de Ilion; sus huellas guardan mucha similitud.- explicó volviendo a ponerse en pie para acercarse a su amigo.

-Vamos.- la voz del esclavo sonó decidida, sosteniendo la mirada preocupada de su amigo, recibiendo un suspiro cansado y un asentimiento por parte de este.

Se adentraron con paso lento en el estrecho y gélido bosque. El lugar estaba cubierto con hojas secas y nieve, algo que realmente le causó una especie de deja vú.

Shuichi se aferró asustado a la espalda de Hiro cuando un búho cruzó ululando sobre sus cabezas. El pelirrojo sonrió ligeramente ante lo asustadizo que podía llegar a ser su amigo. Ese baka siempre sufriendo por culpa de los demás; tan ingenuo y sencillo.

-Tranquilo Shu-chan.- susurró tratando de hacerlo sentir seguro.

Se sobresaltó al sentir como el caballo se detenía renuente ante las ordenes a seguir. Observo apesadumbrado el riachuelo enlodado que les impedía el paso; era muy largo y pantanoso, no era bueno el intentar pasarlo en aquellas condiciones.

Los ojos violetas estaban fijos en la cabaña abandonada frente a ellos, asintiendo ausentemente a alguna vaga pregunta hecha por su amigo. No podía quitarse esa sensación de miedo que le oprimía el pecho. Porque Eiri le había dejado allí solo? después de haber pasado por tantas cosas para regresar, aun después de haberle contado aquel secreto que tanto le atormentaba, de pasar aquellos momentos tan hermosos, acaso eso no le valía de nada?.

Lo único que él sabia es que debía encontrar a Eiri. …l era el único que podía responder a todas aquellas preguntas. No le importaba que intentara huir; no lo iba a dejar ir tan fácilmente, y mucho menos solo. Tenia que encontrarlo, asi tuviera que ir al mismo infierno lo haría, solo por Eiri lo haría, por encontrarlo. No iba a descansar hasta observar nuevamente aquella silueta adorada.


-Lo mejor será regresar por ahora Shuichi.- esta vez la voz del pelirrojo le hizo reaccionar con un sobresalto. -mañana volveremos a intentar por otro sendero, es peligroso continuar a estas horas, ya esta prácticamente oscuro, y el cielo no tiene buena pinta.- sugirió Hiro ante el mutismo silencioso en que se había sumido su amigo.

Sin que apenas Shuichi se percatara de ello, Hiro indicó a su caballo para que diera media vuelta, retomando el camino anteriormente andado para volver a dirigirse a la ciudad.

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Desde la madrugada del día anterior, el príncipe de Ilion había ido visitando los lugares que había frecuentado con Kitazawa; volviendo a su cabeza varios recuerdos agradables y evocados.

Eiri se detuvo frente a unas rocas enlodadas; las misma rocas tras las cuales se había escondido tantas veces con la intención de llamar la atención de su profesor.

Habían sido muchas las meriendas que ambos habían compartido en aquel lugar; muchas de las cuales en las que Tohma también había participado, haciéndolas mas divertidas para Eiri debido a las aniñadas “peleas” que él y su profesor compartían.

Posó una mano sobre una de aquellas rocas, esbozando una sonrisa melancólica ante aquel recuerdo, ante la añoranza que aquel hombre al que tanto había admirado y querido.

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-No ha habido suerte?.- preguntó Surugu tras ver entrar a Hiro seguido de un Shuichi cabizbajo.

El pelirrojo negó con la cabeza, dedicando una mirada esquiva a su amigo, mostrando verdadera preocupación hacia este.

-Pero estoy seguro que volverá esta noche, verdad Shuichi?- en un gesto anímico, golpeó con el codo al joven esclavo, arrancando de este un mudo sonido del cual no se sabia si era una afirmación o negación. –en cualquier caso.. será mejor que vayamos a dormir, mañana con mas claridad seguiremos buscando.-

-Hiro yo...- murmuró con voz entrecortada, dedicando una mirada llorosa al pelirrojo, quien esbozó una sonrisa cariñosa.

-Esta bien, dormiré contigo esta noche.- ante la respuesta de su amigo a la pregunta que ni siquiera le había hecho falta formular, Shuichi sonrió tristemente, asintiendo levemente con la cabeza.

-Como has sabido lo que quería?- preguntó Suguru sorprendido por tal “entendimiento” entre ambos.

-Aparte de que lo conozco muy bien, Shuichi es muy predecible.- sonrió revolviendo el cabello rosado del esclavo, no consiguiendo esta vez su propósito de molestarlo. –mejor vallamos a dormir...-


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La madrugada hacia acto de presencia, escondiendo en aquel bosque algo mas que la figura de aquel hombre en busca de su pasado.

Bajó de su caballo, y adoptó un paso lento y cuidadoso al deslizarse sobre las rocas húmedas guiando al animal entre las mismas cuidadosamente. Por lo menos era un riachuelo lo que debía cruzar y no un río caudaloso.

Recordaba haber cruzado ese mismo riachuelo años atrás. Pero en esa época reia y era primavera, entonces el sol se colaba entre los árboles formando estelas doradas y naranjas. Un día encantado en un bosque frío, muy a pesar de la primavera...

/-/-/-/ Había caído la noche, oscura, maldita. Su profesor le había invitado al festival que se celebraba aquella noche en Lejeune. Se habían divertido, claro que sin Tohma no era lo mismo; era distinto estar a solas con su tutor. Estaba tan excitado con la fiesta... tanto que ni siquiera se había percatado de que al regresar a la cabaña les seguían dos hombres... /-/-/-/

Secó sus botas contra la hierba húmeda, limpiándolas un poco del mohoso barro que se les había adherido. Enfocó su mirada dorada en una cabaña vieja, carcomida por el tiempo y el clima natural de Lejeune. Aquella cabaña donde había muerto una parte suya, junto a su tutor.

Pero su corazón aun seguía vivo; sincronizándose nuevamente con su alma, con la sola clave de unos ojos violetas; era la única que le había echo reaccionar después de tantos años de abandono y frío. Definitivamente su Shuichi era el mejor regalo que había recibido en toda su vida, aun mas preciado que las sonrisas de Yuki.

Shuichi había revivido aquella parte de si que creía perdida. Pero junto a eso, también había revivido aquel miedo ciego; un miedo absurdo pero que hacía temblar hasta su alma. Era imposible sacarse aquello de la mente, todo lo malo, todo lo cruel; aquella violación de sus sentidos, a su confianza. No era fácil darle la espalda a todo aquello, hacer de cuenta que nada había ocurrido porque era todo lo contrario; si que había pasado, y mas que bastante eran los hechos.

Tras dejar a su caballo resguardado en lo que fue un pequeño cobertizo pegado a la cabaña, con paso solemne se acercó hasta la puerta de la misma, empujándola para adentrarse, esperando encontrar aquel cadáver que manchaba su destino.

Seguía exactamente igual; vacía, destrozada, y las botellas de vino tiradas allí, junto a la pequeña mesa que usaban para las comidas. El licor barato y dulce que no excusaba conductas, ni deseos mórbidos. Nadie había tocado nada. ¿Porque? porque temía que él volviese a gritar histérico?. Aun estaba aquella daga tirada en el centro de la habitación, fuera de su funda, oxidada con la sangre derramada.

Observo una rata escabullirse por un trozo desprendido de la madera que conformaba el suelo. Con un suspiro cansado cerro los ojos y paso su mano sobre ellos en una errática caricia. Con deliberada parsimonia se acerco hasta una de las ventanas que se hallaba medio tapada con algunas tablas de madera, había comenzado a nevar. Se consoló ante el premeditado pensamiento de quedar encerrado allí, atrapado en la nieve.

Se dejo caer pesadamente contra la pared hasta hallarse sentado en el sucio suelo; perdiendo sus ojos dorados en aquella daga frente a si, perdiéndose en aquel recuerdo que tanto había pretendido borrar de su mente...

/-/-/-/ -Yuki...- susurró con voz entrecortada, fijando su mirada en la sonrisa enloquecida de aquel hombre.

Se acercó al muchacho de dieciséis años, manteniéndolo acorralado de espaldas a la pared.

Las manos de aquel hombre recorrieron ansiosas el cuerpo tembloroso del joven príncipe, palpándolo sobre la ropa. La mirada de aquellos ojos color miel se centraron lujuriosos sobre el rostro del muchacho, consiguiendo que este ladeara la cabeza visiblemente asustado.

-No intentes resistirte ahora, Eiri.- le susurró al oído con voz juguetona, consiguiendo que un escalofrió recorriera el cuerpo del joven príncipe.

-No sigas...-

-Je, de verdad es eso lo que deseas?.-

-Yo...-

-Esa manera en la que siempre me has mirado... no iras a echarte atrás ahora cierto?.- su lengua se deslizó deseosa sobre la cuello de Eiri, provocando que este abriera los ojos en sorpresa y se moviera inquieto.

-Déjame! No quiero!- gritó tratando de liberarse, forcejeando contra el cuerpo de aquel hombre que había pasado de darle seguridad a provocarle verdadero temor.

-Jajajajaja! Me da lo mismo que quieras o no, esto lo hago por mi y no por ti. Así que...- sus labios fueron a envolver los del pequeño, pero el sonido de la puerta al abrirse le hizo girar su rostro hacia la misma.

-Eh Yuki, que crees que estas haciendo?- comentó uno de los dos hombres que habían entrado.

Ambos eran de constitución fuerte; al parecer guardias de palacio. Se acercaron adonde alumno y profesor permanecían, manteniendo en sus rostros una sonrisa deseosa al ver al joven príncipe.

-Esto es lo que acordamos.- comentó uno de los hombres entregando varias monedas de poco valor a Kitazawa después de haberlo retirado del pequeño.

La mirada asustada del muchacho se centró en su profesor, observando incrédulo como este le dedicaba una mirada un tanto burlona sin intención alguna de defenderle de aquellos tipos.

-No te preocupes Eiri, después vendrá mi turno, aunque... es una lastima que yo no sea el primero.- comentó con ironía para retirarse a observar desde el sillón ubicado cerca de la ventana.

-Yuki... uhm!- el nombre de su profesor se ahogó en sus labios cuando uno de los hombres tiró de él para obligarlo a colocarse de rodillas en el suelo.

-Es hora de divertirnos un rato.- comentó uno de los hombres con burla colocándose tras Eiri, a la vez que el otro se situaba frente a él.

Los ojos dorados miraron aterrados a ambos; perdiéndose asustados en la virilidad del hombre frente a si cuando este se bajó los pantalones mostrando su miembro erguido.

Un grito se vio ahogado en su garganta cuando aquel hombre penetró la boca del muchacho con su erección; obligándolo a mantenerse con ella en la boca pese a los continuos intentos de Eiri por sacarla.

-Eso es muchacho, si... uhm... intenta escaparte y veras como te va.- con brusquedad se movió contra el rostro del joven príncipe, obligándole a mantener un ritmo constante en sus "caricias".

No tardó demasiado tiempo en sentir como el hombre tras él se posicionaba de rodillas, sujetando sus pequeñas caderas con aquellas gruesas manos para atraerlo hacia él, obligándolo a sostenerse con sus manos en el suelo al igual que ya hacia con sus rodillas.

Kitazawa seguía cada expresión de angustia por parte de su discípulo con deleite. Tomó la botella de brandy apoyada en la mesita, sirviéndose un vaso de la misma sin dejar de observar con morbosa excitación como el miembro lujurioso de aquel hombre arremetía en un ritmo constante de mete y saca dentro de la boca del chiquillo.

Tragó saliva con dificultad, lamiéndose los labios en el momento en que el hombre que se hallaba tras Eiri bajó los pantalones del joven príncipe para seguidamente hacer lo mismo con los suyos y penetrarlo de una sola embestida.

Ante aquella desgarradora invasión a su cuerpo, Eiri gritó angustiado, consiguiendo que el miembro dentro de su boca se adentrara un poco mas produciéndole una horrorosa sensación de ahogo. Varias lagrimas resbalaron por sus mejillas, borrando cada una de ellas toda expresión de inocencia y alegría de sus ojos dorados, volviéndolos opacos y sumiéndolos en una neblina sin vida, como una mortaja arropando la expresión anulada de la muerte. /-/-/-/


Se cubrió el rostro con una mano, tomando con la otra la daga oxidada, observándola temblorosa entre sus dedos; dejando caer una lagrima solitaria sobre la misma.

Porque Yuki tenia que haber traicionado su confianza de esa forma tan sucia?. Haber vendido su cuerpo a dos hombres desconocidos; aquella mirada dulce cambiando a una feroz. Un juego sucio que habia tejido entre sus manos para su propia satisfacción, y es que tenia que haberse visto venir aquello; haber observado un poco mas esa mirada tan peculiar que le ofrecía cuando él no estaba pendiente, haber reconocido la ciega lujuria oculta por lo que parecía ser cariño... pero claro, tan solo era un niño en ese entonces; un niño inocente, igual que lo era Shuchi.


/-/-/-/ Sus brazos temblorosos lo sujetaron con dificultad sobre el suelo, sintiendo correr entre sus piernas el semen de aquel hombre mezclado con su propia sangre.

Una mano en su barbilla le obligó a elevar el rostro. Eiri entreabrió los ojos con pesadez; cansado de aquel dolor que sentía tanto en su cuerpo como en su alma. Unos ojos color miel se encontraron con los suyos; unos ojos que aquel día mostraban un brillo totalmente distinto al de siempre.

Una sonrisa deseosa se dibujó en los labios de Kitazawa, observando como entre los labios lastimados de Eiri bajaban leves hilillos del semen que aquel hombre le había obligado a tragar. Aquel rostro juvenil salpicado también, y sus ojos cambiados; aun hermosos en su tragedia.

-Ahora que ya se han marchado, te tengo solo para mi.- susurró cerca de los labios del joven príncipe, provocando que este bajara por un momento la mirada.

Sus ojos dorados parecieron temblar ante la visión de la daga que portaba su profesor atada a la cintura. Antes de que pudiera sentir los labios de este posarse sobre los suyos, la sangre aun caliente de Kitazawa resbaló por sus manos temblorosas, las cuales habían alcanzado la daga y la habían clavado casi inconscientemente en el pecho de aquel hombre.

Observó la mirada pasmada de Yuki reflejarse herida contra la suya, llena de sorpresa y mortalidad. Sintió como el cuerpo se vencía contra el suyo, tosiendo sangre, salpicando su rostro. Su pequeño cuerpo se tensó ante los estertores que recorrían el cuerpo de su profesor; volviéndolo frío, sintiendo la sangre cálida escurrirse entre sus dedos, avisándole de la muerte prematura que se cernía sobre si, sobre aquel ser amado al que tanto había querido y que por ironías del destino había acabado por arrebatarle la vida.


-Eiri... -murmuró como un ultimo adiós la voz ronca, perdida. /-/-/-/


-Todo fue mi culpa...- la voz de Eiri sonó entrecortada en el silencio, helándose con el frío de la nieve que caía en el exterior de aquella cabaña convertida en simples ruinas. -... Yo era el único que merecía morir... Yo, no tu, no debía terminar así... hubiera sido lo mejor, tu vida antes que la mía...-


**************************************************

Aquella madrugada se presentaba lluviosa. Las gotas de agua golpeaban intensamente contra los ventanales de las casas en la ciudad de Lejeune.

El constante sonido consiguió hacer despertar a Hiro, quien hasta el momento había estado durmiendo placidamente al no hallar alguna otra clase de sonido en el interior de la habitación; como lo podían ser los suaves ronquiditos de Shuichi.

Abrió los ojos de golpe bajo aquel “descubrimiento”, encontrando vació el hueco de la cama donde supuestamente Shuichi se había quedado dormido la noche anterior hecho una bolita.

Se sentó sobresaltado en la cama, tomando entre sus manos una hojita de papel mal escrita, con varias gotas al parecer de lagrimas las cuales habían acabado corriendo al tinta.

-Y esto?- se preguntó rascándose la cabeza confundido.

Comenzó a leer con dificultad lo escrito en la nota, ya que esta estaba bastante borrosa. Una mueca casi de pánico se dibujó en su rostro cuando acabo de leerla.

-No puede ser tan idiota!- rápidamente salió de la cama con la hoja aun sostenida en la mano.

Se vistió lo mas rápido que pudo y salió corriendo de la habitación a la vez que pasaba una de sus manos de forma descuidada tratando de peinar un poco su larga melena.

Recorrió ágilmente el pasillo de aquélla casa, hasta detenerse frente a la puerta que daba a la habitación de suguru.

Golpeó insistentemente, consiguiendo que el muchacho que dormia tranquilo hasta ese momento despertara algo confundido.

-Que ocurre?- pregunto adormilado al abrir la puerta, restregándose los ojos con el puño cerrado.

Sus ojos verdes de centraron en el rostro de Hiro cuando este jadeante debido a la carrera, puso frente al muchacho la hoja borroneada.

-Y esto?- preguntó Suguru sin entender para nada la actitud nerviosa del pelirrojo.

-Ese baka se ha largado solo a buscar al príncipe Eiri!- tras haberle ofrecido la nota al joven, este la tomó con una mano, leyendo lo escrito en ella. –tengo que ir a buscarlo, es peligroso que vaya por ahi solo y mas aun con el día como esta.- una mirada que bien denotaba nerviosismo se centro en el ventanal del salón, observando como la lluvia no parecía amainar. -es mas, ni siquiera sabe montar a caballo, seguro que se ha ido a pie.- ante las palabras de Hiro, suguru asintió afirmándolo, ofreciéndole nuevamente la hoja al palirrojo.

-No te preocupes, no creo que se atreva a ir muy lejos.-

-No lo conoces.- golpeó con uno de sus puños la pared, recibiendo una mirada un tanto molesta por parte del muchacho de ojos verdes. -Shuichi es la persona mas cabezota que te puedes encontrar, y mas aun si se trata del príncipe.-

-En ese caso...- murmuró tras adoptar una expresión un tanto preocupada. -solo espero que no se haya adentrado en el bosque...- Hiro lo miró algo confundido ante aquel cambio por parte del muchacho, pidiendo una explicación tan solo con la mirada. –estamos cerca de la montaña, por allí suele nevar en esta época del año.-

-Nevar?- sus ojos se abrieron con sorpresa, recibiendo un asentimiento por parte del mas joven. -tengo que encontrarlo.- sin pensarlo dos veces, se dio media vuelta, dispuesto a marcharse cuando Suguru le sujetó del brazo.

Los ojos oscuros del pelirrojo se centraron en los verdes del otro, los cuales mostraban una mirada calmada y madura.

-Yo debo quedarme aquí...- ante aquellas palabras, Hiro asintió conforme. -te daré varias mantas, hará frío.- acabó esbozando una sonrisa reconfortante.

-No puede haber ido muy lejos.- concluyó centrando su mirada en el cielo grisáceo que gobernaba aquella fría madrugada.


************************************************************

El viento cada vez soplaba con mas fuerza, envolviendo su cuerpo con finos copos de nieve procedentes de un cielo gris y cerrado.

Llevaba horas caminando por aquella zona del bosque cercana a la montaña, no queriendo desistir en ello incluso cuando comenzó a nevar. Ahora aquella suave nieve se había convertido en una fría tormenta la cual amenazaba con no cesar, azotando su cuerpo y amenazándolo con caer al suelo sin fuerzas.

Esa noche no había conseguido dormir; tan solo había fingido que lo hacia delante de Hiro hasta que este se quedó dormido, aprovechando el momento para abandonar la vivienda e ir en busca de su amo, dejándole aquella simple nota al pelirrojo y llevando como abrigo poco mas aparte de la capa de Eiri que ya había tomado como suya.

No desistiría en su intento por encontrar a su amo. Aquel era el único lugar de los alrededores de Lejeune donde le quedaba por buscar y así lo haría. No se rendiría sin antes haber encontrado a Eiri.

Shuichi abrazó su propio cuerpo tratando de obtener mas calor de aquella capa que lo cubría, la cual comenzaba a humedecerse bajo la fría nieve. Sus mejillas estaban sonrojadas por el frío, haciendo juego con los blancos copos de nieve que jugaban a esconderse entre su cabello rosado.

Sus ojos violetas se sentían pesados, quería cerrarse al igual que su cuerpo tembloroso estaba a punto de rendirse ante el cansancio y el frío.

Sintió una presión en su pecho que parecía ahogarle, llevándose la mano hasta el mismo para apretar la prenda que lo cubría. No podía llorar, no en ese momento. Tenia que ser fuerte, tenia que encontrar a Eiri pese a cualquier cosa. sacudió la cabeza tratando de espabilarse, adoptando una mirada segura de si mismo, una mirada perseverante ante la situación.

Con piernas temblorosas pero decidido, siguió caminando, sintiendo como sus pies helados se enterraban en la nieve, dejando sus huellas en la misma. Unos pasos mas y su cuerpo calló al suelo.

Sus manos y rodillas quedaron hundidas en la fría nieve. Con impotencia, golpeó con un puño en la misma, rompiendo a llorar con rabia. Una rabia contenida al no haber podido hallar a su amo.

Su cuerpo se estremeció ante aquel pensamiento. Era imposible. Aquello no podía acabar ahora, después de haber sufrido tanto por estar junto al príncipe. No podía darse por vencido, eso no iba con él.

-Tengo que aguantar, tengo que encontrar a Yuki.- susurró entrecortadamente, secándose las lagrimas con la tela de su capa.

Se levantó nuevamente, tambaleándose para conseguir mantenerse en pie con dificultad.

Sus ojos violetas entreabiertos miraron el frente, abriéndose en su plenitud cuando enfocaron lo que parecían ser las ruinas de una cabaña; la misma cabaña ante la cual habia estado aquella tarde junto a Hiro.

Un intento de sonrisa se dibujó en su rostro ante aquella visión. Luchando contra la tormenta consiguió caminar despacio, tratando de adentrarse entre el helado y viscoso riachuelo sin resbalar.

Consiguió adentrarse entre las ruinas que conformaban la puerta olvidada, dispuesto a resguardarse de ese modo de la fría nieve hasta que pasara la tormenta y pudiera seguir buscando a su amo.

Apoyó su espalda pesadamente contra la pared, sintiendo se respiración agitada y asfixiante. Cerró los ojos con fuerza, dejando escapar un par de lagrimas que parecieron helarse sobre su frío rostro.

El sonido de algo que se asemejaban a débiles sollozos llamaron su atención, haciéndole abrir los ojos hasta que estos enfocaron la silueta de una persona a varios metros de él.

-Yu... Yuki...- aquel nombre sonó ahogado en su garganta, casi inaudible para cualquier otra persona.

Allí estaba, lo había encontrado. Eiri permanecía sentado en el suelo, reposando su espalda contra la pared. Shuichi esbozó una sonrisa ante aquella visión, caminando con todas las fuerzas que le quedaban hacia el rubio, deteniéndose en seco cuando se dio cuenta de lo que este tenia entre sus manos.

Su cuerpo tembló ya no por el frío, si no por la imagen de Eiri sosteniendo una daga con manos nerviosas cerca de su pecho, mostrando su rostro bañado en lagrimas en el cual destacaban unos apagados ojos dorados.

No pudo decir nada en aquel momento, su cuerpo estaba paralizado por el pánico, un pánico que incluso le impedía llorar.

Ante la sensación de estar siendo observado por alguien, Eiri elevó el rostro de forma inconsciente, esbozando una sonrisa entristecida la cual dio paso a una risita un tanto cínica al hallar a su esclavo frente a si.

-Que crees que haces aqui?. -preguntó el rubio con tono ausente, mirando sin ver al pelirrosa.

Shuichi sonrió de forma herida a la vez que las lagrimas comenzaron a bañar su rostro finalmente liberadas por la presión en su garganta.

-Y después dices... que el egoísta soy yo.- comentó entrecortadamente manteniendo un tono de reproche.

El príncipe lo miró desconcertado ante el comportamiento de su esclavo, esperaba que se pusiera a gritar histérico o algo por el estilo, pero todo lo contrario; estaba como paralizado.

-Has pensado si quiera un poquito en lo que va a pasar si te clavas esa daga?- preguntó en un tono duro, no obteniendo respuesta alguna al respecto. -yo te amo... te necesito aquí, a mi lado. Maldita sea!.- Shuichi apretó los puños con fuerza, sintiéndose impotente ante la situación.

-Sigues siendo un egoísta...- murmuró con molestia ante las palabras de su esclavo.

Solo había que hacer lo que había que hacer. …l se merecía eso; su vida no debía continuar. Pero... Shuichi estaba allí... con su mirada perfecta invitándolo a desistir. Aquello le pareció imposible.

Apartando aquel intento de flaquear de su cabeza, atrajo un poco mas la daga hacia su pecho, aumentando el ritmo de su respiración.

-No Yuki! No lo hagas por favor!- gimió desesperado entre sollozos, acercándose hasta arrodillarse frente al rubio. -No importa lo que hayas echo, el pasado no importa. Debes... debes seguir adelante.- clamó tratando de hacerle entrar en razón. -Te amo Yuki.- volvió a repetir con seguridad, tanta seguridad que hizo titubear al rubio.

-No entiendes nada Shuichi.- sollozó esbozando una sonrisa irónica. -mejor vete, déjame solo.-

-Nunca, nunca voy a dejarte solo me entiendes?!-

-Ya lo hiciste antes.- le reprochó eludiendo la intensa mirada llena de desesperación de su esclavo.

-Yo me fui porque pensé que era lo mejor para ti.- respondió soltando un suspiro cansado. -pensé que te haría feliz el que me fuera. Después de todo siempre te quejabas de que estorbaba... porque fuiste hasta Sindhar a buscarme si luego me ibas a dejar Eiri?.-

Su corazón había latido aceleradamente al escuchar su nombre en labios de Shuichi; nunca lo había llamado de esa forma, nunca había oído de sus labios salir su verdadero nombre. Solo el de otro, el del fantasma que habitaba allí en esa cabaña.... Solo Yuki.

-Porque eres mío.- sus palabras escaparon de sus labios de forma inconsciente sin reparar en nada.

-Si, lo soy.- afirmó el pelirrosa sonriendo con ternura por primera vez desde que había entrado allí. -y tu también eres mío.-

Eiri le lanzó una mirada de furia gélida, sobresaltándose ante la improvisada calidez que le había transmitido su esclavo al abalanzarse contra él con la intención de envolverlo en un abrazo protector. Pero en vez de aquel abrazo, sintió las manos de Shuichi crisparse sobre sus hombros con cierto temblor, aferrándose a la tela de su capa.

-Yuki...- gimió en un tono doloroso, como si un fuerte dolor hubiera atravesado todo su cuerpo y parte de su alma.

El rubio buscó el rostro de su esclavo con cierta preocupación; enfocando si mirada temerosa en aquellos ojos violetas que permanecían bañados en lagrimas los cuales le devolvían la mirada. Entonces pudo sentir una sensación ya conocida; algo cálido se deslizaba entre sus dedos, tomando conciencia de la daga que aun empuñaba, aquella que contrastaba con una perfección pasmosa contra la seda de una camisa rasgada, contra una piel fría.

Su mirada dorada se cruzó nuevamente con la de su esclavo, el cual lo miraba sorprendido, con un leve vestigio de miedo temblando en sus labios. Con una extraña precisión, ambos observaron el costado izquierdo de Shuichi, donde su camisa estaba empapada en sangre y aquella daga se dejaba ver entre la misma.

El joven esclavo sintió como su vista se le nublaba y su cuerpo ardía en frío. Con un ultimo esfuerzo levantó sus ojos observando la mirada dorada del rubio preocupada y asombrada. Quiso decirle que lo amaba una vez mas, que siempre lo recordaría, pero su cuerpo acabó por desfallecer sobre el de Eiri, dejando al rubio completamente helado.

El momento se evaporó, quedando solo una estela de frío reconocimiento, atroz conocimiento. Su corazón dejó de latir, su alma se contrajo con tal sensación de humanidad, con tal dolor al sentir levemente la perdida, de forma casi anestesiada. Podía fingir que solo veía un cuerpo dormido entre sus brazos, obviando el flujo escarlata que escapaba lentamente a través de su costado, manchando aquella piel bronceada.

Los ojos cerrados y la respiración pausada procedente de su pequeño. Cuanto faltaría para que la muerte se hiciese presente? recordándole su simple mortalidad, recordándole una vez mas que la vida era fugaz. La de Shuichi había sido fugaz como la de las estrellas; una estrella que había logrado alumbrarle, y no era tanto el echo de alumbrar como era el de haberle devuelto la vida, unas ganas de seguir viviendo por él.

Que podía quedar allí sin el?. El mismo cascaron vació, envenenado con culpas liquidas. Enfermizo. Todo un sentido de búsqueda plasmado en una realidad absurda, su mundo de papel y tinta, un mundo de cristal. Frágil.

Sus labios dibujaron el nombre de Shuichi sin sonido alguno, una y otra vez, libertando lagrimas de maldita culpabilidad.

Que réquiem.

Y su voz que no lo acompañaba, era como si su mente estuviese desconectada de sus cuerdas vocales. De nuevo aquella sensación, aquel miedo. Sus manos volvieron a temblar aun sujetando la daga, acabando por soltarla para finalmente envolver el cuerpo del pequeño entre sus brazos, meciéndolo débilmente.

Nunca podría volver a tocar aquella piel cálida, ni mirarse en aquellos ojos violetas, ni escuchar aquellos berrinches tan quisquillosamente molestos de su esclavo.

Shuichi...

Negó con la cabeza de forma ausente. Intentó gritar su nombre en una búsqueda de respuesta a esa vida, pero su garganta se había quedado seca, igual que todo su cuerpo.

Continuara...


************************************************

Notas de Cathain:

**Requiem: es una oracion que reza la iglesia por los difuntos.

Mnn, lo que quiero decir con la frase donde esta, es un sentido de burla, Yuki se esta burlando de su situacion, por eso dice eso. Algo que aclarar, nosotros aun no hemos hablado de las religiones que siguen los personajes, y creo que es algo de lo cual aun no vamos a hablar, no nos vamos a liar con eso, y es solo un fic, diversion personal, sin fines de lucro, les suena? pues eso. Requiem es un elemento tragico que incluimos alli, porque le da cierto sentido dramatico.

Bueno esta vez voy a hablar de los nombres de los reinos, eh visto interes en el asunto, asi q nada, las anecdotas XD. 'Ilion' lo saque de una enciclopedia de arte, esataba ojeando algunas pinturas y capte una de un tal "Duque o Lord de Ilion" y me gusto como sonaba para el reino de Yuki. 'Broglie' que es el reino de donde viene la Ayaka, tambien lo saque de la misma enciclopedia, solo q otro tomo (Es que soy fenomenal para los titulos -notese la ironia-) jeje. 'Sindhar' es un asunto totalmente distinto, es un juego de palabras de "Siddharta" practique con varias mezclas hasta q me salio ese, y q suena bien. Si hay algun curioso que pregunte que significa "Siddharta" es un personaje de un libro, que por pura casualidad lleva el mismo nombre, jaja es una historia de un hindu que no le gusta la religion de Brahma y lo abandona todo siguiendo otras corrientes, va de filosofia oriental. 'Saint Gasset' es otro juego de palabras "Saint Croix" que seria "Santa Cruz", el Saint lo saque de alli y el Gasset fue de un articulo q lei sobre Suiza en ese momento, asi que me gusto como sonaban. y 'Lejeune' "Leje" viene de un relog de Buda q me regalaron, herencia familiar, no es q el relog diga eso XD sino que comienza con "Lej" y bueno se lo adjunte a una palabra distorsionada q buscaba en el diccionario, cabe decir que no fue facil, ensaye muchas palabras. Siempre lo digo, soy mala buscando nombres.

Y nada esperamos sus flames, err... digo reviews ^^;;


Notas de Ai:

ohh.. *snif*....*sniff*.....*Ainoah pasa la caja de clinex a los espectadores*..shuichi
shuichi shuichi ya no esta kon nosotros ._. era nesesario....no nos mateis tenemos k acabar
el fic..asi k si nos kereis matar esperad solo mm los kaps k faltan pa k acabemos ^^U
bueno ya sabeis teneis k dejar revieww plaseee dejadlo *-* venga un beso hasta el sieguiente
cap

Notas de Saiyi:

*Saiyi aparece ante todo el mundo con unos grandes lagrimones en sus ojitos* eto... no se que decir respecto al final de este cap... solo que.. fue idea de Ai! *saiyi señala ha Ai de forma acusadora para seguidamente echarse a los brazos de cath a llorar * (Catha la abraza y le da palmaditas en la espalda, mientras se muerde el labio conteniendose las ganas de morderla ^^::) BUAAAAAA! SHUICHI! Pero que te han hecho cariño!!!!
Bueno, ahora un poco mas en serio, el final de este cap. Ha sido bastante fuerte... todo el cap. En si ha tenido mucha tensión (o eso es lo que hemos intentado hacer) pero es que el final... por lo menos para mi es algo bastante fuerte -_- ya k no kiero k le hagan daño a mi niño. Bueno, ya sabeis que el final del fic esta aquí ya mismo y este cap. Es muy decisivo para el mismo, -_- de verdad k siento muchísimo lo que hemos hecho, pero era necesario -_- aquí tb asumo yo mi parte de culpa, por que aunque la idea fuera de Ai y esa parte la haya escrito Cath, yo acepte en que la cosa fuera de esa forma, asi que nada, si quereis matarme a mi tambien adelante -_- pero bueno, pero que no dejéis de leer aquí, que aun queda un poco mas del fic, asi que leerlo hasta el final por favor -_- y de nuevo, lo siento, hemos hecho lo que teníamos que hacer -_- hemos trabajado mucho en este cap. Y bueno, quedo mas largo que los demás, pero no podíamos cortarlo, tenia que ser asi y aquí esta. Espero que pese a todo os haya gustado y lleguéis a leer el final -_- gracias por los comentarios del cap. anterior -_-

Pd: no dire nada respecto a lo k me han hecho pasar estas dos loquitas con el final, y el requien ese de las narices >-

vale.. con todo el lio este de Shuichi, ya se me pasaba decir algo... yo, no pienso k a Yuki lo violaran, para nada. pero como Ai keria k se pusiera asi y Cath tb pensaba k aunke Kitazawa no le hiciera anda, los tios esoso si, pues se puso. ademas, k yo tb veo mejor el k lo violasen (si, soy mala, lo se) pero no creo k ni en el manga ni en el anime lo violasen, ya k lo he ke visto y leido no em dan pruevas de ello, al contrario, me dan pruebas de k no lo llegaron a violar, ahora, si a mi me dicen con total seguridad "en tal tomo dicen tal cosa o lo muestran" entonces, soy la 1º k lo acepto, pero por lo k he visto y se, no pienso para nada k lo violaran, y no em vale cierta imagen del manga en la k sale Yuki con al pistola y los pantalones a medio bajar, por k eso solo me demuestra k no llegaron a hacerle lo k pretendian, o creeis k Yuki despues de ser brutalmente violado por esos tios tendira fuerzas pa levantarse y demas??? yo creo k no. pues dicho keda ^_^ solo es mi opinion ^_^

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