jueves, 3 de septiembre de 2009

DULCES Y SORPRESAS Ch.08

Dulces y sorpresas.

Cap. 8

By Saiyi-chan



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Shuichi abrió la puerta sigilosamente, comprobando como el escritor estaba absorto en el libro que estaba leyendo. Entró sin hacer mucho ruido, depositando a Kumagoro sobre uno de los muebles de la habitación. Se giró suspirando, al parecer el rubio aun no había notado su presencia, tendría que hacer algo al respecto.

-Yu... Yuki.- murmuró suavemente sintiendo como su cuerpo temblada debido a los nervios que lo recorrían.

Los ojos dorados de Eiri se volvieron a mirar a aquel que había entrado en la habitación. Le dedicó una fugaz mirada, volviendo a centrarla en el libro. Tardo milésimas de segundos en asimilar la visión anterior, y abriendo los ojos con sorpresa, volvió a centrarlos en su pequeño amante.

De su boca no salió ni una sola palabra. Tan solo observaba a Shuichi, quien lo miraba con algo de picardía y tímidamente a su vez. No podía negar que aquella ropa tan provocativa hacia perfectamente su papel. Tragó saliva a la vez que recorría con una ardiente mirada la silueta del pequeño, la exquisita piel bronceada de este contrastando con el brillo del negro de esa escasa ropa.

De los labios de Shuichi escapó una risita al observar como su atuendo había impactado a su amante, como la boca de este podía apreciarse un poco abierta por la sorpresa.

Con decisión se acercó al rubio, tenia sus ojos violetas clavados en los dorados, dedicándole una mirada penetrante, casi desafiante. Eiri la sostuvo por un momento, rompiéndola con dificultad para volverse a mirar las letras del libro. El de ojos violetas volvió a sonreír, para él no había pasado desapercibido el nerviosismo en el escritor, al igual que el débil temblor en las manos de este que sujetaban el libro.

Shuichi se subió a la cama, gateando sobre ella para acercarse al escritor con movimientos semejantes a los de un tigre que acecha a su presa.

-Yuki, estamos solos...- le susurró al oído provocando un escalofrío en el rubio. –no quieres hacerlo?.- con una sonrisa divertida lamió la oreja del escritor, consiguiendo que el escalofrío esta vez fuera mayor.

-Será mejor que te estés quieto, ya sabes lo que te dije ayer.-

-Mmmm eso es lo que quieres Yuki?- le volvió a susurrar con voz sensual. –o quieres esto?. esta vez fueron sus dientes los que acariciaron la oreja de Eiri, tomando el lóbulo de esta en un pequeño mordisco que alteró aun mas los nervios del rubio.

-Baka, déjame! No ves que estoy ocupado?- trató de mantenerse con la vista puesta en el libro, pero sus sentidos estaban en otro sitio... era muy difícil no fijarse en Shuichi vestido de esa manera y mas aun teniéndolo prácticamente encima.

Eiri sintió como los labios de Shuichi bajaban despacio por su cuello, lamiendo la blanca piel y soplando sobre la superficie mojada, consiguiendo que esta se le erizase.

-Demonios, te he dicho que te estés quieto.- volvió a repetir esta vez inclinando el cuello hacia atrás casi inconscientemente, facilitando el trabajo al de cabellos rosados.

Shuichi sonrió nuevamente, estaba consiguiendo lo que quería, lo que había deseando desde que volvió de la gira. Y ya que esa noche estarían solos hasta tarde, no iba a perder la oportunidad de estar con su Yuki y hacer todo eso que a ambos les gustaba tanto.

Volvió a recorrer el cuello del escritor con la lengua ascendiendo por él, hasta llevar sus labios cerca de los del rubio quien trató de atraparlos en un rápido beso, pero Shuichi retiró un poco su rostro, observando divertido el gesto de frustración de su amante. Enterró los dedos en el sedoso cabello rubio, colocando una pierna a cada lado del escritor, dejando ver ante este una perfecta y exquisita visión de su evidente excitación al igual que de su vientre plano, el cual parecía tener algo dibujado pero que de momento Eiri no le prestó mayor atención. Seguidamente Shuichi se sentó en el regazo del rubio, llevando sus manos al rostro de este para apartar sus gafas las cuales dejó sobre la mesita de noche. Sonrió ante los ojos dorados de su amante, provocando que el libro cayera al suelo cuando a Eiri no le quedó mas remedio que soltarlo al sentir a su pequeño cantante sobre él realizando varios movimientos lentos e incitantes.

Esta vez sus labios si alcanzaron los del escritor, atrapándolos en un beso profundo donde sus lenguas jugaron traviesas, consiguiendo que sus labios se humedecieran completamente con la saliva. Shuichi llevó las manos al pecho del escritor, disponiéndose a desabotonar la camisa de este, acariciando la suave piel que quedaba al descubierto con la yema de los dedos.

-No me has oído? Te he dicho que pares, no estoy de humor para esto.- comentó casi en un gruñido cuando los dientes del pequeño mordisquearon tímidamente uno de sus pezones.

Por el abdomen del rubio se deslizaron las cuerdecitas que ataban el top que llevaba puesto el cantante, consiguiende que estas le hicieran cosquillas con cada movimiento.

-Vamos Yuki, ahora podemos hacer esto.- repartió mas besos sobre la piel ya descubierta, sintiendo bajo sus labios el movimiento al respirar de aquel amplio pecho.

-Te he dicho que... pares...-

-No, no voy a parar, además, si quisieras que me detuviese ya me habrías echado fuera de aquí verdad Yuki?- dedicó una mirada traviesa a los ojos dorados que miraban como cada vez el cantante bajaba mas y mas por su torso hasta llegar a su vientre.

Un suave jadeo escapó de la boca de Eiri al sentir la húmeda lengua rodear su ombligo y las manos del pequeño juguetear con el borde del pantalón, anunciando lo que estas harían después.

-Shuichi si no paras te juro que...-

-Me vas a castigar?- preguntó desafiante, sonriendo juguetonamente a la vez que pasaba la yema de sus dedos sobre la piel de uno de sus muslos, llegando a enredar un par de dedos con la cuerdecita que lo rodeaba.

Eiri no dijo nada, tan solo observó como aquella fina cuerda se enredaba en los dedos del pequeño, y como estos se paseaban juguetones por la suave piel de su muslo. En aquel momento deseó morder aquella piel, saborearla hasta saciarse. Pero aquella excitante vision se esfumó en el momento que el cantante dejó la cuerda para llevar ambas manos a las caderas del rubio, consiguiendo que este lo mirara directamente a sus ojos violetas.

Con la mirada clavada en los ojos del rubio, consiguió bajar un poco los pantalones junto a la ropa interior. Dibujó una sonrisa de satisfacción cuando descubrió que el miembro de este estaba completamente erecto.

-Lo sabia jeje.-

-Que quieres decir con que lo sabias?- le gritó exasperado tratado de ocultar el leve sonrojo de sus mejillas volviendo la cara a un lado.

-Nada, nada...- ya sabia que aunque Yuki no quisiera reconocerlo, aquello le estaba gustando y ahí estaba la prueba de ello.

Bajó un poco mas los pantalones y la ropa interior, ayudado de Yuki que con un movimiento de piernas se libró enseguida de ellos. Shuichi se preguntó que pasaría si lo dejaba ahora? Iría el rubio a buscarlo para seguir? Seria divertido comprobarlo.

-Te lo advierto por ultima vez, quítate de encima.- como respuesta recibió una risita traviesa, y la sensación de los suaves labios de su pequeño amante rodeando su erección.

Con movimientos lentos comenzó a recorrer la palpitante piel de arriba abajo, consiguiendo que Eiri dejara escapar un suave jadeo y sujetara las sabanas con fuerza. Sin dejar lo que estaba haciendo, Shuichi levantó la vista para mirar el rostro de su amante, encontrándose de nuevo con los dorados ojos entre abiertos clavados en él. Sin dejar de mirarlo, dejó resbalar sus labios acogiendo en su boca toda la longitud que esta podía aceptar, moviendo su lengua sobre la punta en el interior de esta.

-Shu... Shuichi... ah...- apretó mas las sabanas al sentir como los labios presionaban mas su miembro. -... para, no sabes hacer eso...-

Shuichi sacó la erección de su boca lentamente, recorriéndola con sus labios hasta dejarla libre. Eiri abrió los ojos, encontrándose con los violetas que lo miraban con un extraño brillo que bien podía incitar deseo.

-Si no lo hago bien... entonces por que te has excitado? Yuki?- preguntó como si fuera un niño curioso a la vez que pasaba la punta de los dedos por la longitud humedecida por la saliva, llevando seguidamente esos dedos hasta su propia boca para lamerlos con un gesto de inocencia. -Bueno, si no quieres...- pronunció dejando chocar su aliento sobre la piel humedecida. –...entonces será mejor que me vaya...- hizo intento de levantarse pero enseguida sintió como Eiri le sujetaba de la muñeca.

Se giró encontrando los ojos dorados dedicándole lo que parecía ser una mirada suplicante. Volvió a sonreír como un niño travieso, bajando su cabeza nuevamente hasta estar muy cerca de su miembro.

-Entonces?- preguntó con picardía

Eiri quedó en silencio, que demonios le pasaba a ese niño? Nunca había actuado de una forma tan sumamente lanzada, si era cierto que varias veces había empezado tomando el control, pero siempre hacia acabado cediendo ante sus besos y caricias. Pero esta vez era el mismo Eiri el que no estaba dispuesto a que su pequeño cediera ante él hasta no haber acabado lo que había empezado.

Al no obtener respuesta del rubio, le sonrió antes de volver a bajar la cabeza entre las piernas de este, pasando esta vez la lengua sobre la piel húmeda, consiguiendo que el escritor jadeara ante el contacto. Shuichi sintió un cosquilleo con aquel sonido que el mismo había ocasionado, enseguida comenzó a sentirse terriblemente molesto con su propia erección atrapada bajo los estrechos pantalones.

Con una mano tomó la base del miembro moviéndola despacio sobre este, tomando a su vez nuevamente la punta con la boca, ofreciendo juguetonas lamidas que recogían las gotas del liquido que empezaba a escapar del interior.

Eiri llevó una mano hasta acariciar la mejilla del pequeño, haciendo que este volviera a mirarlo, ocultando casi totalmente sus ojos violetas tras los mechones de cabello rosados. El rubio los apartó cuidadosamente para ver mejor el brillo de esos ojos, el inevitable sonrojo en las mejillas del pequeño y el movimiento de aquellos sonrosados y humedecidos labios sobre su erección.

-Shuichi...- susurró tratando de contener un gemido.

Al oir su nombre de aquella manera, el cantante elevó la velocidad, presionó algo mas sobre la piel, consiguiendo unas caricias casi perfectas. Eiri enredó sus dedos en el cabello rosado, sosteniendo un mecho, siguiendo de esta forma los movimientos que el chico realizaba. Un gruñido escapó de la boca del rubio en el momento en que Shuichi disminuyó el ritmo notablemente, llegando casi a detenerse en el momento en que sintió que aquel cúmulo de placer explotaría en su boca.

-Demonios, no hagas eso.- el cantante dejó escapar una risita ante las palabras de su amante, volviendo de inmediato a aumentar el ritmo.

Eiri apretó las sabanas con una mano, con la otra apretó el mechón de cabellos, intentaba mantener los ojos abiertos para disfrutar de cada imagen, de cada movimiento. En el momento en que se sintió explotar arqueó la espalda elevando las caderas, apartando por un momento la mirada de aquella imagen entre sus piernas, volviéndola a enfocar enseguida para encontrarse nuevamente con los ojos violetas mirándolo, a la vez que la visión de la lengua del pequeño recogiendo su orgasmo y el rostro del chico salpicado por el liquido, le hizo gritar inevitablemente su nombre.

Se dejó caer sobre la cabecera de la cama; inclinando el cuello hacia atrás, respirando agitadamente, sintiendo en su cuerpo el calor y el alivio que siguieron a aquella sensación tan placentera.

Shuichi se limpió la boca con el dorso de la mano, casi tambaleándose se acercó mas a Yuki, hasta quedar de rodillas a su lado, ofreciéndole un beso cargado de todo su sabor a aquellos labios que entreabiertos intentaban recuperar una respiración mas regular.

-Te ha gustado Yuki?- susurró con palabras intencionadas.

-Baka voy a matarte por esto.-

-Jeje ha sido divertido no crees?- Shuichi reía divertido y satisfecho ante la reacción de su amante.

El cantante se dejó caer hacia atrás quedando sentado en la cama, apoyando todo su peso en sus brazos y con las piernas algo separadas. Eiri se mantenía en silencio, tan solo observaba al cantante fijamente, recorriendo aquel pequeño y bien formado cuerpo que se delineaba perfectamente con aquella ropa tan ceñida. Después de recorrer su cuerpo desvió la mirada a la cara del chico, a esa sonrisa tan sincera y esa risa tan contagiosa; aquellos labios y esa boca que segundos antes lo habían hecho estremecer.

Antes de que se percatara, Shuichi se encontró tendido en la cama con el cuerpo del rubio sobre el suyo.

-Yu... Yuki...-

-Ahora seré yo quien se divierta, Shuichi...- susurró muy cerca de sus labios, casi rozándolos.

El cantante abrió los ojos con sorpresa al sentir como la lengua del rubio se colaba atrevida dentro de su boca. Las manos del escritor se deslizaron impacientes por aquel cuerpo, sintiendo el frío tacto de la ropa del cantante y el calor de la piel del mismo bajo sus manos y bajo parte de su cuerpo desnudo que descansaba casi totalmente sobre el del pequeño.

Eiri se incorporó un poco para deshacerse totalmente de su camisa, que permanecía desabotonada desde antes y ya estorbaba. Volvió a inclinarse sobre Shuichi, bajando por su cuerpo hasta encontrar las hebillas de las correas que aguantaban las botas del pequeño. Quitó una, seguidamente la otra. En ese momento ni siquiera le molestó el hecho de que Shuichi hubiera andado por el interior del apartamento con ellas puestas, aquel tentador atuendo superaba todo lo demás. Con calma comenzó a deshacerse de las correitas que rodeaban la pierna derecha del cantante, hasta acabar quitando la que rodeaba su muslo.

Shuichi levantó un poco su cuerpo sobre la cama, apoyándose con sus antebrazos, observando como el rubio comenzaba a besar su pierna izquierda, desde el dorso del pie en sentido ascendente. Una vez llegó al muslo, se encontró en su camino con la fina cuerda que se enredaba rodeando una y otra vez la piel de aquella zona. Sin mas, tomó la cuerdecita con sus dientes, sin dejar de mirar a Shuichi, observando como este mordía su labio inferior inclinando la cabeza hacia atrás, dejando expuesto ante el rubio su cuello rodeado por aquel fino collar de cuero negro. Eiri luchó hasta conseguir desatar la cuerda, dejando que esta se desenvolviera por si misma sobre la piel.

Volvió a subir para besar nuevamente aquellos labios humedecidos. Shuichi los recibió con su lengua, saboreando aquel beso. Las manos de Eiri esta vez se movieron impacientes sobre el pecho de su pequeño cantante, llegando a alcanzar una de las dos cuerdecitas que adornaban la parte delantera del top. Primero desató una, para seguidamente desatar la otra, rozando a su paso el sonrosado pezón que había quedado al descubierto.

Shuichi gimió en la boca del rubio al contacto, sintiendo como sus pezones se endurecían un poco mas gracias a las caricias de la yema de los dedos que su amante le ofrecía. El escritor sonrió divertido, esta vez él tenia el control de todo. Con algo de impaciencia comenzó a buscar la manera de quitar aquel ajustado top, aquella ropa le estaba poniendo nervioso; tantas correitas y cuerdecitas eran desesperantes.

El cantante tomó la mano del escritor, conduciéndola hasta su propia espalda. Alli, Eiri halló una cremallera que se ocultaba perfectamente. Tras un gruñido por no haberse dado cuenta antes, y ante la risita de Shuichi, bajó la cremallera, pudiendo esta vez deshacerse perfectamente de la prenda. Volvió a recostarse en la cama, esta vez los besos del rubio cubrían apasionados el pecho del cantante, provocando que su respiración fuera aun mas agitada.

Quizás no debió comprar esa ropa, era desesperante esperar a que su amante se la quitarla, y si lo hacia él mismo, estaba seguro que acabaría enredándose entre tanta cuerda. Para colmo, parecía que Eiri lo hacia a propósito, que tardaba aun mas en desnudarlo ante su impaciencia y la del mismo escritor.

Un suave gemido escapó de la boca de Shuichi al notar como la mano de su amante jugueteaba con el borde de sus pantalones, acariciando a su paso la suave piel del abdomen. Eiri centró la mirada en la piel bronceada que aquélla zona, sorprendiéndose al fijarse bien en el pequeño símbolo que Shuichi llevaba tatuado a uno de los lados del ombligo, en la zona baja del vientre, casi cubierto por el borde de los pantalones.

-Y esto?- volvió a mirar al cantante, quien abrió los ojos algo confundido y abrumado. –no sabia que te gustaran los tatuajes.-

-Ah, eso... bueno... es de mentira, es que me daba miedo hacerme uno de verdad, hasta me desmayé.- sonrió algo nervioso ante un suspiro de resignación por parte de Eiri.

El rubio continuó besando aquella tentadora piel, consiguiendo que la risa de su pequeño amante se convirtiera nuevamente en exquisitos jadeos.

-Yuki... por favor...- Suplicó cuando Eiri buscó con sus manos la cremallera de los ajustados pantalones.

Deseaba liberar su erección cuanto antes, calmar un poco ese dolor que le causaba tal excitación. Se sintió liberado en el momento en que el rubio los desabrochó y los deslizó un poco por sus muslos. Los ojos dorados se abrieron ante la sorpresa de que el chico no llevaba nada bajo el frío cuero de esos pequeños pantalones, tan solo su cálida piel y la palpitante erección.

-Esto si que es una sorpresa.- Dedicó una mirada al pequeño, este se la devolvió sonrojándose ante el comentario. –es que te ha dado por no usar ropa interior?-

-Es para que fuera mas fácil...- comentó con algo de timidez. –además.. no podía llevarla con esto, así que...- Eiri lo hizo callar posando un par de dedos sobre los labios del pequeño.

Una vez lo hubo desnudado totalmente, acercó su boca al oído del cantante, susurrando algo que provocó de inmediato un violento sonrojo en Shuichi a la vez que abrió sus ojos de par en par.

-Yuki no... como voy ha hacer eso?-

-Seguro que sabes muy bien como se hace.- le contestó en un tono casi de burla.

-Si, claro que se como se hace pero... no puedo hacer eso! Me da mucha vergüenza.- miró a Yuki con carita de niño inocente.

-En serio te da vergüenza?- le miró divertido. –en ese caso, mejor aun.-

-Que? Como que mejor?-

-Recuerdas que tienes una deuda pendiente conmigo por haber traído a ese cantante aquí verdad?- le recordó dándole suaves besos entrecortados por toda la superficie del pecho.

-Eh... si pero...-

-Pero nada. Dijiste que harías lo que yo quisiera, pues bien, aquí esta mi petición.- trazó una línea húmeda con su lengua desde el pecho hasta los labios donde los mordió haciendo que Shuichi gimiera débilmente. –haz lo que te he pedido.- levantándose, se posicionó de rodillas entre las piernas del pequeño, consiguiendo que Shuichi se tensara al instante.

-Yuki no pienso hacer eso!- trató de sentarse sobre la cama pero Yuki estiró el brazo colocando la mano en su pecho, obligándolo a quedar acostado nuevamente.

-Hazlo.-

-Pero...- sintió un escalofrío debido a la mirada de su amante.

Tragó saliva volviendo la vista a un lado, no quería encontrarse con la mirada del escritor en ese momento. Con suma lentitud y torpeza empezó a deslizar una de sus manos sobre su propio cuerpo, llegando a la altura del vientre. Allí se detuvo con la intención de retroceder, pero se armó de valor y cerrando los ojos fuertemente rodeó su propia erección. Eiri sonrió, aquello si que le resultaba divertido, y por que negarlo? También excitante.

Shuichi movió la mano lentamente sobre su miembro, sintiendo sus propias caricias con algo de temor y de vergüenza, cosa que divertía aun mas al escritor. Los extremos de la cuerdecita que aun llevaba en esa muñeca, rozaron sutilmente su vientre, haciéndolo estremecer al contacto debido al suave cosquilleo que la cuerda le proporcionaba provocado por el movimiento de su mano. Con parte del otro brazo y el dorso de la mano, trató de cubrirse la cara, apretando los dientes para no dejar escapar los suaves gemidos que luchaban por salir

-Será mejor que no te cubras.- Eiri le sujetó de la muñeca apartándole el brazo, dejando el sonrojado rostro expuesto ante sus dorados ojos. –Abre los ojos, quiero que me mires mientras te acaricias.- le susurró con voz sensual y autoritaria.

El cantante abrió despacio los ojos, dejando ver el color violeta de estos, encontrándose de inmediato con los de Eiri que lo miraban con deseo. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo en aquel momento, sentía como las mejillas le ardían, como la mirada del rubio le quemaba la piel de tal manera que podría traspasarla, haciéndole sentir aun mas desnudo de lo que ya se encontraba.

Eiri elevó la mano que anteriormente había apartado de la cara del pequeño, la cual no hubo soltado en ningún momento. Con la mirada aun fija en los ojos violetas, se llevó esa mano cerca de sus labios, recorriendo la parte interna de la muñeca con la lengua, encontrando a su paso el cuero de las dos finas correitas que la envolvían.

Todo aquello conseguía que Shuichi se excitara aun mas, sintiéndose al limite una y otra vez, pero sin poder acabar. El tener la mirada de Eiri fija en él, le provocaba sensaciones contradictorias; por un lado la excitación de que su amante lo observaba mientras se acariciaba, y por otro lado, la vergüenza que sentía al hacerlo delante de alguien.

El rubio sonrió seductoramente, dedicándole suaves lamidas a la mano del pequeño, quien gimió cuando este se introdujo un par de dedos en la boca, mojándolos con su saliva. Shuichi no pudo evitar que las caricias sobre si mismo aumentasen cuando la humedad de la boca y la suavidad de la lengua del rubio comenzaron a acariciar sus dedos succionándolos.

Un gesto divertido se dibujó en el rostro del escritor, estaba disfrutando con aquello, no podía negarlo. Dedicando una ultima lamida, sacó los dedos de la boca, conduciendo esa misma mano a la propia entrada de Shuichi.

El cantante de cabellos rosados se sobresaltó ante aquel roce de sus propios dedos sobre esa parte de su cuerpo que tan solo Yuki conocía de esa manera. Abrió la boca para intentar decir algo, pero cualquier intento de hablar se vio frustrado en el momento en que sus propios dedos comenzaron a adentrarse en su cuerpo guiados de la mano de su amante quien era incapaz de borrar esa sonrisa de satisfacción de su rostro.

Lloriqueó al sentirse invadido por si mismo, esta vez sin la ayuda del rubio. Aquello le estaba resultando bastante vergonzoso, quería parar, pero interiormente se sentía bien con sus propias caricias, con la mirada de Eiri clavada en él mientras se acariciaba. Aumentó nuevamente el ritmo de su mano sobre su erección, al igual que el movimiento de sus dedos en su interior, intentando adentrarlos lo mas que podía.

Enseguida dejó que sus gemidos comenzaran a escapar libremente, sin inhibiciones de ningún tipo, tan solo sentía, sentía el placer que él mismo se estaba produciendo ante la atenta y fogosa mirada de su amante. En aquel momento el color violeta de sus ojos se vio amenazado con ser cubierto por los párpados pesados, pero los abrió de golpe en el mismo instante en que vio como Eiri frente a si tomaba con su mano su propio miembro y comenzaba a acariciarse con la mirada aun fija en él.

Shuichi observó el cuerpo de su amante de arriba abajo, el suave pero perfecto vaivén de la mano de este sobre su propia erección, el rostro algo encendido por la excitación donde resaltaban unos gatunos e incitantes ojos dorados que eran casi cubiertos por los mechones rubios que caían libremente y humedecidos por el sudor sobre su frente. Un fuerte escalofrío recorrió su cuerpo, al igual que un intenso calor lo invadió haciéndolo gemir descontroladamente ante aquella imagen y ante sus propias caricias que habían aumentado notablemente.

Clavó mas insistentemente su mirada en la del rubio, retorciéndose de deseo sobre la cama cuando el inevitable orgasmo llegó casi sin darse cuenta de que el momento ya había llegado, provocando que sus músculos internos apretaran sus dedos y el cálido liquido resbala por la mano que acariciaba su erección.

Eiri sonrió satisfecho, había conseguido lo que quería, se había tomando una “dulce venganza”. En ese momento se sintió agradecido con Shuichi por haber ido a “molestarle” aquella noche. Dejó de masajear su miembro, y se inclinó hasta lamer la mano del pequeño bañada del blanquecino liquido, consiguiendo un sobresalto y un gemido por parte de este.

Seguidamente se acostó al lado del cantante que respiraba agitadamente entre leves jadeos, deslizó una mano sobre la cara del chico, retirando el cabello rosado de su cara bañada en sudor. Jugueteó con las sedosas hebras de pelo, enredándolas a su vez en sus dedos, al igual que hizo con la fina cinta que se entrelazaba con el cabello, la cual se desenvolvió por el mechón en el momento en que Eiri deshizo el nudo que la sujetaba.

Con la yema de los dedos buscó esos labios enrojecidos, hallándolos húmedos, deslizando seguidamente sus dedos por la barbilla del cantante para bajar después por su cuello que seguía rodeado por aquel collar. Acarició su pecho, su vientre... hasta llegar a la entrada donde tomó nuevamente la mano de Shuichi indicándole que sacara sus dedos de allí para ocupar el interior con los suyos.

Los labios de Eiri bajaron deseosos por todo el cuerpo del cantante, haciéndole estremecer nuevamente con aquellas caricias. El rubio pasó su lengua a lo largo del miembro del chico que aun seguía erecto, proporcionándole placenteras caricias que parecían doler ante el reciente orgasmo.

-Yuki... no hagas eso. Ah! Para!- se inclinó un poco sobre la cama dedicándole a su amante una mirada suplicante por que se detuviese pero deseosa de mas.

Eiri sonrió satisfecho, le encantaba tenerlo de esa manera. Introdujo la erección en su boca sin dejar de mirar el rostro violentamente encendido del cantante, consiguiendo un fuerte gemido por parte de este. Shuichi sujetó las sabanas con fuerza entre sus manos, arqueando la espalda y elevando sus caderas, ofreciéndose por completo a aquellas caricias que se deslizaban una y otra vez sobre aquella piel ansiosa de mas.

Lentamente retiró los dedos del interior para volver a penetrar esta vez con tres, moviéndolos ágilmente en aquella estrecha cavidad, acariciando aquel punto que siempre conseguía volver loco al cantante.

El cuerpo de Shuichi se revolvía sobre las sabanas, le era imposible no hacerlo, quedarse quieto mientras recibía esas placenteras caricias. De sus labios escapaban deliciosos gemidos, al igual que suplicas por que su amante se detuviese mezcladas con otras para que no lo hiciera.

-Yu... Yuki! ah! Si no paras... no ah! No aguantare mucho...- su voz sonó entrecortada acompañada de sollozos. –por favor...-

Eiri disminuyó el ritmo al saber peligrosas las caricias sobre aquel cuerpo, sacando los dedos de él a la vez que sus labios dedicaban una ultima caricia a aquella erección que comenzaba a gotear nuevamente. Sujetó las piernas de Shuichi, manteniéndolas aun separadas para besar el interior de los muslos, consiguiendo que este se recuperase un poco de su estado anterior.

La respiración del cantante parecía normalizarse ante aquellos suaves besos y los sutiles roces de las yemas de los dedos que esta vez quemaban la piel de su vientre. Pero los suaves jadeos comenzaron a tornarse nuevamente a gemidos cuando Eiri lo sujetó con fuerza de las caderas y con decisión dirigió sus caricias mas debajo de su miembro, recorriendo cada rincón de aquella zona tan intima; llegando a adentrar su lengua con deseo en el interior del pequeño, consiguiendo que este se aferrara con ambas manos esta vez a su cabello dorado.

El cantante elevó las caderas, enterrando los dedos en el sedoso cabello del rubio para empujar la cabeza de este en un claro ruego desesperado que buscaba un placer aun mayor.

Eiri dedicó una mirada fugaz a aquel rostro encendido, observando como los ojos violetas entreabiertos lo miraban, como las lagrimas escapaban furiosas de ellos, llegando a unirse en la barbilla del chico con parte de la saliva que escapaba de su boca, la cual era incapaz de reprimir los gemidos.


El de cabellos rosados se quejó cuando sintió como la lengua de su amante ya no recorría su entrada, como la boca de este ya no jugaba entre sus piernas. Dejó caer los brazos uno a cada lado de su cuerpo, respirando agitadamente, sintiéndose casi al limite nuevamente. En ese momento Eiri se posicionó sobre él, rozando con su erección las nalgas del cantante buscando la entrada.

Se mordió el labio inferior al sentir como su amante comenzaba a deslizarse lentamente en su interior, consiguiendo introducirse un poco en él, deteniéndose para besar con pasión los labios enrojecidos del pequeño, quien rodeó la cintura del rubio con sus piernas y elevó un poco sus caderas, consiguiendo que este lo penetrara de una vez. Ambos gimieron sobre los labios del otro, sintiendo ese calor que nacía en sus vientres y les recorría todo el cuerpo hasta concentrarse en sus rostros consiguiendo que estos ardieran en todo momento.

El cantante comenzó a moverse desesperadamente bajo el cuerpo de su amante, sintiéndolo en su interior, sintiéndolo como había deseado sentirlo desde que llegó de la gira. Eiri por su parte se concentró en esa cálida estreches que hacia tanto no sentía. Había extrañado enormemente aquella sensación que le provocaba el hacer el amor con su pequeño, sentirlo suyo y de nadie mas.

-Yuki...ah...- y su nombre... escuchar su nombre escapar entrecortado y suplicante, adornado de leves jadeos de esos labios que tan bien le sabían.

Indicó a Shuichi que rodeara su cuello con sus brazos, este obedeció. Seguidamente colocó ambas manos rodeando la estrecha cintura del cantante, elevando el pequeño cuerpo hasta que ambos quedaron sentados, Eiri sobre la cama desarmada y Shuichi sobre sus piernas, moviéndose estupendamente sobre él.

Eso también le encantaba, el que fuera su pequeño quien de vez en cuando le marcara el ritmo con sus movimiento, en ocasiones podía volverse demasiado apasionado y eso le gustaba.

Los movimientos del cantante sobre el rubio se volvieron mas violentos, mas desesperados. Eiri lo sujetó colocando las manos sobre las caderas de este para ayudarlo a moverse, elevándolo y volviéndolo a bajar con suma facilidad.

-Yuki! Ah! Ya no... no aguanto mas...- esta vez fue Shuichi el que manejó el movimiento, deslizándose con soltura sobre la erección, rozando a su vez su propio miembro contra el vientre de Eiri. -Yuki me... ah! Yuki!- abrazando a su amante lo mas que podía, se movió bruscamente sobre él, bañando con su semen el abdomen de ambos.

-Shu... Shuichi... no ah! No te detengas ahora! Shu... ah!- apretó con ambición la piel de las nalgas entre sus manos, empujando el pequeño cuerpo contra él, enloqueciendo con el contacto de la húmeda erección en su vientre, acabando por derramarse entre las apretadas paredes del interior de aquel cuerpo.

Shuichi dejó caer su cabeza sobre el hombro del rubio, respirando con agitación cerca de su oído, sintiendo a su vez el palpitar y el movimiento del pecho de este contra el suyo. El escritor abrazó al pequeño besando delicadamente su hombro, sintiendo como el interior del cantante palpitaba rodeando su miembro, sintiendo el cálido cuerpo entre sus brazos, y los suaves jadeos del pequeño sobre su oído.

Eiri abrió los ojos, mirando perdidamente la habitación, hasta que su mirada se cruzó con un “invitado sorpresa” del cual no se había percatado hasta aquel momento.

-Que hace él aquí?-

-Que?- Shuichi se separó un poco del rubio, mirándolo con gesto confundido.

Enseguida los ojos violetas siguieron la mirada de Eiri, encontrándose con Kumagoro sobre el mueble, donde lo había dejado cuando entró al cuarto.

-Eto... es que me lo dejó Sakuma-san...- apartó la mirada del animalito de peluche que parecía mirarlo con un gesto burlón después de lo que había presenciado.

-Y tenias que dejarlo aquí?-

-Jijijijiji...- se rió con nerviosismo tratando de quitarle importancia a la situación.

-Bueno, mientras que no cuente todo lo que ha visto...-

-Yuki, es un muñeco, no puede hablar.-

-Que no dices? Ese bicho tiene vida propia.- le dedicó una mirada desconfiada al pobre peluche.

-Jajajaja... te quiero mucho Yuki.- abrazó al escritor fuertemente, consiguiendo que este quedase tendido en la cama bajo él. –vamos a hacerlo de nuevo verdad?-

-No estaría mal...-

Aquella noche Kumagoro había sido y seria testigo de muchas cosas...


Continuara...



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