jueves, 3 de septiembre de 2009

DULCES Y SORPRESAS Ch.23

Dulces y sorpresas.

Cap. 23

By Saiyi-chan



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-YUKI ESPERAME! PUEDO EXPLICÁRTELO TODO!- de un salto y aterrizando de cara en el suelo, el cantante de BL acabó de bajar el ultimo tramo de escaleras del edificio. –Ite!- se quejó tras abandonar aquella postura tan ridícula con la cual había quedado debido a la caída, sentándose seguidamente en el suelo.

Shuichi se llevó una mano a la frente, acariciando la zona enrojecida por el golpe, dedicando seguidamente una mirada a su amante, quien salía del edificio a paso ligero y con gesto malhumorado para enseguida encender un cigarrillo.

–Yuki te he dicho que te esperes es que no me escuchas?- su expresión se tornó enfadada y sin siquiera pensarlo, se quitó un zapato para lanzárselo al escritor.

Eiri se detuvo al ver pasar a su lado lo que parecía ser un zapato volante, muy cerca de su cara, rozando algunos cabellos dorados.

-Pero que demonios quieres? Matarme?- el rubio se giró hacia el cantante de forma amenazante, dejando caer intencionadamente al suelo el cigarrillo que tenia entre los labios.

-Eto... yo... jeje...- Shuichi se rascó la cabeza dándose un aire de inocencia, adoptando seguidamente unos enormes ojitos violetas los cuales hicieron que Eiri suspirara pesadamente. –Yuki yo... bueno, ellos solo intentaban ayudarme para que no estes enfadado conmigo.- comentó tras ponerse en pie y caminar hacia el rubio para detenerse frente a él.

-Ya... así que además de a Hiroshi, ahora te dedicas a contarles nuestros problemas a todos esos locos... Que será lo próximo? Vas a vender una exclusiva contando lo que hacemos en la cama?- preguntó evidentemente molesto ante la actitud de su amante.

-No! Como se te ocurre decir eso!- con un ligero rubor en sus mejillas ante tal idea, encaró al rubio mostrándole cierto grado de molestia debido a sus palabras.

-Je, no te convendría contar ciertas cosas...- Eiri dejó escapar una risita irónica, dedicándole al cantante una mirada triunfante que daba por zanjada aquella conversación.

-YUKI!- gritó enfadado ante las palabras del rubio. -yo... yo solo quería volver a casa.- murmuró bajando un poco la cabeza para mirar de forma inocente a su amante, procediendo a jugar con la tela de su camiseta entre sus manos en un gesto infantil. -no quiero que pienses que yo... bueno que tuve algo que ver en ese video, bueno si que tuve que ver.- se llevó una mano tras la nuca en un gesto nervioso, arrancando un suspiro cansado por parte de su amante. -eto... lo que quiero decir es que...-

-Eiri-san, esta todo bien?- Tohma apareció tras el cantante, consiguiendo que este se girase a mirarlo algo molesto ante la interrupción.

El presidente de NG pasó al lado de Shuichi, mostrando un evidente gesto de ignorancia hacia este, acercándose a Eiri para adoptar una sutil sonrisa.

-Podemos marcharnos ya?- ante la pregunta, Eiri se llevó un nuevo cigarro a los labios, encendiéndolo seguidamente para dar la primera calada.

-Vamos.- respondió secamente, dándose media vuelta no sin antes dedicar una mirada que bien podía definirse como fria hacia el cantante.

-Pero Yuki yo...-

-Shindou-san, mañana le quiero con el resto en mi despacho a primera hora, y no quiero retrasos.- concluyó el presidente con semblante serio, recibiendo como respuesta un asentimiento por parte de Shuichi.

Tohma se dio media vuelta, caminando a paso ligero hasta llegar a alcanzar al escritor quien parecía indiferente hacia su cuñado y el resto del mundo.

Shuichi bajó la cabeza, escondiendo sus ojos violetas con su cabello rosado, apretando los puños con fuerza ante aquella situación.

-AAAAAARRRRRRRRRGGGGGGGG! YUKI EIRI ERES UN BAKAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!- gritó a la vez que enfadado, señalaba a su amante en la lejanía para después respirar de forma alterada, casi como un toro a punto de embestir. –BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA YUKIIIIIIIII!- tras aquel arrebato de furia, el cantante se dejó caer en el suelo sentándose en este, dedicándose esta vez a llorar como si de un niño pequeño se tratase.

Bastante alejados ya del cantante de BL, Tohma giró su rostro hacia atrás al escuchar los gritos, observando como Shuichi había dejado de llorar de esa forma tan escandalosa para dedicarse esta vez a dar patadas a una lata vacía que había en medio de la calle, la cual parecía que iba a acabar completamente destrozada ante la evidente furia.

-No le hagas caso, ya se cansara.- murmuró Eiri sin siquiera hacerle falta girarse para adivinar el perfecto espectáculo que estada dando su amante en mitad de la calle.

-Iremos a almorzar a un sitio que te gustara.- sonrió el de ojos vedes, obteniendo tan solo una mirada seria al frente por parte del escritor.

Ambos hombre giraron en una esquina, perdiéndose de la mirada furiosa del cantante de BL quien respiraba de forma agitada, aun con sus ojos violetas clavados en la esquina por la cual había desaparecido su amante.

-Maldito seas Yuki Eiri!- refunfuñó entre dientes, consiguiendo que un niño de unos seis años que pasaba a su lado se detuviera a mirarlo con asombro.

El cantante de cabellos rosados giró su rostro lentamente al sentir la presencia de alguien mas, encontrando de esa forma al niño, quien comía tranquilamente un chupachus hasta el momento en que la expresión furiosa de Shuichi le hizo abrir un poco la boca y soltar el caramelo, cayendo este al suelo.

-Y tu que miras?- preguntó de forma que sus palabras salieron pausadas e impregnadas en un tono amenazante el cual acompañaba a aquella mirada casi diabólica.

-Buuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaa mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Un monstruoooooooooooo!- ante aquello, el niño salió corriendo completamente asustado, dejando el caramelo en el suelo.

-Oye niño que te dejas el caramelo!- gritó tras tomar el caramelo del suelo y alzarlo en el aire. –pues nada, si no lo quieres...- encogiéndose de hombros lanzó el caramelo hacia atrás, el cual fue a golpear directamente la cabeza de Hiro quien en ese momento salía del edificio.

-Joder Shuichi! Te has propuesto matarme de un golpe en la cabeza?- ante la intervención de su amigo, Shuichi se giró hacia él, observando con una sonrisa nerviosa como el guitarrista se llevaba una mano al lugar del golpe.

-Jeje, lo siento Hiro, pero es que ese niño dejo el caramelo olvidado, era un niño muy raro...- asintió frotándose la barbilla con una mano.

-Genial, ahora te dedicas a quitarle caramelos a los niños...-

-Claro que no, pero que clase de persona crees que soy?- el cantante se cruzó de brazos con molestia.

-Ya, no te enfades.- ante el evidente nerviosismo de su amigo, Hiro le acarició la cabeza tratando de calmarlo. –que ha ocurrido con Yuki-san? Has conseguido hablar con él?-

-No, se ha ido con Seguchi-san.- contestó algo cabizbajo, desviando la mirada hacia otro lado.

-Pues al parecer Seguchi-san se ha enfadado bastante.- Hiro suspiró pesadamente, llevándose seguidamente una mano tras la cabeza para rascarse con aire ausente.

-Eto... donde están los demás?-

-Pues... recogiendo todo el “plan” y recuperándose del susto jeje.- rió nervioso al recordar como Sakano se daba de golpes contra la pared.

-Shuuuuuuuuuuichiiiiiiiiiiiii!- el cantante de NG apareció de repente saltando encima de Shuichi, dejándolo tumbado en el suelo como solía hacer. –eres muy malo no da, por que te fuiste tan rápido?- con un gracioso gesto de enfado se cruzó de brazos, dejando a Kumagoro sobre la cara del cantante de cabellos rosados.

Shuichi se llevó una mano a la cara, apartándose de ella al conejito de peluche, incorporándose seguidamente sobre sus antebrazos para encarar a Ryuichi quien esta vez sonreía abiertamente.

-El flan salió bien Shu-chan.- levantándose de encima del otro cantante, Ryuichi le tendió la mano para ayudarle a hacer lo mismo.

-Eh... Sakuma-san, no creo que haya salido del todo bien.- comentó esbozando una sonrisa entristecida.

-Uy, no confías en Kumagoro?- ante tal pregunta, Shuichi dedicó una mirada indecisa al cantante. –Kumagoro hizo bien el flan.- ante la sonrisa confiada que se dibujó en el rostro calmado de Ryuichi, el cantante de cabellos rosados acabó asintiendo.

-Oh well, estáis todos aquí.- sonrió el rubio americano apareciendo tras de Hiro, acompañado por Suguru y Tatsuha, quienes ayudaban a caminar a un mareado Sakano.

-Tu!- gritó señalando a K. -dijiste que tu genial plan iba a funcionar! Que Yuki me creería! Ahora no solo no me cree, si no que esta aun mas enfadado conmigo!-

-Calma, calma.- intentó tranquilizando con un gesto de manos y una sonrisa. –solo tenemos que esperar a que Eiri-san recapacite.- comentó bastante seguro de aquella palabras.

-Vamos Shuichi, mi hermano esta tan enfadado por que lo tiene todo muy reciente, ya veras como en un par de días se le pasa.-

-Tu te callas que eres el culpable.- lo miro amenazante.

-Ok, todos a casa, mañana nos espera una buena regañina...- concluyó el manager recordando la “citación” que el presidente de NG les había hecho.

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El clima de aquélla noche era perfecto, una suave brisa primaveral acompañaba la calidez del ambiente.

En el centro de Tokio las parejas paseaban tranquilamente disfrutando de aquella agradable noche. Otras entraban en los distintos locales del centro; como lo eran restaurantes y karaokes.

En uno de los restaurantes mas lujosos de todo Tokio, Yuki Eiri junto a Seguchi Tohma disfrutaban de una exquisita cena.

-Que te parece el lugar Eiri-san?-

-No esta mal.- respondió con indiferencia, perdiendo sus ojos dorados en el vino rosado. –je, no pensé que volvería a pisar este sitio después de aquello...- comentó con ironía, bebiendo un sorbo de aquel costoso vino.

-Has estado aquí antes?- preguntó Tohma algo sorprendido, obteniendo un asentimiento por parte de Eiri.

-Una vez traje a Shuichi a este lugar... a celebrar nuestro aniversario.. al baka se le metió en la cabeza hacer algo especial.- sonrió recordando lo pesado que Shuichi se había puesto aquel día.

La sonrisa del escritor se convirtió en una suave risita ante el divertido recuerdo de aquel día en ese mismo restaurante, nada comparado con la tranquila velada de aquella noche junto a su cuñado.

-Eiri, que es lo que ha ocurrido entre vosotros exactamente para que lo hayas echado de tu apartamento?- la mirada fría de Eiri sobre el presidente de NG le hizo entender que no debió preguntar aquello.

Aun asi, Tohma mantuvo aquella pregunta, manteniendo a su vez la mirada fija en la de Eiri, sosteniendo aquellos peligrosos ojos dorados.

-Lo único que ocurre es que tengo que dejar de pagarlo todo con él.- ambos guardaron silencio ante aquellas ultimas palabras dichas por el escritor.

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-Shuichi, cuanto tiempo piensas seguir escribiendo eso de “Yuki eres un baka”?- preguntó Hiro señalando la frase escrita de mala manera.

-Hasta que gaste la libreta y el bolígrafo!- gritó con la mirada fija en la hoja de papel.

Desde que habían llegado al apartamento de Hiro tras la misión fallida, Shuichi no había dejado ni un momento de garabatear una y otra vez “Yuki eres un baka” en las hojas de la libreta que Eiri le había regalado, dejando en las mismas la tinta del bolígrafo que iba a juego con esta.

-Tu mismo.- con indiferencia se encogió de hombros, encaminándose a preparar la cena y dejando a su amigo con lo suyo.

Shuichi comenzó a apretar cada vez mas fuerte el bolígrafo, a la vez que comenzaba a escribir mas rapito y con rabia contenida, acabando por hacer un tachón enorme en la ultima pagina que había ensuciado.

-Yo soy el unico idiota...- dejando caer el bolígrafo sobre la mesa, su rostro se contrajo en varias muecas para dejar que de sus ojos violetas comenzaran a escaparan varias lagrimas las cuales recorrieron sus mejillas sin reparo alguno, acabando por caer sobre las hojas escritas. –baka...- murmuró con voz entrecortada a la vez que arrugaba varias hojas con sus manos, centrando su mirada borrosa en el nombre de su amante.

Hiro suspiró al escuchar los sollozos de su amigo, girando un poco su rostro para observarlo de reojo y seguidamente negar con la cabeza para volver a poner atención a lo que acababa de comenzar a hacer.

-KUMAGORRRRRRRRROOOOOOOOO BEAM!- el conejito de peluche fue a parar directamente a la cara de Shuichi, consiguiendo que este dejara de llorar para adoptar una expresión tonta cuando el peluche cayó en su regazo. –na, Shuichi, puedo pintar contigo?- preguntó con una sonrisita a la vez que sacaba su libreta y los lápices de colores.

El cantante de BL reaccionó a la pregunta asintiendo con la cabeza de forma distraída, pasando la hoja del cuaderno para hacer el también un dibujo.

-Vaya... lo que faltaba.- comentó Hiro para si mismo llevándose una mano a la cabeza.

-Eh? Pasa algo?- Tatsuha se acercó a el tras salir de la ducha aun con la toalla rodeando su cintura.

Con total confianza, posó su rostro sobre el hombro del guitarrista para mirar lo mismo que este, consiguiendo asustarlo con aquella cercanía, haciendolo sobresaltarse y darse media vuelta para encarar a Tatsuha y pegarse de espaldas a la encimara de la cocina, donde tenia todos los ingredientes de la cena preparados.

-Jeje, te doy miedo?- preguntó divertido.

-Eh.. mejor no te contesto.- el guitarrista de BL rio con nerviosismo ante el menor de los Uesugi. –uhm... ya que estas aquí.. necesito algo.-

-Lo que quieras.- una sonrisa totalmente servicial se dibujó en los labios de Tatsuha.

-Pues ve y pídele a la vecina de enfrente un poco sal.-

-Y por que tengo yo que hacer eso?-

-Por que si no, no hay cena, y por que te lo mando yo.-

-Crees que te voy a obedecer?- preguntó desafiante mientras acortaba la distancia entre ambos.

-Uhm... entonces, iré yo.- Hiro se escabulló esquivando el cuerpo del mas joven. –comprobare yo mismo como va vestida hoy, siempre va muy sexy esa chica...- murmuró a la vez que miraba a Tatsuha de reojo con una sonrisita.

-No! No hace falta! Ya voy yo.- de inmediato, el menor de los Uesugi salió por la puerta tan solo con aquella toalla, dejando a Hiro con una sonrisa satisfecha a la vez que divertida.

-Oye Sakuma-san, por que no jugamos a otra cosa?- preguntó Shuichi con la mirada fija en la puerta tras ver como su cuñado salía por esta a toda prisa.

-Claro! A lo que quieras na no da!- el cantante de NG dejó su dibujo a medio acabar para prestar atención a Shuichi.

-Bien...*te vas a enterar Tatsuha-san*- pensó a la vez que adoptaba una sonrisa desquiciada la cual hizo que Ryuichi abrazara al conejito con algo de miedo. –eh... lo siento jeje.- se llevó una mano tras la nuca al percatarse del evidente estado intimidante que había adquirido.

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-La vecina, la vecina... como ira la vecina...- canturreaba Tatsuha mientras esperaba que le abrieran la puerta.

-Si? Quieres algo muchacho?- una figura femenina ataviada con un sexy conjunto, se asomó a la puerta.

-Eh... yo... yo...- Tatsuha tartamudeó ante la presencia de aquella mujer, siendo casi incapaz de mantener la mirada sobre ella. –sal... quiero un poco de sal...- tragó saliva tratando de acabar la frase.

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El cantante de NG observaba atentamente como Shuichi tras acercarse a la mochila de Tatsuha, buscaba algo entre las cosas de este.

-Eh, Shuichi, yo también quiero jugar, mirar no es divertido na no da.-

-Espera un momento, enseguida llega tu parte del juego.- contestó mientras seguía buscando en el interior de la mochila. –ya esta lo tengo!-

-Que tienes Shu-chan?- Ryuichi se acercó al cantante de cabellos rosados, observando como este elevaba de forma triunfante una cinta de video.

-Jeje, aquí es donde entras en juego Sakuma-san.- le indico mostrándole la cinta de video.

-Que tengo que hacer con eso?- preguntó confundido, llevándose un dedo a la boca para mirar a Shuichi tras haber visto la cinta.

-Tienes que guardarla.- sonrió ante la mirada aun confundida del otro cantante.

-Un juego bastante complicado, Shuichi.- intervino Hiro con aire irónico a la vez que se sentaba en el sofá y encendía un cigarrillo.

-No Hiro, es mas complicado de lo que parece.- comentó algo ofendido por el comentario del guitarrista. - Sakuma-san tendrá que encargarse de esconder esto en algún sitio para que Tatsuha-san no la encuentre.- sonrió satisfecho por aquel juego que no hacia mas que comenzar.

De alguna forma tenia que vengarse de su cuñado, y que mejor idea que hacer desaparecer aquella cinta de video que este tanto adoraba y ver como se volvía loco buscándola? Ante tal idea, Shuichi rió triunfante, convirtiendo su risa en una sonora carcajada bajo la mirada expectante de los otros dos.

-Pues será mejor que os deis prisa en acabar de “jugar” o acabara pillándoos en cuanto llegue.-

-No te preocupes Hiro, seguro que aun tarda.-

-Eh.. yo no estaría tan seguro...- sonrió de forma divertida a la vez que con el dedo índice se rascaba la mejilla distraídamente.

-Vamos a jugar na no da!- con entusiasmo le quitó de las manos la cinta al cantante de cabellos rosados, quien se quedó mirando su mano ahora vacía para seguidamente dedicar una mirada satisfecha a Ryuichi.

-Eso es! Escóndela bien Sakuma-san, que Tatsuha-san no la encuentre!- le explicó con una sonrisa triunfante.

-No te preocupes Shu-chan, Kuamgoro lo esconderá bien, verdad Kumagoro?- el conejito movió la cabeza de forma afirmativa ante la pregunta. –ves?- Shuichi asintió en respuesta.

La puerta del apartamento que había quedado encajada cuando Tatsuha salió, se abrió completamente para dejar pasar al mismo, quien traía en su rostro una expresión bastante molesta. Ante la entrada del menor de los Uesugi, Ryuichi escondió tras de si la cinta de video, mirando seguidamente al recién llegado, tal y como estaban haciendo los otros dos.

-Ten, tu sal.- enfadado, depositó sobre la mesa un paquetito de sal, dirigiéndose seguidamente a la cama para sentarse y cruzarse de brazos.

-Ah, muchas gracias.- con una sonrisa Hiro se levantó del sofá, apagando el cigarrillo para seguir con la cena. –que tal mi vecina, te ha gustado?- preguntó divertido a la vez que dejaba escapar una risita burlona.

-Como quieres que me guste una vieja en camisón tratando de aparentar veinte años?- el menor de los Uesugi se levantó de la cama visiblemente alterado.

Al llegar a casa de la supuesta jovencita, le había abierto al puerta una señora de unos sesenta y dos años, la cual llevaba puesto un camisón de seda roja, el cual dejaba ver mas de lo que cubría.

-Jajajajajajjaja pero no me negaras que no usa ropa sexy...- volvió a burlarse el pelirrojo.

-Si, demasiado para su edad.- un escalofrío recorrió su cuerpo al recordad la proposición de aquella señora. –aquella mujer quería que le hiciera compañía esta noche!-

-En serio? Vaya... a Shuichi lo quería como mascota.- rio divertido el guitarrista a la vez que acariciaba la cabeza de su amigo.

-Hiro! No me lo recuerdes!- intervino el cantante de cabellos rosados ante el comentario de su mejor amigo. –esa mujer esta loca.-

-Jajajajaja! Como mascota! Jajajajaja eso si que es bueno.- Tatsuha se llevó una mano al estomago ante la carcajada que no pudo aguantar.

-Si, tu riete, ya veras por donde te sale..- murmuró Shuichi entre dientes mientras observaba como su cuñado se reia y lo señalaba con el dedo.

-A mi al menos me quería para otra cosa... si es que mi atractivo no pasa desapercibido.- con un gesto orgulloso, se paso la mano por el cabello oscuro.

-Eto... nosotros tenemos algo que hacer, verdad Sakuma-san?- ignorando aquellos comentarios, Shuichi comenzó a empujar a Ryuichi para que este caminara, tratando de que Tatsuha no descubriera que llevaban al cinta de video.

-Si! Vamos a jugar na no da!- con energía agito a Kumagoro en el aire, sosteniendo aun escondida la cinta.

-Puedo jugar yo también?- inmediatamente, dejo aquella risa tonta para adoptar una sonrisa inocente ante la mirada de los dos cantante.

-Eh... bueno, es que...- el cantante de BL miró nervioso de un lado a otro, buscando la excusa perfecta para aquel momento.

-Sabes jugar al escondite no da?-

-Al escondite? Claro que si, todo el mundo sabe jugar al escondite jeje.-

-Entonces si que puedes jugar.- en un movimiento rápido, Ryuichi le paso la cinta de video a Shuichi.

El cantante de BL cogió la cinta sin esperárselo, haciendo seguidamente una especie de malabarismos intentando que no se le cayera al suelo para después esconderla tras de si adoptando una sonrisa nerviosa.

Ryuichi se acercó al menor de los Uesugi, pasando un brazo por encima de los hombros de este, provocando a su paso en el mas joven una expresión algo boba ante la cercanía. Lo guió hasta la entrada, soltándolo una vez que se hubieron detenido allí mismo.

-Pero... que pasa con “nuestro” juego?- pregunto Shuichi temiendo que su venganza no diera resultado.

-Podemos jugar a los dos a la vez na no da.- el cantante de NG dedicó una mirada al de ojos violetas, guiñándole un ojo en señal de complicidad. –ahora cuentas tu Tatsu-chan, hazlo hasta cien.-

-Vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaleeeeeeeeee.- con una sonrisa en su rostro, el menor de los Uesugi se giró hasta quedar de cara a la puerta, procediendo a contar mientras los otros se escondían.

Ryuichi salió corriendo hasta donde estaba Shuichi, quitándole la cinta de las manos, para llevársela al interior de la tienda donde se escondería. Ante aquel gesto, Shuichi suspiró aliviado, mirando enseguida de un lado a otro en busca de un sitio donde esconderse.

-... cuarenta, cincuenta y cinco, sesenta y nueve, oh, buen numero jeje, eto... setenta y cuatro...- ante la avanzada cuenta que llevaba el menor de los Uesugi, Shuichi corrió a esconderse tras lo primero que vio.

-Que estas haciendo Shuichi? No puedes esconderte en otro sitio?- preguntó el guitarrista cuando casi cae al suelo gracias a que a su amigo se le había ocurrido esconderse entre sus piernas como si fuera un gatito mimoso.

-Shhh! Calla Hiro, quieres que me descubra?- murmuró en voz baja, elevando la mirada hasta encarar a su amigo.

El guitarrista suspiró resignado, tratando de ignorar a aquella especie de bola rosa que se escondía a sus pies, tratando de continuar con la cena de aquella noche. Al menos de aquella forma no tendría que soportar a Shuichi con aquellos llantos tan escandalosos y esas pataletas de niño caprichoso... ahora solo tenia que aguantar a tres tíos mayores de dieciséis años y a un conejo de peluche jugar al escondite como niños de cinco años...

En el interior de la tienda de campaña, Ryuichi abrió su propia mochila, donde llevaba sus cosas mas personales; como lo eran sus juguetes y tesoros, sus cuadernos y lápices de colores, además de caramelos y demas...

-Aquí estarás bien na no da.- con una sonrisa traviesa escondió la cinta de video en el interior de la mochila, envolviéndola antes con varias hojas de papel pitadas de colorines.

Cuando lo hubo hecho, cerró bien la mochila para que nadie la descubriera. Asintió satisfecho por haber cumplido su parte de aquel extraño juego que Shuichi le habia propuesto, cuando escuchó como Tatsuha acababa de contar.

-...ochenta y ocho y cien, ya voy!- se separó de la puerta, dedicando una mirada rapida al interior del apartamento.

Una sonrisita divertida se dibujó en su rostro cuando le pareció divisar algo rosa a los pies de Hiro, ya que el guitarrista se movía de forma rara al intentar no pisarlo.

-Jijijijijiji.- con sigilo se acercó a donde Hiro se encontraba, dedicando una mirada triunfante a la bolita que se encogía sentado en el suelo. –Shuichi...- el aludido lo miró con algo de temor por haber sido descubierto, dejando escapar una risita tonta ante la mención de su nombre. –...te encontré.-

-Jo, eso no es justo.-

-Shuichi, no tenias otro sitio donde esconderte verdad?- le recrimino Hiro con expresión nerviosa.

-Este juego es un royo, esta casa es muy pequeña.- Shuichi se cruzó de brazos algo molesto por haber sido descubierto tan pronto.

-Si hombre, échale ahora las culpas a mi casa.-

-Kumagoro salva a todos na no da!- gritó Ryuichi desde el lugar donde había contado Tatsuha.

Los otros tres se volvieron a mirarlo, al parecer el cantante había salido de la caseta silenciosamente mientras ellos estaban hablando, ganando el juego de aquella manera, y consiguiendo que Tatsuha volviera a contar.

-Tengo que contar de nuevo?- preguntó con pesadez.

-No, ya no cuenta nadie, la cena esta lista.- informó el guitarrista a la vez que llevaba el uno de los platos a la mesa.

-Genial! Tengo hambre!- el menor de los Uesugi se sentó a la mesa, manteniendo una sonrisa a la vez que su mirada se fijaba en aquel apetitosa cena, que pro una noche, no habia hecho el.

-Sakuma-san, escondiste la cinta?- le pregunto Shuichi muy bajito, aprovechando que Tatsuha estaba distraído.

-Kumagoro la escondió bien.-

-Genial.- sonrió satisfecho. –*ya veras cuando quieras verla jeje*-

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Eiri se adentró en su habitación después de llegar de la “cita” con su cuñado. Se desabotonó la camisa para dejarla sobre la cama, al igual que hizo seguidamente con los pantalones. Tras ponerse el pijama, encendió un cigarrillo, acercándose a la ventana para mirar parte de la ciudad, la cual estaba iluminada por numerosas luces.

Esbozo una sonrisa, recordando todo lo ocurrido aquel día con Shuichi en el mismo restaurante donde había estado aquella misma noche con Tohma...

/// -Yuki! esto es precioso! Que sitio mas grande! Y que lujoso jeje.- el cantante se había adentrado en el restaurante examinándolo todo.

Mientras tanto, Eiri hablaba con el camarero, informándole de la reserva que tenían en aquel restaurante. El camarero les condujo hasta dicha mesa con suma amabilidad, depositando sobre ella un par de cartas para cada uno, tanto de vinos como de platos.

Shuichi volvió a mirar todo a su alrededor con una gran sonrisa, hasta que al dedicar una mirada al rubio, este le indicó que se sentase.

Se encontraban cenando después de que el escritor hubiera pedido el vino y ambos los platos que tomarían. Al pedir la cena, el camarero tuvo que aguantar la risa un par de veces ante los ocurrentes comentarios del cantante sobre varios nombres de platos, los cuales eran bastante adecuados para hacer algún tipo de chiste.

-No esta bien mirar a la gente de esa forma tan descarada.- le recomendó el rubio llevándose un bocado a la boca.

-Jeje, lo siento Yuki, pero es que están todos tan bien vestidos... y comen con tanto cuidado que...- Shuichi bajó la mirada hasta centrarla en su plato, jugando a su vez con el tenedor sobre la comida. –creo que no encajo aquí.- sonrió con algo de tristeza, consiguiendo que Eiri se sorprendiera bajo aquel comentario. –pero eso no quiere decir que no me guste el lugar!- enseguida volvió a clavar la mirada algo nervioso en el rubio, dejando de jugar con el tenedor, el cual chocó de forma algo ruidosa en el plato.

Varias miradas curiosas se centraron en el cantante de cabellos rosados, adoptando este una expresión algo incomoda ante tantas miradas para disculparse seguidamente por haber elevado tanto la voz.

-Yo... esto me encanta Yuki, de verdad.- una sonrisa sincera se dibujó en sus labios bajo la mirada atenta y ensimismada del escritor. -me alegro mucho de que me hayas traído aquí!-

-Sabes que es lo mejor de estar aquí esta noche?- ante aquélla pregunta y la intensa mirada en los ojos dorados del escritor, el cantante negó con la cabeza. –que estas conmigo.- concluyo con una sutil sonrisa, alargando un brazo para acariciar con su mano el rostro sonrojado del chico.

-Yuki...- susurró a la vez que ahora era él quien con su mejilla acariciaba la mano del rubio.

Eiri clavó sus ojos dorados en los violetas del cantante, observando como estos brillaban de felicidad, siendo rodeados por el fino cabello rosado que caía desordenado sobre su frente y parte de su rostro. Observando seguidamente las mejillas sonrojadas, al igual que aquellos labios entre abiertos, tan apetecibles. Su mirada bajó recorriendo la piel del cuello, la cual se veía suave a la vista, teniendo presente lo suave que también era al tacto.

Se perdió entre la piel bronceada que aquella camisa semi desabotonada dejaba al descubierto, al igual que lo hizo en el resto de piel que se trasparentaba sutilmente a través de la fina seda color vino. El atuendo lo complementaban unos pantalones de una fina tela color negro y una chaqueta, la cual reposaba sobre el respaldo de la silla, del mismo tono en un corte bastante juvenil y desenfadado, pero sin dejar de ser elegante.

Era bastante raro ver al cantante vestido de una forma tan “formal” teniendo en cuenta la ropa que solía usar. Si era cierto que mas de una vez había usado ese tipo de ropa para alguna gala relacionada con su trabajo, pero siempre le daba al atuendo un toque algo mas informal con algún collar de cuero o algo semejante.

Shuichi desvió la mirada inquieto, sintiendo aquellos ojos dorados quemar su piel, despertando en su interior aquella sensación que solo Eiri conseguía con tan solo una mirada o un simple roce.

Con nerviosismo se apartó bruscamente del contacto con la mano del rubio, sobresaltándose a su paso en el momento que el camarero se acercó a la mesa. Por su parte, Eiri dedicó una mirada algo molesta a aquel hombre que los había interrumpido, el cual se disculpó inmediatamente con una perfecta reverencia.

Tras la orden del escritor, el camarero retiró los platos, colocando seguidamente frente a ambos una extensa carta de postres.

-Shuichi, que quieres tomar de postre?- preguntó el escritor tras observar durante unos diez minutos cada gesto indeciso en el rostro del cantante.

-Eto... creo que tomare uno de estos.. si.- con una sonrisita interesante señaló al camarero cual era el postre que quería.

-Vas a pedir un flameado?- se sorprendió el rubio ante la decisión aparentemente segura del cantante y el hecho de que este no pidiera un simple helado de fresa. –esta bien... yo, tan solo tomare una copa de licor.- le indicó al camarero a la vez que cerraba la carta.

-Yuki, no vas a tomar postre?-

-El postre me lo tomare cuando lleguemos a casa.- ante aquella insinuación y la mirada deseosa del escritor, Shuichi bajó la cabeza completamente ruborizado, provocando una sonrisa satisfecha en el rostro del rubio.

Momentos después y el camarero volvía a la mesa de la pareja con sus correspondientes pedidos. Depositó frente a Eiri la copa con aquel exquisito licor, y frente a Shuichi su correspondiente postre. Con total elegancia, el camarero prendió fuego a aquel postre que se complementaba con ello, consiguiendo que Shuichi abriera los ojos en una expresión asustada ante las evidentes llamas.

-KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! FUEGO!- de un salto y llamando la atención de los presentes, el cantante se levantó de la silla, poniéndose en pie frente a la mesa.

Buscó nervioso con la mirada, hasta encontrar sobre la mesa una de sus copas, la cual aun contenía algo de agua. Sin pensarlo la vació sobre el postre, consiguiendo que el camarero le dedicase una mirada de pánico a lo que allí estaba ocurriendo.

-Yuki ayúdame esto no se apaga!- visiblemente alterado, tomó el jarrón de flores que adornaba la mesa, vertiendo el agua de este sobre el fuego, apagándolo esta vez por completo.

Posando una mano sobre su pecho y la mirada fija en el humillo que salía del postre, respiró agitadamente, tratando de calmarse ante tal susto. Su respiración se acompasó, su mano resbaló hasta quedar paralela a su cuerpo, y su mirada acabó por centrarse recriminante sobre aquel joven que los había estado atendiendo tan amablemente.

-Por que demonios le has prendido fuego a mi postre? Querías quemarme?-

-Eh.. disculpe pero... este postre se sirve de esa forma.- comentó el camarero visiblemente molesto, aunque tratando de mostrar una sonrisa calmada.

-Que? De... de verdad?- las mejillas del cantante se tiñeron de rojo ante la afirmación del camarero y bajo los susurros de las personas que lo observaban. -Eto... Yuki yo...- con algo de miedo a la reacción del rubio se giró hasta encararlo, observando como este mantenía el rostro algo agachado y los ojos cerrados en una expresión algo extraña.

Shuichi tragó saliva. Sabia que había estropeado aquella noche tan maravillosa, y lo peor de todo; seguramente Eiri se había puesto furioso con él. Fue a decir algo, pero una leve risita le hizo desistir de ello, descubriendo como el escritor trataba de retener una sutil carcajada sin éxito alguno.

El cantante se quedó perplejo ante aquella acción por parte de su amante, observando incrédulo como el rubio no dejaba de reír y de vez en cuando se secaba con la yema de los dedos alguna lagrimita en la comisura de aquellos ojos dorados.

-Yu... Yuki? te estas riendo de mi?- preguntó algo molesto a la vez que se cruzaba de brazos.

-Jajajajajaja, lo siento.- alcanzó su copa de agua, bebiendo un trago de ella. –por favor, tráigale otro postre.- le indicó al camarero apenas aguantando al risa.

-No quiero!- replicó el cantante, captando la mirada tanto de Eiri como del camarero. –yo... prefiero un helado de fresa.- completamente avergonzado se sentó nuevamente.

Minutos después y el cantante comía en silencio su helado de fresa, esquivando al mirada divertida del rubio, al igual que trataba de ignorar los irónicos comentarios de este como las risitas con toque burlón que le dedicaba.

-Jooooo ya no te rías Yuki, he pasado mucha vergüenza.- comentó mientras le daba vueltas con la cuchara al poco helado que le quedaba.

-Pero si has estado muy ocurrente.-

-Ya basta Yuki! te lo digo en serio! Han debido pensar que soy un baka.-

-Si, pero un baka muy lindo.- ante aquellas palabras, los ojos violetas de Shuichi se centraron tímidos en los dorados de Eiri, viendo reflejado en ellos el rubor de sus propias mejillas. –no quiero que cambies Shuichi.- ///

-No podrías ni aunque quisieras.- murmuró para si a la vez que apagaba el cigarrillo en el cenicero, dando por acabado aquel recuerdo.

/// -Pero puedes estar seguro que si sigue sufriendo por tu culpa, no dudare en intentar quitártelo.-///

Sus labios esbozaron una sonrisa irónica ante el recuerdo de aquellas palabras pronunciadas por Ryuichi esa misma tarde en su apartamento.

-No te voy a dar el gusto.-

continuara...

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