jueves, 13 de agosto de 2009

¿QUE TANTO SABES DE EL? Ch.26

Basado en Gravitation
By Ishida Rio

Gravitation no me pertenece. Todos los créditos a Murakami Maki-san.

Capítulo 26.

¿Demasiado largo verdad?

-Hiroshi y Omi -dijo casi sin titubear-

-¿Mi mascotita y tu hijo? –dijo con burla y sorpresa- Creí que elegirías al escritor... o al menos a tu hermano...

Todas las miradas estaban fijas en ella. La presión era sorprendente, y los planes de Satoshi de arrebatar a Haruno su eterna calma y aires de superioridad comenzaba a surtir efecto.

-... Mi hijo está antes que cualquiera... –dijo ella provocando en Nekoi sentimientos de felicidad y premoniciones de pérdida- El escritor no se iría sin Shuichi... y Shuichi no se iría sin el escritor... serían oportunidades perdidas y me odiarían para siempre...

-¿Ahora te preocupas porque te odien?, ¡pero si media ciudad quiere tu cabeza fuera de tu cuello!

-Pero no me importa la mitad de la ciudad... me importan los que tienes ahora aquí y punto.

-¿Y porqué elegiste a Hiro eh?

-... Porque ya ha sufrido demasiado.

-Sufrirá con la muerte de su mejor amigo.

-...Lo superará...

-Y tu hijo sufrirá con la muerte de sus padres...

-¡No me dejas más opción!, ¡solo deja que se vayan!

Cazadora cazada. Ni siquiera el poderoso tigre no puede pelear solo contra una manada de chacales que cercan lejos de él a su camada.

-Deja que se vayan.

-Pídelo. Vamos, no es tan difícil.

-...¿Te odio lo sabías?

-Eso no te va a ayudar.

Con movimientos lentos ella se arrodilla, conociendo de sobra el procedimiento de una petición a los Yakuzas.

-Te escucho Byakko.

-... Deja que se vayan...

-Esa no es manera de pedir las cosas.

-... Por favor... Okura-sama... –palabras escupidas con odio y rabia- deje que se vayan...

Una vez más el hombre estalla en risas. Era tan la satisfacción que le provocaba ver la humillación de esa mujer que no cabía en sí de orgullo.

-¡Bien bien!, tu hijo y mi adorable Hiro se irán. Los acompañará el odioso de Yuuji, ya que no quiero problemas con mi padre. Todos esperarán en tu departamento hasta que mate a los demás, ¿qué te parece? –silencio- creo que te hice una pregunta... ¿Qué te parece Byakko?

-Gracias Okura-sama... –murmuró ella. Ladeando un poco la cabeza pudo ver como varios sujetos apartaban a Omi de Yamato y como arrastraban a Hiroshi y Yuuji hasta la escalera que bajaba. Shuichi escondía la cara para no oír los gritos de su amigo, mientras Eiri intentaba darle algún tipo de apoyo o consuelo. Jamás en su vida el escritor se había sentido tan inútil y miserable.-

-¡Mamá!, ¡Papá!

-¡Shuichi!

-¡Te mataremos Satoshi!, ¡esta ofensa no la aguantará tu padre!

La puerta se cerró con un ruido sordo y penoso. El aire pareció relajarse un poco. Yuki notó con sorpresa que en los que quedaban (Shuichi, su hermana y su cuñado) había cierto aire de rebeldía y conformidad. Queriendo negarse, pero aceptando lo que viniera... como la muerte. Y debía aceptar que siempre creyó no temerle a la muerte porque después de su experiencia con el verdadero Yuki, pensaba que no existía situación más aterradora y traumatizante. Ahora veía la magnitud de su error, y sentía como cada fibra de su ser se remecía de miedo.

Haruno se levantó lentamente, mirando sus heridas y golpes. Nada era muy grave, ni le impedía defenderse. Varias armas le apuntaron directamente, impidiendo que llevara a cabo su plan de acercarse a Yamato.

-No dejaré que vuelvas a estar con él. ¿Entiendes eso?. –le dijo el otro con una sonrisa- Tu noviecito me debe la que le hizo a Tohma... y me la voy a cobrar...

-Yamato... –el nombre salió con un tono quebradizo... Okura sonrió... ella temía por él, y gracias a eso solo deseo hacerle más daño.

-Llévenselo

-¡Yamato!

Con increíble rapidez se deshizo de los que la rodeaban y cerró el paso a los dos tipos que llevaban a Nekoi. Okura esperó en silencio y sin dar órdenes.

Haruno, mientras, no se movía de su posición, sin atender a las dos armas que la apuntaban ni a los disparos al suelo que se hicieron a modo de advertencia. Ella y Yamato se miraron algunos instantes, en donde intentaron ponerse de acuerdo con algo, pero nada salió. Vencida por el orgullo y creyendo que hacía lo mejor (o al menos lo menos arriesgado), bajó la guardia y dejó el paso libre.

-Haruno...

-...Cuidate... –susurró solo para él. Satoshi reía a carcajadas y Shuichi y Yuki no creían lo que veían. Yamato hundía sus perlas azul cielo en el cuerpo de su novia, de su amada... la opresión en su corazón otra vez, como aquella vez...

Siempre estaremos juntos

-¡Haruno!

¿Quién soy yo para obligarte a hacer algo que no quieres?

-¡Haruno!... ¡Haruno!

Su voz se perdió escaleras abajo y solo el eco llegaba hasta sus oídos. Poco a poco incluso el sonido rebotado comenzó a desvanecerse, hasta dejar nuevamente el silencio.

El sonido de lejanas sirenas de policías comenzaba a llenar ese espacio. Se veían luces acercarse y un enorme alboroto. Nadie salía del edificio, nadie entraba. Barricadas de automóviles quemándose cerraban las calles que daban al exclusivo condominio, llamando la atención de la prensa, la policía y bomberos.

***

Nadie sabe que ocurre realmente. Testigos dicen que gran cantidad de hombres armados entraron al edificio y que hubo muchos disparos. En este lugar reina el nerviosismo y el miedo, ya que el edificio que está a mis espaldas es el nuevo hogar de Shindo Shuichi-san y Eiri Yuki-san, luego de la destrucción del departamento de este último. Nos informan que además se encuentran con ellos la hermana de Shindo-san, el novio de esta, el hijo de ambos, se agrega Nakano Hiroshi-san y, un sujeto que aparentemente tendría relación familiar con el guitarrista y que no está identificado.

***

-¿Te los vas a llevar poco a poco? –preguntó ella indicando a Shu y a Yuki-

-Nop. Los voy a dejar ahí. Quiero que tu hermano sepa lo que has hecho, y que “Eiri-san” vea lo que realmente es su noviecito.

El viento helado le causó un fuerte escalofrío al rubio escritor. Quería salir de la situación, quería saber que viviría el día siguiente... Pero Shuichi no se movía para nada. Solo había dos tipos con ellos y Okura estaba frente a Haruno, no parecía difícil zafarse de ellos e intentar escapar, pero los Shindo no parecían tener esos planes.

-Bien. Supongo que ahora comienza la parte más entretenida. –dice al tiempo que 5 guardias más vuelven y las amarras de Yuki y Shu son cortadas.

-Yo realmente no le veo la gracia.

-Jaja, veo que tienes prisa querida Haruno, pero la verdad yo tengo todo el tiempo del mundo... o al menos... –miró su reloj- Al menos tengo casi una hora y media.

-¿Compromisos?

-La verdad no. Puse una bomba de tiempo en el edificio, y estallará más o menos en ese tiempo.

Las caras de espanto de los tres prisioneros le hicieron sonreír con más petulancia.

-Pero ese detallito no nos impedirá conversar, ¿verdad?.

Los movimientos ansiosos y casi imperceptibles de la mujer, las miradas de odio del muchacho, el miedo del hombre. Todo le causaba a Okura tal gracia y orgullo que no calculaba la situación que estaba creando. Una hora y media para salir. Una asesina de renombre, un cantante con oscuro pasado y un escritor que sabía manejar un arma. A su lado, como ventaja, ocho guardaespaldas armados y entrenados especialmente para ser los mejores, los sucesores de Byakko y Sohryu.

--¿Recuerdas a estos chicos Haruno? –preguntó Satoshi. Ella los miró a todos, con cierta calma, pero con rabia. Claro que los recordaba.

--Los entrenaban cuando nosotros te cuidábamos.

--Así es. Y podría decir que son tanto o mas fuertes, veloces y fríos que tú y tu noviecito juntos, ¿qué te parece? –ella iba a responder, pero se mordió la lengua y sonrió.

--Me parece que va a ser un combate largo... y que al final todos moriremos aquí. Me parece que estoy en problemas ¿verdad?

--Exacto.

El escenario de la disputa se mostraba adecuado para un combate cuerpo a cuerpo, aunque seis contra uno nunca había sido un buen pronóstico. Shuichi y Yuki estabas a unos sies o siete metros hacia su izquierda y atrás. El cuerpo de Hidaka continuaba tirado sin que nadie le prestara la más mínima atención, a pocos pasos de ella. No había ningún arma en el suelo, ni algo que pudiera usar como una. Solo tenía dos opciones: o lograba que fueran dos contra seis y uno que proteger... o lograba matar al menos a uno de los atacantes y robarle su arma... Sopesando ideas, miró hacia atrás buscando la mirada de Shuichi. Este le respondió el gesto con los ojos entrecerrados. El joven cantante esperó algo como una seña o un movimiento, pero su hermana ignoró su silenciosa petición de acción y volvió a dar la vuelta, optando finalmente por la segunda de sus ideas. Shuichi abrió sus ojos con cierto espanto, sin entender. ¡¿Acaso no pretendía hacer nada?!, ¡su hijo estaba allá abajo!... ¡Hiro estaba allá abajo!. Sus perlas violetas se posaron en Eiri, que intentaba distraerse con cualquier cosa. Sintió profunda pena por su novio, él no tenía nada que ver con todos esos problemas, ¡estaba sufriendo otra vez!... pero no dejaría que Yuki estuviera en peligro. Confiaba en Haruno, pero conocía su obsesión y sabía que si quería sacar a su amante sin un solo rasguño, tendría que actuar rápido e intentando adivinar al máximo los pensamientos de su hermana y anticiparlos.

Por las mentes de los tres pasaban miles de cosas, cuando un leve temblor sacude el edificio. La columna de oscuro humo indica el intento de la policía por entrar, haciendo estallar por error un vehículo estacionado.

Satoshi voltea sorprendido. Yuki tiembla en su lugar. Shuichi desvía la mirada levemente hacia su pareja, y cierto movimiento se aprecia en el grupo de asesinos. Uno de ellos ataca, Haruno se prepara y ríe... este llevaba una katana.

Cuando las miradas vuelven a su lugar, el atacante se revuelve moribundo en el suelo, y la asesina se mantiene el guardia con una ensangrentada espada japonesa en sus manos. Okura siente por un momento que se equivocó, pero se obliga a tranquilizarse. ¿Qué posibilidades había de que una sola mujer bajo presión y con un combate anterior en el cuerpo pudiera vencer a cinco asesinos profesionales descansados y en buena forma?. Sin embargo, estaba frente a una de las leyendas del asesinato oriental. Frente a una de las creaciones de su padre... y sabía que Daisuke Okura se sentía más orgulloso de esa pareja de matones que de su propio hijo... mas feliz por ellos que por él. Y esperó paciente, pero con su arma lista.

Tres atacaron, otros dos esperaron la arremetida para un ataque seguido. Haruno buscó al más cercano y sin moverse de su posición esperó hasta que el contacto fuera inevitable. La idea era avanzar a medida que los mataba, pero para eso necesitaba que dejaran de rodearla. Con fuerza y gracia atravesó el estómago del primero con la katana, y al retirarla aprovechó de arremeter contra los que venían de atrás. La espada ensangrentada ejecutó un elegante giró en la muñeca de Byakko, y uno de los atacantes cayó con el cuello abierto. El segundo sintió su pecho abierto y atravesado antes de volver los ojos de su compañero muerto. Los dos de atrás intentaron aprovechar el ataque, pero apenas lograron asestar uno que otro golpe. Ambos miraban sorprendidos... hacía d os minutos eran seis, y ahora solo dos. Ella había empezado con las manos desnudas y ahora tenía una poderosa katana. Y vaya si la usaba bien.

Trazando círculos a su alrededor, intentaban atacar a sorpresa, pero ella parecía presta a toda defensa, y si bien lograban golpear, nunca era lo suficiente como para desconcertarla y lograr su desconcentración. Uno comienza a perder los estribos y ataca intempestivamente. Katana contra katana. Bloqueo, empuje, contraataque y muerte. Su cuerpo bañado en sangre cae mientras el último del equipo de Okura espera su momento, al igual que Shuichi.

--¿Tienes un arma no? –pregunta Haruno. El sujeto sonríe al tiempo que se quita la larga gabardina negra -¿Porqué no las has usado?

--Es cosa de honor Byakko.

--Ya veo... Eres de la escuela de Daisuke-sama... no eres del equipo de Satoshi... ¿porqué estás aquí?

--Nadie desperdicia la oportunidad de luchar contigo.

--Nadie pierde su oportunidad de morir en mis manos.

--O de matarte.

--¿Crees poder hacerlo?

--...Al menos lo intentaré.

Ambos con espadas. Satoshi expectante, moviéndose lentamente para no ser detectado en sus intenciones. Shuichi paciente, esperando. El primer choque de acero genera chispas, y en el forcejeo posterior, el sujeto parece ganar la arremetida. A Haruno comienzan a pesarle los combates pasados, sintiendo el cuerpo más pesado y lento. Su contrincante aprovecha un pequeño titubeo de su parte y carga con más fuerza, logrando que perdiera el pie. Shuichi mira con algo de temor. Yuki observa como hipnotizado, quieto de pánico.

Rápidamente, el atacante se lanza contra ella, pero logra impulsarlo sobre su cuerpo con ayuda de su rodilla. Viéndose en problemas, se pone de pie de inmediato, solo para ver como él ataca a una impresionante velocidad. Lo único que su movimiento le permite es echarse a un lado y avanzar, intentando tomar la delantera en el siguiente embiste. Ambos se cruzan mirándose, y él sonríe. Antes que Haruno se diera cuenta, el otro detiene su movimiento y gira sobre su pie. La espalda de la asesina legendaria está en sus manos.

--¡Haruno!

Las piernas le temblaban y sentía la sangre correr por su espalda. Había logrado anticipar algo del ataque, pero la katana había logrado alcanzar su carne y rasgarla dolorosamente. Se mantenía de pie a pura fuerza de voluntad, aunque la misma espada temblaba en sus manos. Su oponente la miraba triunfante y sintiéndose vencedor.

--Haruno... No caigas... por favor hermana, no caigas...

Pocos segundos pasaron y, a pesar del esfuerzo, una de las rodillas de Haruno toca el suelo. El dolor se incrementa y la sangre no deja de manar. Cansada, baja la katana y se apoya en ella también para no caer. Baja su cabeza y respira hondo, dejando toda defensa de lado.

--Levántate Haruno... –suplicaba Shuichi en silencio -¡Levántate!

El asesino que aun quedaba se acercó con expresión seria. Matar a un personaje del Bajo Mundo tan importante como Byakko era algo difícil de asimilar. Sin embargo, dadas las circunstancias, matarla casi no significaba nada: lo haría bajo el mando de otro que no era su Jefe, estando ella cansada y en mala forma. Nadie lo sabría claro...

Levantó la katana y se preparó a asestar el golpe.

--¿La mejor asesina sin defensa?

Su hoja se abalanzó hacia ella, pero Haruno solo movió un poco hacia el lado, haciendo que el golpe fallara. Inmediatamente, y casi desde el suelo, asestó un solo sablazo, atravesando completamente el cuerpo de su contrincante.

--Sin defensa –le dijo mientras veía la sangre correr por los labios del moribundo hombre. Aparentando más fuerza de la que tenía, retiró la katana y dejó el cuerpo caer.

Los dos guardias que estaban con Shuichi y Yuki miraban asombrados. Satoshi no lo podía creer. Haruno se mantenía de pie, goteando sangre por muchas partes, con la espada en la mano... y la mirada fija en ellos. Shu entendió entonces que si iba a hacer algo, debía hacerlo en ese preciso momento.

***

Realmente si había un mafioso estúpido y descuidado, ese era Okura Satoshi. Nada en comparación a la vil perfección y premeditación de su padre, el líder de las mafias de Japón.

Omi estaba en la habitación de atrás junto a Kotaro. Hiroshi, Yuuji y Yamato apilaban en el baño los cuerpos de los cinco guardias que habían quedado con ellos.

--Voy a subir –dijo rápidamente Nekoi, al dejar el último cuerpo en la bañera. Sin embargo, la puerta del frente estaba trabada desde afuera impidiendo la salida –Mierda...

--No podemos salir Yamato, Okura no es tan rematadamente estúpido.

--¡Pero necesito ir con ella!

Yuuji, cansado ya, le dio un buen golpe en la cara, que lo hizo tropezar, obligándolo a necesitar de la pared para apoyarse.

--Tu hijo te necesita más que ella... –dijo con voz seria –Eres su padre Yamato... tienes que cuidarlo a él que necesita un futuro... no a ella.

La mirad desolada del asesino desde el suelo rompió con todos los cánones de tristeza y desamparo. Los Nakano no pudieron menos que sentir pena por aquél ángel caído que solo había cometido el pecado de nacer en el lugar incorrecto

Entonces los escucharon... Tres disparos que sonaban levemente desde el techo.

***

Dos matones junto a su hermano y al escritor. Okura demasiado cerca de ambos, con un arma lista en alguna parte de su cuerpo... Era demasiado arriesgado... Sus ojos se posaron un instante en Shuichi, y su corazón se heló al hacerlo. Su hermano se veía determinado a hacer algo... ¿guardaría habilidad después de tantos años de inactividad?. Quizás algo de ayuda haría bien. Sonríe de manera malévola, y flecta las piernas, como preparándose a correr.

Shuichi da un paso atrás, chocando su cuerpo contra el de uno de los captores. Este reacciona y pasa su brazo derecho por el cuello del joven, sobre los hombros, manteniendo el arma en la mano izquierda. El otro, tenso, apunta a Shindo y da un empujón a Eiri.

Haruno se levanta y observa.

Shindo tomó el brazo del sujeto y con enorme fuerza lo elevó sobre su hombro izquierdo, tomando la muñeca que llevaba el arma, y quebrando el brazo con un brusco movimiento. El grito de dolor desgarró el aire del techo, mientras Yuki observaba impresionado. El sujeto que estaba tras Eiri intentó tomarlo como escudo, pero gracias al instinto de supervivencia, el escritor se movió el espacio suficiente como para dejar que su novio, sin soltar el brazo del otro sujeto, enganchara una potente patada en el estómago, para luego, con la misma arma, disparar en el mismo sitio. En matón se encogió de dolor con un grito mientras la sangre se derramaba tras él. Entonces Shuichi colocó el arma bajo el mentón y disparó por segunda vez, salpicando más sangre que antes. El tipo cayó hacia atrás sangrando, muerto al instante. En el suelo el primer matón no era problema, y Shindo lo despachó sin grandes miramientos. Yuki observó la nueva actitud, ese Shuichi que todos habían querido impedir que viera... El asesino... El cantante entonces levantó el arma y apuntó a Satoshi, que a su vez apuntaba al rubio. Eiri temblaba al sentir el cañón en su cabello.

--Suelta el arma Shuichi-kun –dijo con amabilidad y sensualidad Satoshi. Shu pestañeó un momento... y apretó el gatillo.

***

--Shu...Shuichi...

--Tenemos que salir Haruno... –en seguida se volvió hacia Yuki –Vamos, no hay tiempo.

El escritor se levantó sin creer tanta muerte y siguió a su pareja, que corría hacia la salida.

--Por ahí no... –dijo Haruno sin dejar de ver el cuerpo de Okura. –E...esta lleno de gente de Satoshi...

--¿Y por donde bajamos?

--Bajar...

Entonces Byakko vio que su mente estaba completamente nublada. Ningún pensamiento era coherente, nada conectaba con claridad. Okura estaba muerto... Shuichi lo había matado, ¡Shuichi lo había matado!... Oh Dios... ¡¿Cuánto había hecho para evitar a ese muchacho que estaba frente a ella?!... todo lo había hecho para evitar que su hermano volviera a teñirse las manos de sangre... ¿era por él verdad?... todo lo había hecho por él... ¿o no?

--Haruno...

--Por los balcones... no podemos bajar por las escaleras, están llenas. Ustedes bajarán saltando y yo distraigo a los que están en el pasillo.

--Pe....

--El silencio los atraerá. Expliquen a los demás como saltar y yo los alcanzo luego...

***

Vaya, era la tercera vez que llamaba y aún no contestaba el teléfono.

Hola, Soy Hiroshi. En este momento no te puedo atender, por favor deja tu número de teléfono y tu recado. ¡Ja na!

-Y el departamento de Kotaro tampoco contesta...

Un extraño presentimiento se apodera del americano, haciendo que se pasee por la casa interminables veces, como gato enjaulado.

Finalmente, sus ojos se posan en el televisor. Si, quizás una buena película lo distraería un rato. Pero no fueron películas lo que encontró, sino un canal de noticias...

La policía aún intenta entrar en el edificio. Cunde el pánico entre los rescatistas debido a la cantidad indeterminada de disparos que hubieron en el techo del edificio. Un helicóptero acaba de sobrevolar el lugar e informa de al menos 4 cuerpos...

En resumen, el edificio está tomado por al menos 15 antisociales más, por razones desconocidas la gente no sale del edificio ni se asoma a las ventanas. Los rehenes principales y el movimiento principal se han centrado en el séptimo piso, en donde viven Shindo Shuichi-san y Eiri Yuki-san, acompañados por Nakano Hiroshi-san, la familia del vocalista de Bad Luck y un supuesto familiar del guitarrista...

-¡Eiri-san!



Tohma de un momento a otro abandonó el estado de shock en el que había estado desde la visita de los asesinos y tomo su auto para partir de inmediato a la busca de Yuki.

-¡Hiro!

De la misma manera, K salió de su casa para ir a ver que pasaba con su amado muchacho. No podía ser que estuviera en tal peligro...

***

Eiri miraba la distancia que lo separaba del balcón más cercano. Eran más de 4 metros, y la posibilidad de matarse, 99.9%.

--Salten –ordenó Haruno. Shuichi miró también la distancia y dudó.

--Haruno...

--No hay salida, salten, si se hieren, no será grave.

Gran consuelo.

--¡Rápido!

--Ok... aquí vamos...

--¡Shuichi! –la mirada de Eiri y de su pareja se cruzaron. El cantante sonrió.

--No hay otro modo Yuki... vamos...

Sin mirar como su hermano y su cuñado saltaban a lo que podía ser la muerte, Haruno se mantuvo unos momentos más en la azotea del edificio. ¿A eso la habían llevado sus acciones?. Estaba viva... y esperaba que los de abajo también.

Pero algo molestaba su corazón de piedra y hielo...

Sin hacer caso a su conciencia, como era su costumbre, se apoyó en el barandal y saltó.


No hay comentarios:

Publicar un comentario